Apartaco RestoBar. Venezuela en Madrid

May 13, 19 Apartaco RestoBar. Venezuela en Madrid

Como reza el lema del restaurante Apartaco (que significa “pisazo” en venezolano), ¡aquí se habla, se bebe y se come venezolano! Y, efectivamente, comer en este restaurante-bistró-bar de aires informales, bohemios y urbanitas es sumergirse en la gastronomía de aquel país, como quien se tira a la piscina. Se trata la suya de una comida de aires criollos, caribeños y con algunas reminiscencias españolas que el joven chef venezolano Leo Araujo viene desarrollando desde hace nueve años en restaurante La Cuchara y, desde solo dos, también aquí en Apartaco, en la madrileña calle Luchana.

Desde el mismo momento que entramos en el local (distribuido en dos plantas y una terraza callejera, todo con capacidad para 100 personas), divertido, luminoso, con música moderna de fondo y paredes que alternan ladrillo visto y estampados de hojas tropicales en un guiño a la profusa vegetación de aquellas tierras, nos recibe un simpático servicio de jóvenes venezolanos que nos acompañará a unas rústicas mesas de madera. En ellas, abrir la carta supone descubrir un sinfín de palabras nuevas sugerentes, algunas graciosas, que veremos nada tienen que ver con el sentido que le damos en castellano; es el caso de papelón (aquí una salsa marrón de caña de azúcar que acompaña a multitud de platos) o de chicha (nada que ver con la carne sino con un típico batido de leche).

Ambiente en Apartaco (foto: Carmen Pineda)

Apartaco, cocina típica venezolana

Eso sin contar con el resto de cosas típicamente venezolanas que para la mayoría de los españoles son desconocidas, como las cachapitas, tortitas finas de maíz con queso por encima; la salsa guasacaca, otro condimento incondicional de la comida venezolana, elaborada con mucho cilantro; las caraotas, tradicionales frijoles negros; las tajadas, rodajitas de plátano con un toque picantito; o los tequeños, palitos rellenos de queso. Otras, quizá las conocemos un poquito más, como las arepitas, bocadillitos blancos redondos muy sabrosos de maíz con diferentes rellenos, como la carne (el pernil que “en venezolano” significa cerdo), los frijoles o el pollo; las empanadillas de carne mechada; o el sancocho, sopa de carne y verduras muy cocinada en tierras caribeñas.

Por eso, abrir la carta y pedir cualquiera de estas especialidades es ya de por sí divertido y muy instructivo. Con ganas y simpatía, los camareros de Apartaco nos explicarán todo lo que queramos saber, orientándonos a lo que queremos probar. Es verdad que a medida que vamos degustando platos nos recuerda bastante a otras cocinas de la misma zona geográfica, como la cubana o en general la criolla. Frijoles, arroz, empanadas, arepitas, maíz, plátano, carne mechada, todo eso está presente en la cocina venezolana. Pero, además, hay algo que llama mucho la atención y es un poco diferente: muchos de los platos tienen en su elaboración un queso que suele ser blanco y fundido, la mayoría de las veces.

Tequeños de Apartaco (foto: Carmen Pineda)

Aunque existen en la carta sabrosos platos tradicionales de cuchara y más lenta elaboración (estos hay que pedirlos previamente, por encargo) que se suelen comer en las casas venezolanas los domingos o en fechas señaladas, como el “plato navideño” (hallaca, pan de jamón, ensalada de gallina y pernil), el sancocho de res o el mondongo (callos estilo venezolano), lo habitual en Apartaco es comer más bien entrantes que reúnen algunas de las especialidades para picar más típicas, además de tortillas de maíz (éste muy presente en esta cocina) y segundos platos más enfocados a las carnes. Hay también cazón, pero el pescado es raro en esta carta. La filosofía del restaurante consiste más bien en descubrir la comida venezolana pero con platos, digamos, más sencillos o menos elaborados que los tradicionales, que hay que encargar. Una comida más rápida, más heterogénea, que, por un lado, nos permite zambullirnos en esta cultura gastronómica de una manera variada y amena pero donde, quizá, también echamos un poco de menos una cocina más elaborada, con más personalidad y carácter.

Apartapalos de Apartaco (foto: Carmen Pineda)

Como entrante recomiendo elegir, sobre todo para los neófitos que quieran tener una idea general de varias preparaciones típicas, el plato llamado Apartapalos (para dos personas), porque reúne varios de los primeros. En él podemos probar los tequeños, las mini arepitas, en este caso las de Reina Pepiada de pollo y aguacate (ricas), las cachapitas con queso (no demasiado espectaculares), las empanaditas de carne mechada (buenas, pero la carne un poco seca) y los tostones (que están muy ricos con su plátano macho verde y guacamole, pico de gallo, que es una mezcla de pimientos rojos y verdes picaditos, y queso). El plato está completado, de manera un poco escasa, por cierto, con cuatro de las salsas que suelen acompañar a multitud de productos venezolanos: la salsa picante papelón, la de tomate y orégano, la guasacaca y la tártara maracucha, que no es como la tradicional que solemos comer, sino que lleva mayonesa y cilantro. Están ricas, en general, pero servidas de forma ‘minimalista’, con lo cual nos faltan al final del plato para acompañar tanta empanadilla y arepita. Con este plato, tendremos una visión general de lo que podemos llamar tapas a la venezolana.

Apartaco, más venezolano imposible

En los segundos, que son más de “resistencia”, encontramos carnes hechas al estilo de los asados argentinos, elaborados, en general, a la brasa; además, varios platos “más venezolanos imposible”, como reza la carta, caso de la chalupa, falsa lasagna de maíz gratinada con pollo y queso, o del pabellón criollo, que contiene carne mechada, arroz, frijoles negros, queso blanco y tajadas. El plato está bueno si aislamos cada ingrediente, pero falta un poco de unión entre ellos. Es como si faltara algo de ligazón, resultando al final un tanto soso.

Tres leches, postre en Apartaco (foto: Carmen Pineda)

Los postres son muy sabrosos y dulces, desde el tres leches, un bizcocho esponjoso bañado en tres tipos de leche (merengada, normal y condensada) que es una mezcla entre dulce de leche y tiramisú. Dedicado a los más golosos. Otras delicias son el helado de cacao venezolano o el Santo Tepuy, con chicha (batido de leche) y helado de cacahuete.

Para los que no solo quieran comer comida venezolana, Leo Araujo también prepara, diariamente, un menú del día muy económico a 11,50€, con posibilidad de media ración a 9,90€. Los precios, en general, son aceptables. Los entrantes no suelen rebasar los 10€, mientras que los platos de carne se sitúan en torno a los 14€. Apartaco es un local muy correcto, divertido y simpático donde descubrir en Madrid, qué es la cocina venezolana, de la mano de Leo Araujo. Una ventanita a una cultura gastronómica sabrosa y colorida de un país cálido y atractivo que, desgraciadamente, no pasa por sus mejores momentos.

(Carmen Pineda)

web de Apartaco RestoBar

ver ubicación

Luchana, 7; 28010 Madrid

+34 686 974 916

Pabellón criollo en Apartaco (foto: Carmen Pineda)
Sala del piso superior de Apartaco (foto: Carmen Pineda)
Tostones de Apartaco (foto: Carmen Pineda)
Leo Araujo y Carmen Pineda en Apartaco (foto: Carmen Pineda)

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Ellos son la nueva cocina vasca. 7 Caníbales

¡Txotx! Se desborda la txinparta. Guía Repsol

Sal de Añana, miles de años brotando oro blanco. Gastronosfera

Postres pasiegos: la magia que produce la leche de los Valles Pasiegos. GASTRONOSFERA

Anchoas de Santoña, el milagro de la sal. Gastronosfera

Carolina, el pastel bilbaíno con nombre de mujer. Gastronosfera

Goxua, el postre vasco de inspiración catalana. Gastronosfera

Goxua, el postre vasco de inspiración catalana. Gastronosfera

Queso Camerano, la segunda vida de una receta milenaria. Gastronosfera

La borraja. Gastronosfera

A la conquista del ‘flysch’ de Getxo por tierra, mar y aire. Guía Repsol

Donosti en 9 paseos otoñales. Guía Repsol

Las perlas levantinas más sabrosas. Guía Repsol

Tiempo de angulas, cedazo y farol. Guía Repsol

Laguardia. Una villa guerrera, señorial y vinatera. Guía Repsol

Solar de Samaniego. Una invitación a beber entre líneas. Guía Repsol

La brava alegría riojana. Gastronosfera

Tudanca, carne de Cantabria. Gastronosfera

Chorizo riojano. Gastronosfera

Urdaibai. Margen izquierda del río Oka: historia, bosque y parrilla. Guía Repsol