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Restaurante Makatzeta (Atxondo). El secreto del valle encantado
Donde incluso es posible escuchar el silencio, allí se encuentra el Valle de Atxondo, un paraje natural a la sombra de los Montes del Duranguesado, esos gigantes rocosos que forman la Sierra del Anboto. El verde de los prados y los bosques y el azul del cielo se alían para configurar el fondo de un paraje sembrado de verduras, hortalizas y leyendas, como aquella referida a Mari, Dama del Anboto, señora de las cumbres, diosa que tiene allí su morada. La tradición, la esencia rural, lo mitológico y lo puramente onírico imprimen carácter a un área de Bizkaia cuyas coordenadas están registradas en lo más alto de la complicada orografía de la gastronomía mundial. Allí están Etxebarri y Akebaso, pero mi restorán preferido es Makatzeta, un imponente caserón de piedra donde el chef Carlos Gulín Cid ejerce su oficio sin campañas mediáticas, pero con sobrado conocimiento, saber hacer y destreza. Él es el tapado. El suyo es, probablemente, el mayor secreto de ese valle encantado.