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Restaurante Cachetero (Logroño). Milagro en Laurel
Proclamaba Julio Cortázar que él abría cada libro como podía abrir un paquete de chocolate, o entrar al cine, o llegar por vez primera a la cama de una mujer que deseaba. Le invadía una sensación de esperanza, de felicidad anticipada, de que todo iba a ser bello, de que todo resultaría hermoso. Esa ausencia de prevención previa la experimento yo cuando voy a parar a la célebre calle Laurel, imán del más popular turismo gastronómico y dipsómano de la capital riojana cuyos secretos me son ajenos. Esto es, desconozco si lo correcto es tomar unas bravas en Jubera, un Tío Agus en el Lorenzo o unos champis en el Soriano; pero sí tengo claro que allí el almuerzo caerá en el restaurante Cachetero, remanso de paz y sabrosura cuyo umbral modernista cruzo con la referida sensación de satisfacción anticipada. Allí practica el jovial, empático, entrañable y muy diestro José Luis Vicente Gómez una comida tradicional resuelta con desenvoltura, finura y la puerta abierta al atrevimiento.