Bread. ‘Guitar man’
El bueno de Tsustas nos recuerda que en los años setenta hubo en Los Ángeles, California, un grupo llamado Bread (Pan).
leer másEl bueno de Tsustas nos recuerda que en los años setenta hubo en Los Ángeles, California, un grupo llamado Bread (Pan).
leer más¿Habéis probado a limpiar un mix de ketchup y mostaza en cristal? Es una pesadilla.
leer másEse es el título de la cosa, de carbones y brasas iba la noche. Repetimos visita al Kurding Club, un lugar de encuentro de caballeros (y damas) aficionados al buen comer, a la charla reposada y también a los caldos excelentes que maridan con comidas bien resueltas. Un club social sito en el Bascook y al que sólo se puede acudir por invitación de alguno de sus socios. El Kurding Club es el sitio perfecto para encontrar a gentes interesantes, para charlar, para intrigar o simplemente para sentarse arropado por los acordes de un cuarteto de jazz y dejarse llevar. Nosotros, doy fe, nos dejamos llevar y muy bien. [slideshow] Comenzamos con el Taco de pan de maíz al carbón con aceite virgen. Pocas cosas dan más satisfacción que un buen pan, ese pan que ya no se encuentra y que Aitor nos está rescatando en una labor de arqueología gastronómica. Creo, no puedo afirmarlo, que Bai Elizegi nos dará pronto noticias importantes en este negociado. Estamos a la espera, pero seguro que lo que salga será para bien. Tras el reposo llegó el Carpaccio de ¿ternera? al carbón. Delicioso, crujiente, con una cama de ensalada perfecta y llena de contrastes. Zior brillaba y la conversación se animaba. Buen comienzo. Mientras esto pasaba, trasegábamos con moderación Ars Romántica, un vino pegado a la tierra. Me gustan los Riberas de Duero. He pateado demasiado esa zona, campos, verdes y ocres, paisajes y paisanaje para que nada de lo Ribero me sea indiferente. Después la gran sorpresa, lo más erótico de la cena. Si nos preguntan si nos gustan las almejas o los caracoles, lo siento, nuestra opción serán siempre los bivalvos. Los metimos en la boca, los desprendimos sutilmente con la lengua, los retuvimos un segundo y como un fluido cálido pasó por nuestra garganta esa carne tibia impregnada de yodos y aromas. Podía haber bastado con eso, pero no, todavía teníamos energía para soportar mucho más. El cambio de tercio lo marcó el Ars...
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