Macarons de Saint-Emilion. Reinterpretación del mazapán
(+24 rating, 5 votes)Cargando... ¿A qué va uno a Saint Emilion, pueblo medieval encaramado a un promontorio rocoso del suroeste de Francia? Pues a sentirse como un pulgón entre sus inmensos viñedos y a beber uno (tras otro) de sus célebres caldos. De acuerdo. Pero luego acude allí y en los escaparates de sus empinadas calles encuentra tantos macarons como botellas. Que ya es decir… No son los clásicos macarons, esos platillos volantes que ahora se presentan en mil y un colores, que lo mismo se comen que sirven para confeccionar un coqueto centro de mesa, son otros mucho menos vistosos. Los Macarons de Saint-Emilion son más parecidos a unas pastas, o a unas galletas rústicas. Tienen su origen en una receta de las hermanas Ursulinas, que se remonta al siglo XVII, y , sobre todo, hay que verlos como una reinterpretación del mazapán, de ese dulce que convivirá con polvorones y turrones, en las muy inminentes y entrañables y retristes fechas navideñas, sobre las mesas de este país (niño, enciende el árbol y pon un villancico). Elaborado a base de de almendras, clara de huevo y azúcar, su sabor es dulce, como el de un mazapán, ya se ha dicho; pero su textura es más mullida, su cuerpo más esponjoso. Una costra de azúcar corona cada pieza y, ¿saben?, ya tengo ganas de que empiecen las celebraciones. Con la excusa, iré a Saint-Emilion a comprar una caja (se despachan, las de 24 unidades, a precios entre 6 y 7 euros) y, de paso, algún vino caerá. Ejem. Oh mon Dieu! (les desea buena vida, y mejor vino, Igor Cubillo) Si dan a parar con sus huesos a la zona de Saint-Emilion, no estaría mal que empezaran la jornada subiendo la duna de Pilat (aka Pyla), la más alta de Europa. Ahí es na’. Está junto a Arcachon, cerca de sus 85 kilómetros de bahía ostrícola, donde yo comería un helado de Maxi Gelati. Y sería un pecado perderse Burdeos, no chapotear frente a la Plaza de La Bolsa, recorrer...
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