Taberna 113 (Vitoria). No pasen del menú del día

Feb 11, 14 Taberna 113 (Vitoria). No pasen del menú del día

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Fachada de Taberna 113, en Vitoria (foto: Cuchillo)

Fachada de Taberna 113, en Vitoria (foto: Cuchillo)

En el XII Azkena Rock Festival comí dos días solo. Sendos menús en la Taberna 113, pegada al parque Prado, cerca del recinto festivalero, de mi hotel Silken y de la redacción de El Correo. Comí sendos menús: de entresemana (a 11 euros, IVA y bodega incluidos) y de fin de semana (18 + IVA, pero sin bodega, lo que hay que ver). Comparados ambos, llego a la conclusión de que repetiría entresemana, nunca el finde, cuando la comida fue muy parecida y el precio más del doble. Se cumplió mi teoría de que merece la pena comer en bastantes sitios el menú del día entresemana, pero no así el finde, que se encarece hasta diluirse la relación calidad-precio.

Comedor de Taberna 113 (foto: Cuchillo)

Comedor de Taberna 113 (foto: Cuchillo)

Pensaba ir al siguiente bar de esa acera, a Los Guaranís, donde ya comí bien el XI ARF, pero entre que era más caro (12,50 + IVA, frente a 11), que no me gustaba el menú y que en el 113 ponían lengua, pues ya está todo explicado. La Taberna 113 es moderna y está decorada con piedra, madera, cristal, metal, ventanales… Es actual y acogedora, tiene terraza con toldo, botelleros vinateros y un comedor más atractivo que el cerrado de Los Guaranís. El viernes de entresemana había mucha gente mayor respetable y muchas damas (una mesa de 11 charlatanas celebrando un cumpleaños a mi vera), lo cual es garantía de calidad. La música de fondo era mala y comercial, no estaba muy alta, y varias mesas se ocuparon dos veces.

Comí leyendo el ABC. De primero había lentejas, ensalada mixta (buena pinta, con mucho bonito arriba) y lo mío: patatas en salsa verde con bacalao. Llegaron quemando demasiado. Ardían. Olían de lejos, estaban ricas, no demasiado densas y el bacalao era potente. Las disfruté y las ingerí con el vino, Iradier, cosechero de Ábalos, 13,5º, rico aunque demasiado frío también, muy oscuro y astringente. De segundo había costilla escoltada por patatas fritas (buena pinta), anchoas rebozadas (sin guarnición pero apetitosas y saludables) y lo mío: lengua. Me llegó en un plato enorme, muy líquido, la lengua cual guisado, con patata cocida, guisantes y champiñones laminados sápidos. Nunca había visto así la lengua, tan caldosa (lástima que las fotos del móvil que me regaló Rocío se me corrompieran). Pensé que no podría comer la lengua en bocatitas, como es mi costumbre, pero pude prepararme los tres trocitos de lengua levemente albardada y un tanto tiesa. Me construí los bocatitas con habilidad técnica, desparpajo natural y atención bifurcada entre los mordiscos y la lectura de los artículos de opinión del ABC: pegaba un bocado, leía y me limpiaba los morros con la servilleta de tela. Yo es que si hay lengua, siempre la gozo y me la pongo en pan. Me retrotrae a alguna parte de mi infancia, supongo. De postre había ese día helado (servido en copa triangular de aspecto sofisticado, un helado de vainilla y con chocolate rallado como comentaron las damas), fruta, arroz con leche (está rico, ¿eh?, manifestó una de las 11 señoras), cuajada casera (servida en vaso de sidra), yogur casero (en vaso de sidra), flan (con nata y servido en platillo) o lo mío, natillas, que elegí por infantilismo: estaban ricas y con tanta canela que pensé que me iba a poner cachondo. No tomé café, pagué 11 lereles y salí tan campante, dispuesto a roquear como un festivalero de a pie.

Menú reciente, en 113 (foto: Cuchillo)

Menú reciente, en 113 (foto: Cuchillo)

Al día siguiente repetí en la Taberna 113. Deseé que ofrecieran cordero asado, como otras veces que había visto que se anunciaba en el menú de la pizarra, pero no hubo suerte. El ‘wishful thinking’ no me suele funcionar. Era sábado y el menú especial costaba 18 + IVA, sin bodega, recuerden. El comedor estaba ocupado por una mesa completa de celebración y me acomodaron fuera, en la acera, pegado a la puerta, bajo el toldo, desafiando a la alergia al polen. ¡Atchís! Parecía un ‘mesié’ francés en Bayona, pensé. Comí leyendo el libro del guitarrista Fernando Pardo ‘Los chicos eléctricos’, la parte final de las andanzas de Los Coronas por Australia. De primero había gambas a la plancha, ensalada mixta (como entre semana) y lo mío: menestra de verduras. Llegó quemando, claro, con mucho verde (vainas y guisantes sabrosos), tacos de jamón preparados de bote, y varios rebozados: coliflor muy cocida, buena alcachofa, acelgas que hacía mucho no comía, col de Bruselas suculenta y penca de acelga curiosamente dulzona. La menestra la acompañé con una copa de blanco, José Pariente, verdejo de Rueda, con melocotón a tope.

De segundo había chipirones en su tinta (olían bien desde la mesa de al lado), carrilleras ibéricas al aroma de tempranillo, y lo mío: solomillo de ternera. Llegó muy mal presentado (lástima de las fotos perdidas), sin patatas, con unos pimientos poco hechos y algo sosos, y la carne sin carisma y más hecha de lo que había pedido a la camarera (al punto la pedí). Con todo, estaba rico el solomillo y no dejé nada. Lo pasé con una copa de tinto, Valserrano, crianza de Rioja, aroma a cuero y sabor a mentolado. No me gusta el Valserrano y siempre lo pido traicionado por el subconsciente.

Raciones y vinos, del 113 (foto: Cuchillo)

Raciones y vinos, del 113 (foto: Cuchillo)

Y en la Taberna 113 la jodieron en el último minuto del segundo día. De postre había oído que cantaban lo de la víspera (arroz con leche, flan y tal) más tarta de manzana y pastel vasco. Pregunté a la camarera ayudante si había tarta y me dijo que le quedaba una ración de pastel vasco, que combiné con un café cortado y degusté sobre las migas de pan que no habían limpiado de la mesa, por supuesto. Estaba muy sabroso y jugoso el pastel vasco. En su punto. Pedí la factura, me llegó y saqué la tarjeta. Entonces vi que me añadían tres euros por el pastel vasco y, antes de abonar todo, interrogué a la camarera ayudante con el cool y la serenidad que me rebosan en el Azkena Rock festival:

– ¿La tarta no está incluida en el postre?

– «No», contestó.

– Había oído que se la habías cantado a los señores de al lado.

– «Sí, pero se la he cobrado aparte», explicó nerviosa.

– Pues si no está incluida en el postre, eso se avisa –dije con los ojos entrecerrados por el sol, en plan spaghetti western.

– «Ah… ah… ah…», dudó la ayudante.

Y llegó la encargada, vio, preguntó y sentenció:

-El postre está incluido. El vino, no.

Bueno, pienso que si yo no hubiera preguntado me la habrían metido doblada. Al final pagué 24,65 euros con tarjeta (18 + IVA por la comida, más dos copas de vino más el café) y me piré con mi libro pensando en si tengo más cara de turista o de roquero. Quizá mi camiseta del Reverendo Horton Heat les hizo pensar que era un cristiano pacífico. Y no: soy de los guerrilleros de Cristo. Como diría mi cuñao El Cohete: ¡¡eres un kiko!!

(se sentía como un señor almorzando en Bayona, Oscar Cubillo)

web de Taberna 113

ver ubicación

Portal de Castilla, 38; 01007 Vitoria-Gasteiz (Álava)
945 15 81 13

ÓSCAR CUBILLO

Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.

2 Comentarios

  1. laura lunardelli /

    se ve que los suaves no lo invitaron a comer ni a beber 🙂

  2. Ahora se llama Waska, mantiene la estructura y distribución, y casi la decoración de la Taberna 113, y se anuncia así: Tapas y platillos, menús fetén, vinoteca. Ignoro si lo llevan los mismos dueños.

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