Hard Rock Cafe (Londres). Simply Irresistble
El Hard Rock Cafe de Londres es el primero de la cadena que lleva ese nombre. Allí comenzó todo en 1971, ya son años. Nuestra primera visita fue en el 89. Trato de acordarme y lo tengo en el lado de la memoria asimilado a la maravilla. Me imagino que para mi paupérrimo presupuesto de entonces supondría un esfuerzo terrible ir, pero ahorré de las propinas y finalmente pasé por la puerta del mítico local. Supongo que entones comería una hamburguesa y fliparía viendo al personal que entonces iba, creo recordar, por las tendencias post punkis y glam ochenteros. Un universo que entonces era real y que ahora, cuando vuelves a visitar el local tiene ya un aire de naftalina que hace que las visitas se asemejen a recorrer un parque temático del rock. Por cierto que, en los clips que vomitan sus pantallas hay cada vez menos rock y más pop. Como diría Prince es un Sign’O’The’Times.
Pero este es un blog sobre la comida, y aunque a muchos de sus escribidores les gusta mazo la música iremos al plato. En nuestra última visita a Londres, volvimos al Hard Rock situado en la esquina de Hyde Park como medida de urgencia. Era el día de Navidad, un día en el que, aviso para el que no conozca la idiosincrasia británica, no hay nada abierto. No restaurants, no tube, no trains. Nothing at all. Nuestra idea era almorzar en la WinterWonderland, una feria que todos los años ponen en el Hyde Park Corner al lado del Serpentine pero, para nuestro pasmo, la feria navideña estaba cerrada por ser ¡Navidad!. Manda eggs.
Así que nos quedaban dos opciones. La primera pasaba por ir andando por Picadilly, llegar hasta el Eros de Circus, desviarnos a la derecha y entrar en nuestros queridos restaurantes chinos de Chinatown (el reino del pato laqueado). (Hablaremos de esa zona en próximos posts). La segunda y afortunada elección fue que nos apuntaran en la lista de espera del HRC, tomarnos un par de Coronitas en la barra y con ese cacharro vibratorio y avisador que, procuramos no meternos en el bolsillo del pantalón, nos llamaran para sentarnos en mesa.
Esperamos media hora, disfrutamos del ambiente festivo, nos movimos al ritmo del Simply Irresistible de Robert Palmer (QEPD) y flipamos con uno de los grandes clips de la historia del Pop. Y nos sentó y recepcionó el que nuestra compañía femenina definió como el camarero más guapo que sus ojos contemplaron, ever. Estábamos empatados. Con esa frase, se desquitaba de mi atenta observación del video antes citado.
El camarero nos trajo la carta y empezamos a explicarnos en el idioma de Shakespeare (o en la burda imitación que nosotros remedamos) y de pronto, al oírnos hablar entre nosotros, nos interrumpió en castellano y nos explicó que se llamaba Carlos, que era un portugués errante, alejado de su casa en un día tan señalado y que trabajaba en el Hard para hacerse un hombre. Inmediatamente lo adoptamos, cada uno por nuestra particular razón.
Carlos nos trajo un hamburguesa legendaria, en concreto la S.O.B. Burger, que pese a su ofensivo nombre, gustó y mucho. La página oficial la describe como basted with spicy Chipotle Pepper puree and topped with Jack cheese. Served on a buttered-toasted bun with Hard Rock Guacamole & grilled onions. Casi nada, monada.
El que escribe esto, por aquello de darse un homenaje (era Navidad, qué demonios) se pidió el New York strip steak. La descripción lo dice todo: A 21-day-aged, center-cut,12 oz.New Yorkstrip steak grilled to your liking and topped with Merlot-garlic butter. Served with White Cheddar smashed potatoes, gravy and fresh vegetables. Y para rizar el rizo me dijo Carlos. ¿le añadimos a Shrimp Skewer? Y yo dije ¡venga! Y así fue la cosa; un tochazo de carne roja curada, coronada de un montón de langostinos pelados picantes que, se lo aseguro, hacen que mientras escribo este post el teclado se humedezca con la saliva derramada. Una orgía de sabor.
El final en un Hard Rock suele ser un postre de diez millones de calorías y con suficiente azúcar como para matar a un ala de diabéticos del Hospital de Cruces (Barakaldo). No fallamos y, con dos cucharitas, nos ventilamos el hot fudge brownie, un vanilla ice cream and hot fudge on a fresh brownie, topped with chopped walnuts, chocolate sprinkles, fresh whipped cream and a cherry.
Con el subidón de azúcar, con las pintas de lager, con el rock´n´roll tronando por los altavoces, con Carlos haciendo ojitos a mi pareja con ese irresistible aire de perro abandonado que tan bien les funciona a los portugueses para ligar, yo me fui desapegando y finalmente, tras bailar, desenfrenado y pagar ochenta euros por la comanda, dirigimos nuestros pasos en busca de un rick-shaw que nos acercara al Hotel. El cielo estaba gris pero nosotros relucíamos y a un grupo de japoneses que salían del Ritz les grite con voz estentórea: “Merry Christmas, babies”. Se rieron, me sacaron fotos que supongo que estarán colgadas de algún muro de facebook en Osaka y así acabó la jornada.
se quitó todo pero se dejó la camiseta que pone «everything is possible»: Dicky
Hard Rock Cafe London
150 Old Park Lane
London W1K 1QZ, England
Periodista, con especialización en nuevas tecnologías de la información, redes sociales, relaciones públicas, gabinetes de comunicación, Internet y vídeo.
Licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco. Postgrado en Mecanización de la Información promovido por la Unión Europea. Estudios de Filología Inglesa.
Formación en multimedia, diseño web y gestión de empresas.
Radio Euskadi: redactor de informativos y director del programa especializado en nuevas tecnologías «Frontera Azul», galardonado con el premio MTV.
Radio Nacional de España: director de «A primera hora». Corresponsal de las revistas del grupo editorial Heres.
Euskal Telebista: redactor del magazine cultural «Vasta con Uve». Responsable del departamento de Publicidad de la televisión local Tele Donosti.
Sección de Internet y Multimedia de grupo audiovisual vasco Desarrollo de proyectos: deusto.tv , sitio web de la Fundación Buesa y otros.
Asesor de prensa en cosas. ¿Qué cosas? ¿cosas de gobierno? Sí, Peter, cosas del gobierno.
Orgulloso miembro (con perdón) del club de remo Kaiku (cuando ganaba). Hago karate (Shotokan) y subo montes y montañas y cojo olas. In the mood for love.
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