Sidrería Calonge (San Sebastián). Una habitación con vistas

Dic 09, 11 Sidrería Calonge (San Sebastián). Una habitación con vistas

No somos demasiados en la familia, pero celebramos todo lo celebrable. Y esta vez se me ocurrió convocar a los once en la Sidrería Calonge, en el monte Igueldo. Y es que Igueldo es la niña de mis ojos. Quizás porque lo conozco como la palma de mi mano o, más bien, porque es donde viví gran parte de la infancia.

Lugar de moda durante mi adolescencia, permanecen los mismos locales a los que acudía habitualmente, con algún que otro cambio en la propiedad y caras nuevas detrás de la barra, pero sin apenas modificaciones en su decoración. Paredes que guardan recuerdos de primeros amores (y llorados desamores), y tardes de discoteca en KU, intentando aparentar una edad que no tenía para evitar la mirada inquisidora de aquel odioso portero… Discoteca por entonces de moda y venida a menos hasta su cierre definitivo, que tantos dolores de cabeza supuso para el Akelarre, y que hoy pretende olvidar con el proyecto de un hotel de lujo, el sueño de Pedro Subijana.

Haciendo un pequeño recuento, subiendo la retorcida carretera sale a nuestro encuentro el Buenavista; afamado por sus rabas, los precios han sufrido un crecimiento exponencial que no se ha visto reflejado, ni de lejos, en el tamaño de las mini-bandejas donde presentan la comanda. Ni tampoco en la simpatía de sus camareros, para qué engañarnos.

Avanzando un poco más, y girando a la derecha, bajamos dirección a las rocas y llegamos a Perus, con una terraza importante, numerosas mesas y preciosas vistas.

Llegando al mismo barrio nos topamos con Mendizorrotz, donde las mesas del bar se inundan de huevos fritos con patatas y chorizo cocido. Y si tomamos dirección a Orio, más adelante aparecen Etxe Nagusi, Nicolás y Ekaitz (antiguo Polipaso). Vaya, un sinfín de opciones donde elegir…

Familia de tradición sidrera

Pero retomo el motivo de mi relato. Fin de sentimentalismos y al grano. Nuestro destino es Calonge, sidrería regentada por una familia de larga tradición sidrera, elaboradores de marca propia. Calonge fue remodelado hace pocos años, otorgándole un aspecto moderno, bastante alejado de la imagen de la típica sidrería. Destaca su edificio por la forma angulosa y sobresaliente, y gana importancia el comedor con un mirador que inunda de luz el amplio espacio. Es su baza, disfrutar de una agradable comida con unas vistas fabulosas.

La torrija adelgazante de la sidrería Calonge (foto: Uve)

La torrija adelgazante de la sidrería Calonge (foto: Uve)

Ubicada en el mismísimo barrio, cuenta con un parking de fácil acceso a escasos metros, y hasta un pequeño parque infantil que, sin duda, soluciona las sobremesas a unos cuantos.

Ya sentados en la mesa redonda del fondo, y tras ojear rápidamente la carta, nos tomaron nota. Todo estaba bastante claro, entrantes para picar y compartir, y el segundo a demanda.

El patriarca y su esposa, optaron por un pescadito del día fuera de carta, un rape a la brasa para dos que estaba sencillamente delicioso. En su punto, de sal, de temperatura… de todo. Tamaño más que suficiente. Otros dos de los comensales, que venían de sábado resacoso tras cenita con amigos el viernes noche, no querían repetir carne ni estaban por la labor de la opción pez, así que optaron por pollo asado, medio para cada uno bien acompañado por unas patatas fritas exquisitas. El resto de los allí presentes votaron por la opción chuletón, a la que me uní de buen grado. Los segundos fueron acertados, si bien la chuleta se presentaba muy poco hecha, pero es que uno de los que compartían el trozo de buey, debió ser vampiro en otra vida…

Más mediocres fueron los primeros. Las croquetas pintaban bien, hermosas y caseras, pero los más pequeños de la mesa no nos dieron opción alguna… El surtido de ibéricos, escasito, y el foie, demasiado frío para mi gusto, lo que dificultaba su disfrute sobre el pan tostado… Y lo peor, la ensalada, y mira que es difícil fallar con una ensalada.

Pero es que no lo entiendo. En un entorno donde das una patada y salta una lechuga, y das otra y unas cebolletas, donde huele a abono y vaca que mata, no puedo con que te planten zanahoria y remolacha de bote… Que no. Para rematar, tomate de segunda y lechuga tamaño abanico.

Una vista desde la sidrería Calonge (foto: Uve)

Una vista desde la sidrería Calonge (foto: Uve)

Y para finalizar, mención a los postres caseros. Los del clavo matutino optaron por un flan que denominaron como “el mejor que habían comido nunca», y la que nunca cuenta calorías eligió la torrija, a la que calificó como suave y riquísima. Algún sorbete de limón se dejó ver por la mesa y los más pequeños, como era de esperar, optaron por brownie de chocolate. Y yo reflexioné, quizás en voz demasiado alta, por qué llamarlo brownie cuando se puede llamar bizcochito; que sagardotegi-brownie como que no pega mucho. Criticona, rarita, petarda… de todo me cayó. Yo, que nunca me meto con nadie.

Ensaladas aparte, por la atención, el entorno, y por supuesto, por su deliciosa sidra, Calonge es un buen plan.

(Igueldo es la niña de los ojos de Uve) 

web del restaurante

ver ubicación

Paseo Orkolaga, 8. Igueldo; 20008 Donostia-San Sebastián (Gipuzkoa)

943 21 32 51 / 635 74 65 63

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