Marisquería Uma (Lisboa) Arroz caldoso en la bella Baixa.
Algo le dijo cuando pasó la puerta que ése era su sitio. Los italianos, un grupo amplio y ruidoso, saludaban efusivamente a la cocinera, besaban y prometían próximas visitas. Un par de parejas ultimaban sus postres y, por un segundo, nos temimos que íbamos a ser expulsados del paraíso. Dos camareros vigilantes, cansados de servir a tantas mesas, tantos años, siguieron con la mirada nuestra entrada y, con un gesto cómplice, nos dejaron pasar y sentarnos en la mesa del fondo. Era tarde, muy tarde para los usos lusos, pero pronto para los que somos ibéricos del otro lado de la raya. Así que cuando pedimos la carta hubo impaciencia en el jefe de sala. Aquí se viene, si eres un turista, pensé que pensó, a comer arroz, el arroz del marisco. No estudies la carta que es corta, no me distraigas, no te disperses, que llevo en este restaurante treinta y ocho años, con sus mediodías y sus noches, sirviendo arroces. Que tengo muy vista a la gente como tú. En cuanto pedimos lo esperado, nos quitaron la carta de la mano, de manera abrupta, casi descortés. Pero la cortesía era dejarnos comer en solitario cuando se levantaron los últimos de la sala. En Portugal, el platillo de aperitivos que no son gratis y que sólo son cobrados si son consumidos, nos sirvió para entretener la espera. Un queso notable dos pâtés prescindibles. Y llegó rápida la cazuela a la mesa, tardó justo quince minutos desde que fue pedida. Los dos camareros, contemporáneos de Matusalén, se despojaron del mandil y nos abandonaron. Y nos quedamos. Dos comensales y una cocinera, y un local cerrado. Una prueba, una experiencia casi mística. El arroz, muy caldoso. En una ración para tres con hambre. Con un sabor marinero, con un toque picante, con el grano suelto y duro. El vino verde, mejorando otros vinos de antaño. Y el arroz abundante iba en buena compañía. Langostinos gordos y tersos. Centolla. Mejillones. Mucha cantidad. Y dos cigalas que daba gloría verlas y mucho más comerlas. Y comimos más de lo razonable, porque estaba francamente bueno. Y entendimos la razón de que haya tortas para entrar y de que el arroz haya sido distinguido con premios. Y el motivo de que, pese a ser un local pequeño y poco destacado, casi invisible, los nativos lisboetas sean asiduos. Y los guiris seguiremos entrando mientras el cuerpo les aguanté a los dueños; que sea por muchos años. Y, aprovechando que estábamos solos con la dama de los figones, hubo charla a los postres. El secreto del arroz, nos dijo, es el piriripiri. Una salsa con base de chile rojo, pimentón y ajo. Y la materia prima. Y el cariño. Y los años de práctica y de recibir. Se llama Uma, el restaurante, como kiddo, y está junto al elevador de Santa Justa, en la Rua dos Sapateiros. Si van, dejen la prisa en la puerta. Sean pacientes con ellos, que son muy mayores, y sepan que no podrán comer mejor, más, ni a mejor precio. Diez euros la ración, un precio de otra época en una ciudad que pasa por encima del tiempo y de las modas. Lisboa la bella.
Rua dos Sapateiros 177; Lisboa (Portugal)
+351 21 342 2512
Dicky del Hoyo Periodista, multitarea, en red desde bastante antes de Internet. Le ha dado y le sigue dando a todos los palos del periodismo: cultura, política, nuevas tecnologías, prensa, radio, televisión e Internet. Trabaja para diversos Medios y también realiza labores de asesor para empresas y entidades. Aunque es del mismo centro de Bilbao es un poco Zelig por los afectos y se mimetiza perfectamente, allá por donde va, con el paisaje y el paisanaje. Cree que a este mundo hemos venido para disfrutar y en eso se empeña, sólo o en compañía. Estar en @lqcdm y la comunicación gastronómica es sólo una excusa para pasárselo bien y dárselas de connosieur.
@zuloko en twitter
Periodista, con especialización en nuevas tecnologías de la información, redes sociales, relaciones públicas, gabinetes de comunicación, Internet y vídeo.
Licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco. Postgrado en Mecanización de la Información promovido por la Unión Europea. Estudios de Filología Inglesa.
Formación en multimedia, diseño web y gestión de empresas.
Radio Euskadi: redactor de informativos y director del programa especializado en nuevas tecnologías «Frontera Azul», galardonado con el premio MTV.
Radio Nacional de España: director de «A primera hora». Corresponsal de las revistas del grupo editorial Heres.
Euskal Telebista: redactor del magazine cultural «Vasta con Uve». Responsable del departamento de Publicidad de la televisión local Tele Donosti.
Sección de Internet y Multimedia de grupo audiovisual vasco Desarrollo de proyectos: deusto.tv , sitio web de la Fundación Buesa y otros.
Asesor de prensa en cosas. ¿Qué cosas? ¿cosas de gobierno? Sí, Peter, cosas del gobierno.
Orgulloso miembro (con perdón) del club de remo Kaiku (cuando ganaba). Hago karate (Shotokan) y subo montes y montañas y cojo olas. In the mood for love.
De ruta por Portugal intentamos seguir vuestro consejo y pasar por el Uma. Pero no se si por vuestra culpa o que 🙂 el sitio tenia una larga cola de japoneses y guiris varios, a la espera de su turno.
Asi que tocó improvisar y buscar una posada a la vieja usanza del viajero.
El arroz muy bueno, mucho, los mariscos pasados de cocción. Nos tocó una mesa de 6 y eramos 2, allí nos acoplaron apretujados los camareros que entre todos suman 1000 años. Amabilidad poca, la bebida llegó cuando ibamos por la mitad del arroz. Aún así se les perdona, tanto la cocinera como los camareros deberían estar jubilados hace tiempo y el arroz estaba francamente bueno. A pesar de todo volvería, pero poesías las justas es un sitio cutre de verdad.
Efectivamente, apreciada Mercedes. Los camareros cuando los visitamos la última vez YA tenían mil años y el ritmo saleroso de su servicio se resiente por la edad. Lo que considero milagroso es que con la edad provecta de los que atienden y el barullo de la gente y los llenos diarios sigan siendo capaces de poner en la mesa algo más que un bollo de pan. Es una experiencia y como tal hay que sobrellevarla, para lo bueno y para lo malo. La poesía, siempre lo digo, hay que llevarla uno de casa, con imaginación y buen rollo, porque en los tiempos que corren, ya no la sirven en el menú 😉
ésimo. Tras esperar una hora en la calle, entramos y nuestra primera sorpresa es que no hay otra opción que arroz para dos, a pesar de que en la carta hay más platos. Nos atienden muy maleducadamente. El arroz lleva pimentón picante, está pegado y con tropezones de cebolla y los gambones estaban muy pasados de cocción. Y para colmo, el arroz para dos es poco para una pareja. Nos te preguntan si quiera si quieres pan, postre o café, directamente te hacen levantarte e irte porque se meten en medio a quitar la mesa. No nos traen las vueltas y se quedan con propina con toda su cara. Ni qué decir del local…: viejo, sucio…un cuchitril… Si quieres comer en condiciones, ve a una buena marisquería. Al final lo barato sale caro.
Efectivamente Carol. Lo has clavado. Camareros más viejos que Matusalén, nada complacientes, más bien bordes. Parece que el turista no es bienvenido sino todo lo contrario. Sitio feo tirando a cutre. Arroz preparado con descuido pero con sabor más que notable. Todo lo que dices es cierto. No es un sitio para todos los públicos sino para aquellos que quieran descubrir cómo comen los locales, de manera apresurada, caótica y desordenada. Pero, pese a todo, y sobre todo por eso, una experiencia diferente y no por el precio, que también, sino por el paisanaje. Me quedo con Uma, un lugar auténtico al que probablemente le queden dos telediarios o como se llamen a los informativos en Portugal.
Me lo apunto como opción para comer aprovechando la próxima visita a Lisboa para ver a los Stones.
Harás muy bien Txus, pero cuídame a los camareros que los pobres son veteranos 🙂 salud y rock’n’roll
Como sé que tienes móvil chulo, echo de menos una foto de la fachada del local (por si pasé por delante en mis vacaciones lisboetas), pero la verdad es que te ha quedado muy bien este texto. He pensado en Azorín. Si me noto con valor e inspiración te imitaré en un post que ando rumiando sobre un menú en Hondarribia. Salud, Dicky.
Querido Oscar. Que digas que me vas a imitar es como si Quevedo dijera que va a imitar a Juan Manuel de Prada. Tú eres Quevedo, por si no quedó claro.
quiero ir quiero ir quiero iiiirrrr…. pero me tendré que acoplar a vosotros, mi querido J y su alergia al marisco no me dan pie a llevarle a estos sitios! Ya podía ser alérgico a las hamburguesas del Mcdonalds…
Un besin! 🙂
B.
Salida, marisco y noche loca de gin tonics por el Barrio Alto. No se me ocurre plan mejor… ¿Cuándo lo organizamos?