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Que trabaje el cocinero
"A mí me gusta todo, menos trabajar gratis". Y esto es lo que proponen los muchos asadores que presentan la carne, la chuleta y el chuletón, apenas marcada, cuando no cruda. Para que uno termine de prepararla a su gusto en la misma mesa. Rollo Juan Palomo. Lo leo y veo que tiene sentido, que la provisión de pequeñas parrillas, planchas portátiles, platos refractarios y demás instrumental coquinario tiene razón de ser. Además, las primeras veces es entretenido, e incluso divertido, no diré que no. Pero después de volver a casa, en más de una ocasión, con la camisa ahumada, envuelto en eau de croquete y lamentando que la pieza se haya pasado de punto, he terminado por comulgar con el pensamiento de Aitor Manterola, parrillero mayor de Patxiku-Enea. "(Cuando salgo de aquí) Yo no voy a un restaurante a trabajar", me dijo en su momento. Y tiene mucha razón. El comensal debe entregarse a la contemplación y la conversación, y la responsabilidad de cocinar debe recaer en el cocinero