Asador Zuria (Bilbao). Dos visiones conjuntadas

ASADOR ZURIA. PLACERES SIN PRISAS

El que suscribe ya había comido en el restaurante asador Zuria, sito en el centro de Bilbao, en los sótanos del Hotel Jardines de Albia de la cadena Husa, propiedad del ex vicepresidente balompédico barcelonista Joan Gaspar. Mi estreno fue años ha, durante una comida profesional ya olvidada, pero cuando mi amigo el empático Pato (aka Mr. Duck) localizó en la web un cupón de descuento de Colectivia para el Zuria, recordé la ocasión y el local: su amplio comedor blanco de mantelería también blanca, su servicio atento y su acceso bajando las escaleras. Por la amplitud, blancura, formas rectas y luminosidad del refectorio, observó el anfitrión Pato: «Parece el comedor de un ferry». Sí, y le conté una comida que gocé yo en el ferry Bilbao-Portsmouth navegando entre lenguas de tierra que se atisbaban por los ventanales.

Pero no perdamos el rumbo. Por 19 euretes de nada, el cupón de Colectivia ofrecía este menú degustación de cuatro platos, bebida excluida: 2 croquetas; ensalada de ventresca de bonito; chuletón a la brasa con pimientos asados; y tostada del Zuria con helado de queso. Se nos hizo la boca agua, sí, y la propuesta resultó impecable, nos anima a confiar de nuevo en los cupones de descuento que circulan por Internet y nos ayuda a olvidar el trauma del Rimbombín, nuestro estreno con un cupón de Groupon en una experiencia narrada en Lo Que Coma Don Manuel, denunciada casi.

En el Zuria nos cambiaron hasta los cubiertos de las croquetas. Los camareros, alertas pero sin agobiar, nos llenaban las copas cuando el vino se iba acabando, nos retiraban los platos sin prisas y pasaban el recogemigas para complacencia de Pato. «Me recuerda al ‘slow food’», comentó. En efecto, fue un placer de dos horas disfrutadas sin prisas y regadas con agua Aquabona (3,5 €), que Pato ni probó, y dos marcas de vinos. Pato miró la carta de los caldos, corta, precisa y no muy cara, me la pasó y elegí uno de los tres Prioratos: Embruix 2006 (18,5 €), de la bodega Vall Llach, propiedad del llorón cantautor Luis Llach. Pato lo cató para darle el visto bueno con más aspavientos en los pasos que en la película ‘Entre copas’. A él le encantó el ‘Embrujo’ y a mí me gustó y supe que crecería. Tenía aromas a grosella y moras, más olor que sabor, entrada carbónica y regusto floral.

Empezamos con las croquetas, un par de ellas en cada plato. Una la zampé con los dedos, pero al ver a Pato agarrar los cubiertos, los usé. Estaban buenas, compactas, espesas y potentes. En la carta las ofrecen a 14 euros la ración y animan a probarlas. Aquí se produjo la única mácula de la comida. Una de las camareras, argentina ella, apresuró con excesiva confianza a Pato para que acabara un trocito de croquetita. Le espetó: «Venga, dale duro». El siempre simpático Pato se quedó de piedra: «Ni que fuera un niño», me confió.

Luego llegamos a uno de los dos momentos formidables: la ensalada de ventresca casera y magnífica. En ración generosa: dos piezas más la ensalada verde. Estaba sabrosísima, en su punto de sal, posada sobre un tomate levemente desecado. Yo desgajaba una lámina de ventresca, le añadía un poco de tomate y la dupla maravillaba. Pinchaba un poco de ensalada avinagrada… ¡y el vino se crecía en el maridaje, créanselo! ¡Qué placer! Y el generalmente impertérrito Pato no podía evitar expresar su gozo con gestos y onomatopeyas: oh, buf, org… Ah, en la carta este plato vale 14 €. No se lo pierdan, queridos lectores.

Fama en la carne
Aunque sus platos pescateros parecen apetitosos, en el Zuria tiene mucha fama la carne. En la carta se expone un chuletón de dos kilos por 60 euros para cuatro personas, con pimientos asados y patatas de sartén. Y por 18 euros tienen albóndigas de solomillo con verduras salteadas. A nosotros nos sirvieron una tira de chuleta con pimientos rojos riquísimos y carne fina -no lo decimos por delgada, sino por exquisita-. Nos acabamos el vino a la mitad de los medallones y Pato añadió a su cuenta media botella de Sierra Cantabria 2007 (10,5 €), un rioja más prieto y seco, inferior al Priorato, pero curiosamente entonces la carne nos supo mejor, más sabrosa aun.

Cursaban sin tacha las ofertas del menú degustacion de Colectivia, pero le pedí a Pato que pidiera aparte queso para acabar el vino y se avino el buen amigo. Siete lereles le cobraron aparte por una ‘tabla de quesos a la brasa’ con triangulitos de idiazábal y de Burgos curado y de algún otro y figuritas de dulces y cremas queseras. Y el vino creció de nuevo.

El postre del menú de la oferta logró que viviéramos el segundo momento formidable de la comida. Se trataba de un plato mixto con helado de queso, casero y arrebatador, arrobador, cremoso y en su punto, más la tostada, especialidad de la casa, a 7 euros en la carta ésta. La tostada entraba facilísimamente, expansiva en las emociones, levemente crujiente por fuera, como un flan caliente y tieso por dentro, con sabores y texturas compaginables con el helado. Estaba tan genial que Pato volvió a hacer ruiditos y aspavientos: buaf, puf, groo y así.

Además Pato pidió un cortado que estaba también bueno (1,80 €) y tras abonar él aparte 41,30 € y dejar propina («ponlo en Don Manuel, ¿eh?», me conminó), al salir departió con el camarero y le comunicó nuestra satisfacción, superior a las expectativas. O sea que en total por unos 80 euros (38 del cupón, 41,30 del vino y los extras) comimos como dos señores.

(Le agrada que le inviten a Óscar Cubillo)

ASADOR ZURIA. LA TÍPICA COMIDA DE EMPRESA

Consciente de que dar de comer a 140 personas no suele ser garantía de calidad, arribo de nuevo al salón-comedor con aire de ferry del restaurante asador Zuria. Repito en menos de una semana, pues celebramos la tradicional comida navideña de empresa. El recinto que parecía un remanso de paz en mi anterior visita con Oscar rebosa ahora algarabía y ambiente festivo. Los camareros van de un lado para otro encargándose de todas las mesas.

La mía la atiende la chica argentina que me urgió con la croqueta en mi primera cita. En ese ambiente tan distendido mi argentinita se dirigió a mí en varias ocasiones con ironía y desparpajo. En una de ellas me llamó ‘sssssaquetero’ cuando me cambié del txakoli al tinto, un Marqués de Morestal crianza de rioja alavesa que la verdad no me pareció muy allá.

Los platos de la gran comida fueron:

1.- Aperitivo: La pitanza la abrió un foie en tiras con una mantequilla de textura esponjosa que me llamó la atención.
2.- Entrante: Láminas de bacalao y hongos con pilpil de verduras en un contraste muy sabroso.
3.- Pescado: Merluza a la brasa con espárragos trigueros y almejas. Los espárragos, dos, crujientes y de grosor óptimo. El tamaño del lomo de merluza, generoso, y su textura jugosa. Las almejas, dos.
4.- Carne: Medallones de chuleta a la brasa con tiras de pimientos rojos asados. Lo mejor del condumio con el postre. La carne rojita y sabrosísima, los pimientos exquisitos y el plato caliente (mi argentinita esperó a que yo volviese del baño para cambiarme el plato antes de servirme la carne aun cuando ya había servido al resto de los comensales de mi mesa).
5.- Postre: Tostada Zuria. Sin palabras. El contraste caliente con el frío del helado… hummm. Realmente fino. De los mejores postres que he tomado fuera de mi casa.

En la sobremesa cayeron un cortadito y un gin-tonic de Tanqueray por cuenta de la casa mientras el gran jefe, micrófono en mano, nos soltaba un speech sobre la incertidumbre y los malos tiempos que se avecinan. Yo, por si las moscas, le metí un buen trago al gin-tonic pensando carpe diem. Al final, el personal salió muy contento con el trato y la comida. Muy recomendable es el Zuria.

(Le convidaron hasta al gin-tonic a Mr. Duck)

web del restaurante

ver ubicación

San Vicente, 6; 48001 Bilbao (Bizkaia)
94 424 60 80

6 Comentarios

  1. Carlos Romera /

    ¡¡¡ESTO ES UN ATRACO NENA!!!

    Los Burning, hace ya unos cuanto años, cantaban este rock´n´ roll, que lo continuaban con una frase lapidaria: ¡no sucederá jamás!

    Hoy, pocas horas después de salir del Asador Zuria de Bilbao, me vienen estos dos versos a la cabeza.

    Qué ha sido un atraco no me queda duda. Y si necesitan razones sigan leyendo.

    Que no sucederá jamás, lo tengo claro respecto a mi no muy saneada cartera. Hay que elegir con mejor criterio cuando se sale a comer fuera pocas veces. En este caso he pagado una “pantxitada” que espero no me vuelva a suceder.

    Vamos a explicarnos. Tal y como digo no son muchas las ocasiones en las que durante el año salimos a comer o cenar fuera de casa –la economía familiar, con la que está cayendo, tampoco está para muchas alegrías-, así que, desde ahí, se puede entender que valoramos estos momentos como especiales y deseables. Los esperamos con ganas y solemos disfrutarlos a tope cuando llegan. Las últimas veces hemos estado en Boroa, en el Porrua o en Azurmendi, y en los tres casos hemos salido encantados y más que satisfechos.

    Pues hoy, después de mirar un poco en la web, y con una idea de gastarnos algo menos de pasta (unos 100 euros entre los dos), nos hemos decidido por el Asador Zuria, ya que la comida a la brasa nos gusta y su web nos lo presenta de forma atractiva.

    Tremendo chasco el que nos hemos llevado. Hemos pagado más de 110 euros por unas croquetas simples e insípidas, unas verduras a la brasa cocinadas con poco mimo y menos imaginación, un arroz caldoso con mariscos, que lo único que mostraba era un desangelado langostino; y un rape a la brasa que ha pecado de pobre (poca cantidad), de viejo, de insípido y de mal cocinado.

    Los postres se han salvado. La tostada estaba muy rica y dos de los tres helados caseros estaban bastante conseguidos.

    Y con el bebercio, decir que casi 20 pavos por una botella de crianza de Sierra de Cantabria, tampoco nos parece que tenga un pase.

    Un lugar al que no pensamos volver.

    • Igor Cubillo /

      Si este sale me retiro… Nena…
      Ains, Burning y el rocanrol, mi pequeño rock and roll… La verdad es que yo he comido un par de veces en el Zuria y he salido con una conclusión muy teen: «sin más».
      Nunca me ha gustado tanto como para hacer una reseña laudatoria. De hecho, nunca lo he recomendado.
      Gracias por compartir tu experiencia, Carlos. Abrazo.

  2. chaquido /

    El arroz caldoso de marisco sabía a risotto de setas (llevaba setas que anulaban el sabor del marisco si es que lo tenía pq parecía un risotto de setas como he dicho), la chuleta deshuesada que se ofertaba consistió en una chuleta deshuesada para dos personas y no para una y eso no lo ponía en el cupón que vendía, además era minúscula. Lo único que se salvo fue el postre. Me sentí estafado y si llego a pagar el precio del menú en lugar del de la oferta…me escuchan. Ese menú que nos sacaron no correspondía con lo ofertado y no vale los 55 euros que se supone que valía. Con lo bien que trabaja Zaldúa en sus restaurantes…no me esperaba esto en uno suyo. No volveré y mi amigo tampoco.

    • Igor Cubillo /

      Estimado Chaquido, gracias por el comentario. Viene a confirmar mi idea de que los cupones de descuento no son más que un desprestigio para los hosteleros que se acogen a ellos, y más en el caso de aquellos (para mí, la mayoría) que engañan con el precio ‘real’ anunciado, o reducen cantidades, e incluso calidad.
      Compré tres o cuatro cupones cuando se pusieron de moda, y no he vuelto a picar.
      Un saludo.

  3. Toñi Núñez /

    Anoche cené en el Zuria. Era la primera vez que he utilizado este Restaurantem y espero no ser la última. Ya tenia muchas referencias muy positiva de él, no solo de la comida EXCELENTE también del personal que atiende el comedor: BUENISIMOS PROFESIONALES, correctos, sin interferir nunca en las conversaciones , pacientes, muy atentos, te miran a los ojos cuando te estan ofreciendo una sugerencia, te convencen por su seriedad, Me encantó.
    Anoche, celebramos unas 80 personas una Despedida de Trabajo, y cenamos muy muy bien. Nos sentimos «en casa» con pequeñita orquestina que nos animó la sobremesa nocturna muy felizmente. Mientras tanto, el personal, muy discretamente iban trabajando, a lo suyo, recogiendo, pero jamás incomodando, y eso que algo les tuvimos que incomodar.
    Me gustaría felicitar al cocinero por su trabajo, y decirle que como setera que soy, me encantó el sabor de la crema de Hongos Edulis, Fantástica, al igual que su postre que se menciona mas arriba.
    Da gusto, si tenemos un compromiso con gente de fuera, quedar como reyes y llevarlos a comer al Zuria, es una carta de presentación de la exquisited, profesionalidad, buen aambiente, y se encontrarán, como yo, es su casa.
    Y QUE LO CUENTEN: «VEN Y CUENTALO», nunca mejor dicho.

  4. Yo soy un habitual del Zuria, porque me parece un sitio acogedor con camareros agradables y, lo principal, comida muy rica a precios buenos para ser Bilbao. Suelo ir cada mes o mes y medio con mi señora y el amigo Luis y la verdad es que siempre pedimos lo mismo: tres medias de cigalas con verduritas, una de callos y morros con huevo para compartir, la gozosa chuleta para los dos carnívoros (la chica optó, la última vez, por alcachofas con almejas fuera de carta) y tostada, todo ello acompañado con cava Gramona. Y siempre salimos dando vivas.

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