Merece la pena el menú degustación de Acio, que juega con el factor sorpresa, condicionado por el producto de temporada y el aprovisionamiento diario en el mercado de la ciudad.
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Llueve en San Sebastián, entra un nordeste fuerte y racheado. Intentamos dejar el automóvil en el parking del Kursaal pero el espacio se ha quedado pequeño. Hay una larga cola de automóviles que desmienten al luminoso que anuncia que aún restan siete plazas para el completo. Abandonamos el intento de aparcamiento y nos metemos por Gros, barrio bello y salvaje, otro de nuestros barrios preferidos donostiarras junto a El Antiguo y Amara. Bueno, e Igueldo, pero según Izaguirre eso no es un barrio, eso pretende que sea la república independiente de su casa. ¡Cómo son estos independentistas!, empiezan por un país, siguen por un barrio y acaban independizándose definitivamente hasta de sus primos de zumosol (nos alegramos, viva la independencia, con criterio). ¿Por dónde íbamos? Gros, lluvia, mojadura y llegada al Kursaal. Nos acreditamos. Nuestras txartelas, aunque ponen un enorme VIP (gracias a Edu), no son tan glamourosas como las serigrafiadas con el nombre de este blog, pero nos sirven igual. Comienza ‘le grand tour’ (bis) por los puestos del San Sebastián Gastronomika – Euskadi Saboréala 2011. Somos dos los enviados y cada uno con un ritmo diferente. N. es nervioso, apresurado y quiere abarcarlo todo. D. es taciturno, melancólico, un moñas. Su ideal de una feria es encontrar a un sólo tipo que merezca la pena y le sorprenda y hablar horas y llegar a conclusiones filosóficas que se recuerden en los próximos diez años. Llegamos a una solución de compromiso entre los dos enviados. Un ritmo rápido con paradinhas. El primer encuentro es con los cuates de las gastronomía mexicana. Sirven unas tortitas de pollo con mole que, perdón por lo obvio, molan. Les pedimos que nos reten con su chile más bravo y probamos varios tipos de chile habanero. Se llora, se suda, se afloja uno el cuello de la camisa. ¿Un chapulín?, nos preguntan. Claro. Es nuestro primer saltamontes, esta bien churruscadito y se impregna de un chocolate y hace cras, cras en la boca. Lo podríamos poner de sustituto...
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Este lugar austero, que no parece haber experimentado reforma arquitectónica ni estética, con sus pequeñas mesas y taburetes, conserva la esencia del lugar. Lo que una vez fue todo el barrio.
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