Ruperto (Amurrio). Hasta la camarera está buena

Ene 13, 20 Ruperto (Amurrio). Hasta la camarera está buena

Yo, que soy del rock y considero cine, literatura y canción suertes de ficción, me pregunto con qué música se habrán criado quienes vaticinan que el titular sumamente naïf de este artículo provocará que caiga sobre mí la ira de un pelotón de feministas montadas en un carro de fuego con los ojos inyectados en sangre y muy poca lectura en su adolescencia y juventud. Por esa convicción y porque «aquí todo está bueno, hasta la camarera. La otra, eh», es una frase que pronunció con sorna la propia mesera en mi reciente estreno en Ruperto, bar restaurante de Amurrio cuyo pantagruélico menú del día te reconcilia con el ser humano y hace palidecer las chanzas sobre glotonería vasca que tanta carcajada provocó en ‘Ocho apellidos vascos‘.

Llegué un lunes a eso de las 14:41 horas y, tras preguntar en la barra si ofrecían menú del día, entré en el gran comedor de Ruperto, poblado de mesas de madera vestidas con bajo mantel rosado de tela y mantel blanco de papel. Sólo había dos comensales, cada uno en su mesa, y, tras acomodarme, la camarera me preguntó si debutaba o ya conocía cómo funciona la casa entre semana. “Aquí no hacemos como otros restaurantes, que preparan cinco ó seis primeros platos y otros tantos segundos, para que escojas. Aquí sólo hacemos dos primeros y dos segundos. Hoy hay menestra de verdura y alubias, de primero; y luego merluza a la romana con patatas y albóndigas”, explicó con celeridad. Cuando terminó, pregunté ingenuo: “entonces, tengo que escoger entre esos dos primeros y los dos segundos, ¿no?”. “Qué va, te saco todo y tú haz lo que puedas”, anunció. Y así fue, porque la realidad siempre supera a la ficción.

Menestra de verdura en restaurante Ruperto (foto: Cuchillo)

Vino de La Rioja

Lo primero que se arrimó a la mesa fue pan del montón, una botella de vino de año Berrinches, de Murillo de Río Leza (La Rioja), y un frasco grande de guindillas encurtidas cuya acidez me provocó el hipo en primera instancia. Hip. Pronto llegó la fuente de menestra, que contenía no menos de cinco o seis raciones generosas y aunaba vaina, guisante, zanahoria, puerro, seta, jamón, huevo duro, cardo… La preparación, caldosa y sabrosa, no necesitaba verduras al dente ni rebozados para resultar satisfactoria.

Y continuó el toma y daca con la locuaz camarera.

– ¿Qué tal vas, chico?

– Bien..Muy buena la menestra.

– Pues come. Te dejo también unas alubitas. Tú haz lo que puedas».

Después de comer dos platazos de verdura, hice lo propio con otro par de alubias, rescatadas de un puchero de barro; de tamaño generoso la legumbre, guarnecida con chorizo y bañada en caldo denso como puré. Correctas. A continuación, cuatro buenas tajadas de merluza rebozada, dos trozos de limón y un montón de patatas fritas caseras; el pescado estaba demasiado hecho para mi gusto, no pasaría el corte en un concurso, pero para eso está el cítrico, que con su acidez provoca salivación y falsa sensación de jugosidad.

Dejé una tajada, que ya tenía enfrente 11 (¡once!) albóndigas mullidas, con carne de cerdo.

Albóndigas en restaurante Ruperto (foto: Cuchillo)

– ¿No puedes más? ¿Te rindes…?

– Espera, que me como un par de pelotillas más.

– Así me gustan los hombres a mí, que no me lleven la contraria.

– He comido bien.

– Me alegro. Aquí está todo bueno, hasta la camarera. La otra, eh.  

Hasta el arroz con leche, ligeramente espeso y ciertamente frío, de cámara, pero dulce y rico. En este tipo de lugares, sin lujos ni ringorrango, de cocina casera y sencilla, en peligro de extinción, hay que ser condescendiente con ése y otros detalles, como las servilletas de papel y el hecho de que no se cambie el plato de oficio, así que apuras la menestra y echas en el mismo recipiente las alubias. Igual con el tercer y cuarto pase. Y es que todo lo referido anteriormente tiene en Ruperto un precio irrisorio de “11 euritos”. Han leído bien.

(Igor Cubillo)

ver ubicación

San Roque, 22; 01470 Amurrio (Álava)

945 89 09 49

Puchero de alubias en restaurante Ruperto (foto: Cuchillo)
Detalle de la vajilla de restaurante Ruperto (foto: Cuchillo)
Menestra de verdura en restaurante Ruperto (foto: Cuchillo)
Comedor de restaurante Ruperto (foto: Cuchillo)
Merluza rebozada en restaurante Ruperto (foto: Cuchillo)
Exterior de restaurante Ruperto (foto: Cuchillo)
Berrinches en restaurante Ruperto (foto: Cuchillo)
Arroz con leche en restaurante Ruperto (foto: Cuchillo)

2 Comentarios

  1. Carmen K. Salmerón /

    Qué bien contado. Qué gusto da leer crónicas así. No sólo salivan las glándulas salivares, la amígdala (y parte del sistema límbico) también se sueltan el pelo.
    ¿Cómo hacéis los vascos para tener tanto saque?
    Sin duda hay que ir pronto para allí y darle gusto a los sentidos.

    Pd: «la ira de un pelotón de feministas montadas en un carro de fuego con los ojos inyectados en sangre y muy poca lectura en su adolescencia y juventud». Ay madre, ¿de verdad es esta la imagen que hay de las feministas? ¡glup! esta que escribe es feminista. Feminista que no es sinónimo de machista. El sinónimo de machista sería hembrista, los mismos preceptos de siempre, pero con otra anécdota entre las piernas.
    ¡Aupa la gastronomía y la música!
    Salud, para disfrutar de la Vida

    • Gracias por el comentario, querida Carmen. Lo de las feministas es una licencia, por aquello de dar colorido y tensión al relato.

      Abrazo.

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