Nos gustan los chigres. Cansados de la comida de plástico, de los restaurantes temáticos, del decorado de cartón piedra, de la paella congelada, de los chinos que montan restaurantes japoneses, de los del “todos necesitamos un poco de sur” que ponen un restaurante vasco y dan para comer un pedazo de pan con un chorizo achicharrado al que llaman pintxo.

¿Por dónde íbamos? Nos gustan los chigres. Nos gusta lo auténtico aunque, a veces, la búsqueda de lo auténtico devenga en el encuentro de lo cutre. El mejor ejemplo fue una sidrería llanisca (ya desparecida) a la que acudíamos como en peregrinación mariana, a pesar de que el grado de deterioro y suciedad iba acumulándose como si de estratos geológicos se tratara. El final de ese chigre, y de otros parecidos de los que hemos sido fieles acólitos, ha sido inevitable. La suciedad llega al techo y es entonces cuando hay que parar, por imposibilidad física de entrar en el establecimiento.

Luego están los chigres que se cuidan. Chigres sanos y con estilo de vida saludable. Suelen ser pequeños establecimientos familiares, alejados de las grandes aglomeraciones turísticas, en aldeas o sendas ignotas, y donde el síntoma de estatus y tronío, como si de una estrella michelín se tratara, es que la concurrencia es mayormente de la zona. Si uno tiene la suerte de ser adoptado, pese a ser forastero, en uno de esos lugares se sentirá como en casa y comerá y beberá como un rey (Borbón) pagando como si fuera un mendigo (bribón). Mi ejemplo ejemplificante es el fabuloso Pizá en la localidad de Porrua. Otro, al que la fama y las recomendaciones de guías como la presente no han herido, es el Cabañón en Naves.

Y luego en categoría aparte está la cadena Tierra Astur. El ideal platónico del cómo se puede trasladar lo básico del chigre asturiano a un local masivo, sin que pierda su esencia, sin que sea una postal para el turista. Si depositáramos en una marmita lo mejor de la comida popular asturiana, la incorporáramos en un local grande (muy grande) y, al aplicarse las economías de escala, todos saliéramos ganando, eso sería el Tierra Astur de Colloto.

El gozo del gochu
El gozo del gochu

No encanta acudir de vez en cuando a esa nave situada en un polígono industrial porque sabemos que las comidas van a tener en la agencia de calificación de nuestros estómagos agradecidos el rating triple BBB (bueno, bonito y barato). Los gestores de la cosa, además de unos señores que saben vender muy bien el producto (ejemplar la presencia en redes sociales de @TierraAstur y de @lluisnel, director de comunicación del grupo) se dejan la piel con propuestas que reúnen la  calidad y precio. En nuestras visitas al Tierra Astur de Colloto hemos pedido una variedad de platos de la carta y siempre hemos salido satisfechos. Tablas de quesos, de embutidos, carne (mucha carne, costielles de gochu na brasa, troceau de buey con patates, carne roxa de las mejores terneras asturianas) patatas de las «de verdad” en cantidades industriales, mariscos del cantábrico y pescados muy bien tratados. Y postres dignos de provocar desmayos al más goloso.

Y, sin perder ese toque amable y de trato personal, con unos camareros entregados y que te aconsejan que no te pases en la comanda (me repito, esa honestidad que antepone el bienestar del cliente a la venta sólo se da en Asturias). Por cierto, es un lugar de grandes afluencias, por lo que siempre es recomendable reservar mesa.

Y el lugar, que pese a ser de grandes dimensiones deja espacios, por su distribución, para que el cliente coma tranquilo. Hay reservadines muy guapos, en forma de tonel de sidra para grupos, en los que te puedes hacer tu fiesta privada.

Y, hablando de fiestas, tenemos en mente un planazo en Tierra Astur. Además de sus tradicionales espichas de todos los jueves, amenizadas por grupos de música celta-astur, los últimos años han celebrado con menús pantagruélicos y animación durante toda la noche las salidas de año. En la pasada nochevieja fue grande la tentación pero otras obligaciones nos retuvieron, ahora ya estamos con el objetivo dispuesto para ir el próximo diciembre a ese Valhalla de lo asturiano.

Yo para ser feliz quiero un tonel
Yo para ser feliz quiero un tonel

Lo dicho, nos encantan los chigres y si el producto se presenta modernizado y sin perder su autenticidad es una situación win-win. Todos ganamos, nuestro bolsillo, nuestro estómago y la gastronomía de Asturias que, gracias a la buena mercadotecnia como la mencionada, se está dignificando y haciendo un hueco en el panorama de la restauración española.

(comió a la carta por una más que aceptable media de 15 euros/persona, el zuloko y sus diversas compañías)

web de Tierra Astur
ver ubicación
Antigua Fábrica Aguila Negra s/n; Colloto, Asturias, España
43.379491 -5.79443
+34 985 791 228
 

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Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Director de Suite, el único foro gastronómico sin cocineros de este país.

igorcubillo.com