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Pista: Ormazabal Etxea (Donostia), reducto de autenticidad
Ormazabal Etxea es un reducto de autenticidad, una parada habitual del gran Mikel Laboa, una excepción en la única calle de Donostia que sobrevivió al incendio del 31 de Agosto de 1813. Habrá quien abra la puerta, observe la decoración y el paisanaje, y se dé la vuelta, pues el interiorismo no es su punto fuerte. No parece un bar cool, lleno de hipsters, ni el mejor lugar para tirarse la tarde con la tablet enchufada al wifi. Pero ni falta que hace. Allí prima la austeridad, sí, pero el atractivo está precisamente en ese ambiente ‘de antes’, en el sustrato tradicional y en los pintxos, bocatas y raciones que salen de esa cocina pilotada por Arantxa Ormazabal, hija de Pedro Ormazabal y Milagros Muruamendiaraz, fundadores del negocio allá por 1952. Tortilla de bacalao, carrillera al vino tinto, merluza rellena, bacalao encebollado, morcilla de Ormaiztegi, morros de ternera, croquetas de espinacas, txipirones en su tinta…