Restaurante El Rek (Valencia). Notable alto

Jul 11, 13 Restaurante El Rek (Valencia). Notable alto

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Uno, que es viajero prudente, trata de documentarse antes de ir a los sitios y, si se trata de averiguar dónde encontrar avituallamiento del bueno, evitando la ruina por una parte y la decepción por la otra, sabe que tiene dos opciones posibles: encomendarse a los astros con la esperanza de que éstos le sean propicios, o bien consultar a sus oráculos de cabecera que, en este caso, no pueden ser otros que la cúpula de los Manueles.

Así, pedimos consejo al gran Maestre Cuchillo antes de emprender nuestro reciente viaje a la comunidad valenciana y, entre otros consejos, me facilitó una dirección para comer “arrós” del de verdad; algo que en principio parece tarea fácil en un territorio donde el cereal es la gran súper estrella, pero no lo es tanto cuando te tienes que enfrentar a elegir entre los cientos de restaurantes, terrazas y chiringuitos en los que la oferta se basa precisamente en la amplia variedad de formatos en los que se puede degustar un arroz valenciano (paella, a banda, negro, al horno, con marisco, caldosos…); y donde, créanme, no es oro todo lo que reluce.

Hace ahora diez años, ya tuvimos una primera experiencia más que reveladora en Casa Salvador (El Estany, Cullera) donde, sin duda, degustamos el mejor arroz a banda que he probado hasta la fecha. Y cuya visita les recomiendo a todos, sin el menor género de dudas. En esta ocasión no queríamos desplazarnos tanto (Cullera viene a estar a 45 minutos de Valencia, nuestro punto de partida) y estaba convencido de que sin salir del espectacular Parque Nacional de la Albufera, cuna de los mejores cultivos arroceros de la provincia, tenía que haber un restaurante que estuviera a la altura o, cuanto menos, no defraudara.

Una segunda premisa era dar con un lugar que no se nos fuera demasiado de presupuesto ya que, viajando con dos churumbeles, uno tiene que mirar también por la cosa pecuniaria, que no todo va a ser gastar a lo loco, por muy de Bilbao y desprendido que sea. Si forzamos la cosa, hay un momento en que el bolsillo se levanta en armas, y tampoco era plan llevarnos mal.

De esta manera llegamos a El Palmar, en pleno corazón de la Albufera y a poca distancia de las magníficas playas de El Saler. Esta pequeña población viene a ser el Disneylandia del arroz bomba, donde no queda una sola lonja que no se haya reconvertido en restaurante y es constante la peregrinación de autóctonos y foráneos en busca de sus manjares. No es de extrañar, si se tiene en cuenta la ubicación geográfica del municipio, donde el paisaje de vastos arrozales, canales de riego, barracas y la propia Albufera hace que el enclave no pueda ser sino el más apropiado.

Alrededores de cañas y barro. A tope de naturalismo (foto: El Rmrls)

Alrededores de cañas y barro. A tope de naturalismo (foto: El Rmrls)

El Rek es uno de sus más afamados restaurantes. Tiene el aspecto de restaurante popular, de grandes dimensiones, incluido un parking propio, decoración tirando a ochentera, con sus rosas pálido y tonos salmón (de cuando se comían cócteles de gambas y melón con jamón de aperitivo, para que se hagan una idea). Limpio y reluciente, eso sí.

El espacio se divide en diferentes ambientes. A saber: un gran comedor principal, algunos reservados y dos amplias zonas ajardinadas al borde de un canal que desemboca en la Albufera; una de ellas con una gran carpa entarimada y cierres en PVC para el invierno, y la otra más de mesas de terraza con sombrillas. Ésta se nos antojó demasiado calurosa para el día que teníamos, por lo que optamos por una mesa interior.

El jardín y terraza del Rek. Children friendly (foto: El Rmrls)

El jardín y terraza del Rek. Children friendly (foto: El Rmrls)

El lugar, para ser un domingo, estaba a menos de media entrada, por lo que resultaba tranquilo y suficientemente amplio para que las fieras pudieran campear a sus anchas sin dar la tabarra al resto de comensales. Circunstancias que se agradecen cuando viajas con niños. Y supongo que el resto de personas con las que compartes restaurante agradecen aún más.

La carta no es muy extensa, y es que a estos sitios se viene a lo que se viene. Hay una nutrida variedad de arroces, además de algunas carnes y pescados de la zona. Encontramos también una no demasiado extensa lista de entrantes, que iban desde los socorridos surtidos de ibérico al marisqueo clásico (gambas frescas o al ajillo, navajas, almejas a la marinera…), su pulpo a feira o sus chopitos. Nos decantamos por estos últimos -muy frescos, con un rebozado ligero y sabroso- y, como somos gente atrevida, pedimos además una ración de clóchinas, sin tener todavía nada claro qué diablos estábamos pidiendo. Descubrimos al poco rato que se trataba de una generosa ración de mejillones al vapor, de tamaño tirando a pequeño de concha pero abundantes en carne. Aquí se cocinan con un toque de limón y de laurel que le da un carácter algo singular. Nos gustaron mucho.

De beber pedimos cerveza, ya que la carta de vinos no llegamos a verla, pero tampoco hicimos ademán de pedirla; hacía bastante calor y lo cierto es que no la llegamos a echar en falta.

Una de las cosas que te preguntan al realizar la reserva es si vas a pedir arroz, y cuál quieres que te preparen, de manera que no tuvimos que esperar para saludar en nuestra mesa a la paella de marisco que habíamos reservado para tres, en la que bien podrían haber hincado el diente cuatro comensales. El arroz estaba terminado con un golpe de horno y venía acompañado de cigalas, langostinos, pequeños trozos de calamar y las recién descubiertas clóchinas.

Pulgares en alto, llega la paella (foto: El Rmrls)

Pulgares en alto, llega la paella (foto: El Rmrls)

El punto de cocción era perfecto, toque al dente al principio que, a medida que transcurre la degustación, va perdiendo firmeza sin llegar nunca a pasarse. De sabor resultaba sabroso, tal vez incluso en exceso. Yo esto al principio lo justifiqué por los mejillones, cuyo uso en este tipo de guisos hay que controlar, ya que sueltan muchísima sal. Pero el efecto no sólo era de salado, sino de sabroso. Y es que, por lo general, el gusto en Valencia tira más hacia caldos muy densos, con muchísimo sabor y, si a eso añadimos la capacidad de absorción superior que tiene el arroz bomba respecto a un arroz convencional, lo que se consigue son granos que pueden condensar bastante fuerza de sabor.

Para mi gusto, como digo, algo excesivo, aunque bien es verdad que di cuenta de mi ración con una amplia sonrisa y el resto de la familia tampoco le puso ninguna pega al asunto. Le dimos un notable alto. Yo hubiera sustituido los mejillones por almejas o, en todo caso, los hubiera añadido al final de la cocción, ya en el horno, para evitar el exceso de sal. Seguramente, con esta pequeña modificación hubiéramos alcanzado el sobresaliente.

Rematamos con un surtido de postres y helados para la chavalería, y abonamos una dolorosa de 100,10 €; poco más o menos, lo que esperábamos. Quizá pueda parecer algo cara para comer un único plato principal y no pedir vino pero, bueno, éramos cuatro, hubo un segundo plato de pollo para la niña y algún otro extra, así que lo vimos equilibrado. Además, el servicio resultó agradable y cercano, además de eficaz.

Tras sestear un rato en las cercanas playas del Perellonet, tuvimos la suerte de completar el día asistiendo al espectáculo de la puesta de sol sobre la Albufera, algo que no puede dejar de hacerse si uno cae por esos parajes, ya que son momentos que justifican por sí mismos todo el viaje.

(hubiera echado almejas en vez de mejillones, El Rmrls)

web de El Rek

ver ubicación

Carrera del Pintor Martí Girbés 1; 46012 El Palmar – Valencia

96 162 02 97

Puesta de sol en Albufera (foto: El Rmrls)

Puesta de sol en Albufera (foto: El Rmrls)

 

1 Comentario

  1. La mandi /

    Un gran relato Rmrls! El arroz sabroso y el comerlo al borde de la albufera le da aún mas sabor.

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