José Manuel Suárez, responsable de Ganadería Cabrero, inaugura un espacio que presta LQCDM a mayor gloria de los productores. El emprendedor asturiano tiene 55 bueyes y una preocupación: que no te metan vaca por buey.
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Ganadería Cabrero es única, pues cuenta con medio centenar de bueyes fruto del cruze de dos razas, la casina y la asturiana de los valles. Su carne sólo se puede comer en el Llagar de Colloto.
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Igor Paskual, artista polifacético, más allá de su condición de escudero de Loquillo en Trogloditas, cantó a la bebida en su estreno en solitario. ‘Bebemos’, nuevo Momento musical de LQCDM, expone motivos para empinar el codo.
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Una de las mejores parrillas de España. Especializado en pescado, Abel Álvarez es un apasionado mago de las brasas que nada a contracorriente, se salta convencionalismos y prejuicios en busca de una propuesta totalmente personal.
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Una excursión inolvidable con final apoteósico. Mar y montaña. Playas y nieve. Golf y paddle surf. Y el final de la caminata, un ligero menú en el restaurante Mirador de Toró: sopa de pescado, fideos con almejas, calamares con arroz y pixín alangostado.
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Aunque la tierra está presente en preparaciones tradicionales, como la inevitable fabada, las croquetas, los callos y la papada de gochu, en el apartado de carnes y en la selección de quesos, Gonzalo Pañeda y Antonio Pérez saben manejar, con técnica y buen gusto, un considerable surtido de mariscos y pescados.
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Un repaso visual a distintos manjares de la cocina asturiana.
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Nacho Manzano, un chef que derrocha técnica y sapiencia en un repertorio contemporáneo, evolucionado, sí, pero donde se percibe la deuda con, y el aprecio por, el trabajo de sus muchos predecesores. La suya es una (r)evolución desde el respeto y el conocimiento; un modo diferente de comer Asturias.
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(+41 rating, 9 votes)Cargando... – NEGOCIO CLAUSURADO – He de confesar una infidelidad. Hace poco pasamos varios agradables días en Llanes y, ejem, no comimos en la Parrilla JJ, el local al que adjudiqué en este blog el honor de servir el mejor menú del día de la localidad llanisca. No acudimos no porque estuviera cerrado, ni lleno, ni porque ofrecieran un condumio que no nos molara. Tampoco nos afectó que hubieran subido el precio de 10 a 11 lereles. No. Fui, fuimos infieles, porque preferimos probar el menú del remozado Aparthotel Bar Restaurante El Puente, negocio dotado de un par de bonitos cenadores que ya habíamos visto remodelar a lo largo del tiempo, de los meses, mientras escanciábamos sidras en la sidrería El Campanu, enclavada a la otra vera de la ría. A mi esposa le fascinan los cenadores. Parece que les va bien a los rectores de El Puente. Entramos en su bar por primera vez un jueves, el día del pote-pincho en Llanes. El local estaba a rebosar, la parroquia era transversal y muy femenina (hum… le gusté a una, pero esa no fue la infidelidad), los camareros funcionaban con diligencia y gocé del privilegio de que me atendiera el encargado. Ese jueves yo me tomé un blanco catalán muy rico y dulzón más un apetecible pincho, y lo hice acomodado en los taburetes de las mesas altas del cenador de la planta baja. Al día siguiente, viernes, paseamos por delante de su puerta, pues el 99’9% de los visitantes de Llanes pasan por ahí, ya que El Puente se halla en el cogollito de la localidad. Me fijé en el menú, me gustó y empecé a confabular en secreto en mi mente para evitar ir al JJ. Al final, como a mi consorte también le apeteció, subimos a su comedor, que se encuentra en la primera planta. Al principio no había muchas mesas ocupadas, pero al final se llenó y algunas mesas se ocuparon dos veces, aunque no tuvimos sensación...
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Hoy vamos a hablar del restaurante la Chopera, en Collera, Ribadesella, y para hacerlo nos daremos una vuelta primero por el Infierno. Por los acantilados del Infierno para ser más exactos.
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Peña Castil es una apuesta segura. Comida contundente, sabores recios. En un comedor con ese estilo rural que sólo las casas de montaña astures te pueden dar.
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(+46 rating, 10 votes)Cargando... Si nuestra visita al Restaurante Arbidel de Ribadesella se pudiera resumir en un titular, parafraseando a Sir Winston, este diría «Nunca nadie nos dio tanto y tan bueno, con tal excepcional elaboración, y semejante buena disposición, y pagando tan poco». #findelacita. Comer en Arbidel es una experiencia redonda. Casi dan ganas de no hacer esta crónica para que el secreto siga siendo secreto, para que encontremos mesas y menús degustación tan perfectos como el que nos dejó con una sonrisa en la boca el pasado viernes. Con una relación entre la calidad y precio, de 30 euros per cápita, IVA incluido y bodega aparte, que debe hacer sonrojar a los que ofrecen lo mismo por mucho, o lo poco por lo mismo. Éramos ya, desde hace año y medio, clientes de Arbidel pero todavía no habíamos probado su cocina. Nos llamaba la atención su localización coqueta, escondida, casi de postal romántica, y su terraza, que disponen cuando el tiempo astur lo permite. Allí hay tres mesas altas preparadas para que el cliente pasajero pueda tomar un vino, en copa, lo que se convierte en una experiencia de lo más agradable. Así lo hacíamos siempre que paseábamos por la bella Ribadesella. Y teníamos pendiente visita, para comer. Así que, en un día espectacular de febrero, en una pausa entre temporal y borrasca, aprovechamos y reservamos. Ya lo habíamos intentado medio mes antes, pero entonces era sábado y tenían el restaurante totalmente ocupado. Supusimos que con nuevo menú, recién llegados de sus merecidas vacaciones y con la rutilante estrella Michelín recién conseguida, la expectación era alta. Y así fue. Para nuestro primer contacto (y no dudamos que en el futuro habrá más) decidimos probar el nuevo menú que ha estrenado esta temporada. Fuimos correctamente acomodados en una mesa muy bien presentada en una esquina del comedor al que calculamos un aforo de unas 30 personas. Los clientes, que finalmente llenaron el local, eran, en su mayoría, parejas o familias. Gente discreta y...
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