Hay dos Llanes, la tumultuosa de los días festivos y sus despedidas de solteros/as (grupos beodos con penes en las diademas; el horror, oh, el horror), los puentes de cuadrillas con camisetas del Athletic, el espanto del gentío apelmazado y borreguil de la Semana Santa, el mes de agosto y sus madrileños de vermú.

Luego hay otro Llanes, el melancólico de entresemana, de los meses del resto del año, de las calles vacías y de los bares con cuatro mesas. Somos egoístas y preferimos ese Llanes. Aunque los comerciantes y hosteleros renieguen de la temporalidad y se cisquen en las progenitoras de los hombres del tiempo que les espantan los clientes. Señores/as, Asturias non ye verde por casualidad y el que no esté dispuesto a mojarse un poquín que se vaya a Almería, que es un destino turístico honroso y que, por tener, tiene un desierto, el de Tabernas. Aprovecho para mandar un abrazo a David Tabernas, insigne periodista económico de El Diario Vasco y a todos los taberneros que nos han saciado la sed de justicia con sus diálogos y la otra sed con sus bebidas espirituosas.

Ya que hablamos de buenos taberneros nos iremos a El Almacén. Un local de comidas y bebidas con trabajadores de la barra fija, de esos que limpian, fijan y dan esplendor a su oficio. Son legendarios, el de la coleta y el otro, el largo y serio, no les tiembla el pulso a la hora de escanciar un buen culete de sidra y se dejan y alejan de esos engendros del demoniu, los escanciadores a pilas, que Pelayo confunda. Y, además, la sidra se sirve aquí a la temperatura correcta, sin dar ni una gota de razón a a aquellos que no la tienen, que son los que la piden helada de nevera. No, la sidra se toma enfriada lo justo, en barreños con agua corriente, y para eso están los artistas de la barra de El Almacén, para que nadie salga con una impresión equivocada de lo que es la sidra asturiana y cómo se debe tomar.

El sitio es un antiguo almacén que está fuera del meollo llanisco, pero eso le da más encanto; el pasear por las calles empedradas y fuera del lío, comer alguna de sus especialidades, que no son muchas, pero que siempre están perfectas de punto y sazón. Comidas sin tonterías que combinan tortos, picadillo, lomo, quesos y lo que haga falta para que el parroquiano se vaya con una sonrisa en los labios y el buche lleno.

Son especialistas en las setas y en temporada de setas, que no de conejos ni de patos, la carta se estira, pero siempre podrás encontrar un buen revuelto, con algunas variedades dignas de mención. O los pescados en gozoso rebozo y mi perdición, mi pecado, mi razón para volver, las patatas con alioli, que son dignas de ser elevadas en un altar o ser paseadas en procesión. Y puedes salir  muy bien comido o cenado del lugar por unos 15 euros. Lo que mejora todo mucho más.

Sabemos que le hemos sido infieles en mucha ocasión a El Almacén con lugares de más empaque por el Oriente Asturiano, pero siempre acabamos regresando y sabemos que nos lo perdonan, y con una sonrisa nos animan a tomar otro culete de sidra. ¡Venga!

(es infiel pero mira con quién, Dicky)

ver ubicación
Plaza de Cristo Rey s/n; Llanes, Asturias, España

985 40 30 07

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Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Director de Suite, el único foro gastronómico sin cocineros de este país.

igorcubillo.com