Cachetero (Logroño). Un clásico del Laurel

Oct 31, 13 Cachetero (Logroño). Un clásico del Laurel

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Cochinillo, bien crujiente, en el restaurante Cachetero (foto: Primo)

Cochinillo, bien crujiente, en el restaurante Cachetero (foto: Primo)

La del Laurel es la calle de vinos y de pinchos con más ambiente de Logroño. El nivel medio de la oferta no es para echar cohetes, pero lo puedes pasar bien. Esta estrecha calle, sobre todo, la animan los bares (mi favorito quizá sea La Tavina, en el córner de entrada), pero abundan también los restaurantes. El que atesora más caché es el Cachetero, y perdón por la redundancia, pero me ha salido sola. Quería comer ahí desde que en el típico artículo gastronómico del ABC, el periódico monárquico, leí que ahí solía comer Su Majestad el Rey. Señal de garantía, ¿no? Pues yo iba a potear al Laurel y el garito siempre estaba cerrado. Luego me enteré de que el dueño lo había dejado, se había jubilado y había pasado los trastos a uno de sus más hábiles discípulos, Josele, quien modernizó la carta, ajustó los precios a la baja y dejó tal cual la decoración del salón comedor, amplio, antañón, crema y adornado con muchos cuadritos exhibidores de reconocimientos manuscritos de los clientes satisfechos (‘estómagos agradecidos’, los llaman en su web), caso de los tres Sudamericanos, que hasta dibujaron una coqueta caricatura el año en que yo nací.

Dedicatoria de Los 3 Sudamericanos (f: Primo)

Dedicatoria de Los 3 Sudamericanos (f: Primo)

Pues el miércoles que fuimos a Logroño para ver al rocanrolero Roy Loney, en primera fila me topé con un logroñés de pro: Javi, el primo de Carlos Benito, compañero y sin embargo amigo en las tareas periodísticas. Por esto le llamaremos Primo. Primo tenía el jueves libre y comentó: «Venís a un concierto al Biribay y mañana vais a comer al Cachetero… Estáis bien informados, ¿eh? Pues voy con vosotros, que conozco a Josele, al dueño». Así que al día siguiente nos tomamos los tres una ronda de tres potes, cualitativamente decrecientes, por el casco viejo logroñés, donde Primo mora en una casa centenaria (como centenario, o casi, es el Cachetero). En el primer local, el mejor, el elegido por mí (La Tavina mentada), de casualidad nos cruzamos con Josele, quien nos contó sus afanes matutinos (ir al mercado, comprar vasos raros para una boda multitudinaria del fin de semana…) y evocó anécdotas de la clientela, como una visita del Rey y toda la seguridad que había, o las estancias del vividor Hemingway… Josele nos dijo que nos preparaba una mesa para tres, que entresemana no habría problemas de espacio, que ojalá. Al final, ese día hubo más gente de la que esperaba incluso él.

Probamos el menú degustación sin vino, que por 28 euros (IVA incluido) oferta cinco platos de cantidades generosas y siempre un asado (cordero o cochinillo; como recomendó Josele a uno dubitativo: «si te gusta la piel crujiente, pide cochino»). Este menú, que suele cambiar cada día en función de lo que haya en el mercado, lo incrementamos con una ración de morcilla, pues somos adictos.  No estuvo muy bien (ya nos lo advirtió el chef, quien comentó que estaba sopesando quitarla de la carta o cambiar el tipo de morcilla), pero sí que moló todo lo demás, con algunas cimas soberanas, al menos tres de los cinco platos. Los regamos con agua Peñaclara (150 años de existencia, 654 de residuo seco) y con vino reserva Remelluri (26 euros), un Rioja de Labastida, cosecha 2007, color oscuro, olor clásico a madera (un clásico riojano aroma de roble), suave, con canela y chocolate y con fin frutal. Como nos pimplamos el Remelluri, el amigo Josele, buen anfitrión, en el epílogo nos obsequió con otra botella empezada de Finca la Emperatriz, bueno pero incomparable, pues era bajar un escalón al crianza y yo apenas libé una copita.

Esto que sigue comimos placenteramente ese jueves, con pan de chapata cortado de la barra:

Pochas: los tres cuencos los trajo Josele advirtiendo que era poca cantidad, que si no, no le comeríamos luego. Pero no, eran muchas pochas y no eran de vigilia, como informó, sino que tenían sacramentos (chorizo y tocino). Aunque un pelín sosas (hoy todo es soso), estaban cremosas y cocinadas a fuego lento. Las acompañaban unas guindillas cremosas y asadas. Algunas no picaban y otras te mataban. Muy buen comienzo.

La morcilla, escoltada por el Remelluri (foto: Primo)

La morcilla, escoltada por el Remelluri (foto: Primo)

(Morcilla: el plato que añadimos e intercalamos, tres trozos con pimientos asados buenísimos y una morcilla olorosa, de dura piel, demasiado arroz, tostadísima por fuera y poco hecha por dentro -como debe ser-, pero insípida. Carlos luego manifestó que teníamos que haber pedido de extra las alcachofas con almejas).

Anchoas: cuatro, fritas y con ajillos, ricas, rústicas y muy hechas. «Cuanto más al interior, el pescado se hace más», ilustró Primo.

Lenguado a la menier: muy y hecho y fácil de cortar, muy rico y cremoso y alimonado y sano. Un sencillo acierto.

(Chipirón encebollado: se les habían acabado los lenguados de tanta clientela que fue ese día y Carlos se animó como alternativa con los chipirones, ocho piezas pequeñitas -o sea un plus-, apetitosas empero lo aceitoso del acompañamiento con cebolla)

Asados: cabrito, una ración muy generosa y sabrosa, genuina y en su punto, escoltada por patatas panadera; o cochinillo, también ración grande, quizá mejor que el caprino, con piel crujiente, carne tierna por dentro y partes grasas deliciosas. Josele dice que siempre hay asados en el Cachetero, un clásico de la carta local.

Las anchoas, en Cachetero (foto: Primo)

Las anchoas, en Cachetero (foto: Primo)

Postre: tras pasar la encargada de sala el recogemigas por la mesa, Josele nos ofreció tres postres diferentes que compartimos sin escrúpulos. El mejor, helado de roquefort, una especialidad de la casa: dos bolones riquísimos, contundentes y finos, con posgusto a queso muy elegante; crema catalana, con mucha clase y espesa, empero el peligro de empalagar, o quizá yo ya estaba ahíto de tanta comida; cuajada, casi en crema, con nueces y miel, sencilla pero le encantó a Carlos, el más sano del tridente.

Luego Josele, el chef, nos preguntó si le invitábamos a un café. Claro, le respondimos, pero nos engañó, pues nos invitó él. Los cafés estaban muy buenos y estuvimos de charleta de sobremesa. Carlos y Primo departieron sobre güisquis (presumí lo que pude) y de marihuana (ahí no podía ni hablar). Pagamos en total 115,90 (tres menús degustación, la ración de morcilla y el Remelluri), dejó Carlos una modesta propinilla y hubimos de volver a Bilbao con prisa, pero me dio tiempo a decirle al anfitrión, José Luis Vicente, que a mi esposa le habrían gustado todas las propuestas del menú y que espero volver con ella cuanto antes.

(le complace comer en los mismos lugares que el Rey a Oscar Cubillo)

web de Cachetero

Calle Laurel, 3; 26001 Logroño (La Rioja)

941 22 84 63

ÓSCAR CUBILLO

Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.

5 Comentarios

  1. Oscar Cubillo /

    A ver si no es tarde cuando repita en tu restaurante, pues ya te comenté que a mi esposa, de morro fino y muchos prejuicios culinarios, le agradarían sobremanera las recetas del Cachetero. Un saludo y hasta cuanto antes.

  2. Txebiko /

    Gracias Cubillo por la visita me agrado tanto como leerte, pena de no haber podido disfrutar de una sobremesa mas extensa.Espero volver a verte por cachetero y probaras morcilla pidas o no, ya que creo que he dado con algo excelente.Tambien me agradaria la visita de la madre de Blackie si no ha estado en el ultimo año bajo la nueva direccion aunque cualquier tiempo pasado fuese mejor.
    Lo dicho, espero volver a verte por aqui con tu esposa,un saludo

    • A ver si enredo no sólo a mi madre, sino a mis tias y a mis primas, logroñesas todas ellas, y seguro que encantadisimas de recordar viejos tiempos en El Cachetero! Muchas veces una comida no es sólo lo que se pone en el plato, sino los recuerdos que lo acompañan. Supongo que a mi querida madre le trae recuerdos que ahora no puede compartir con gente que ya no está. Pero vamos, que ¡yo quiero ir! 🙂

  3. Y por lo dicho le complace potear a Oscar Cubillo en los mismos lugares que apadrina nuestro riojano Rey Pedrone I también..;-)

  4. Acaba de leerte mi madre, logroñesa de pro, de las de toda la vida, de esas familias que vivieron en el Espolón, en Gran Vía, y donde aún mantenemos vivienda cerca a la plaza de los «espalda mojada». Dice mi querida madre que es un buen restaurante, pero que ella recuerda mejores comidas con el anterior dueño, también es cierto que los ingredientes que antes había, nada tienen que ver con los de ahora (recuerdos de antaño será a lo que se refiere)

    Sin duda, os recomiendo ir a La Cubana y probar su cochinillo, o En Ascuas, cercano a Laurel, que por cierto publicaré esta semana en mi blog.

    Un abrazo Cubillo!

    B.

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  1. LQCDM: Cachetero (Logroño). Un clásico del Laurel | bilbaoenvivo - […] ninguno salió decepcionado, como cuento en la web ‘Lo que coma don Manuel’: Cachetero (Logroño). Un clásico del Laurel y firmo: (le…

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