Palmeritas de hojaldre, por Uve (Recetas para una cuarentena #34)
Mira que habíamos visto cosas extrañas, pero lo de estos días está siendo raro raro. Apostaría todo al as de corazones a que nadie hubiese imaginado que el balconing sería la nueva red social; que surgiría un sentimiento de comunidad, de terraza a terraza, tan marciano que hasta haría sonreír a los molestos vecinos del sexto, los mismos que tantas veces han despertado en mí cierto instinto asesino.
Ni tampoco podíamos esperar la actitud colaborativa y aparentemente desinteresada del sector comercial, en un afán de idear alternativas a la caída de ventas. Y es que Ikea te diseña un coqueto e-despacho en ese rinconcito mal aprovechado; Volotea, en un solo clic, te cambia tu próximo vuelo a Sevilla por otro sine die a las exóticas Seychelles; Decathlon te pone en casa una esterilla de caucho bio “last generation” con la que no cabe excusa alguna para no lucir abdominales; y Etam… ay, Etam… te sugiere lencería ultra cómoda para estar en casa, con la que, y transcribo literalmente, “siempre puedes sentirte sexy y comprometida”. No lo pillo, la verdad.
Nos estamos dejando las uñas en tener la casa como la patena, hemos agotado los consejos de Bricomanía, ordenado los libros alfabéticamente, por tamaños, colores… nos ponemos carmín en los labios para sacar la basura.
Y cuando ya pensábamos que todo estaba perdido, es entonces cuando, qué cosa, abres el congelador y debajo del paquete de guisantes, justo detrás de la crema de espinacas, asoma tímidamente ese rollo de masa de hojaldre, en su origen masa fresca, que adquiriste en un momento de subidón unas cuantas semanas atrás y finalmente decidiste aparcar cuando la inspiración saltó por la ventana.
Así que, nada, sin pensárnoslo dos veces daremos cobijo al hojaldre en la nevera hasta que se descongele. Después, lo atemperamos 15 minutos antes de ponernos en marcha: acercamos el tarro de azúcar, cogemos un rodillo, afilamos el cuchillo y a la tarea.
INGREDIENTES
- 1 masa de hojaldre fresca rectangular
- Azúcar
Si ya queremos marcarnos un triple, podemos rematar la faena preparando un bol de chocolate fundido al baño maría, o una cobertura más elaborada quien quiera salir por la puerta grande; sumergir la mitad de la palmera, volver a colocar sobre la rejilla, y dejar enfriar. Et voilá.
AL LÍO
Precalentamos el horno a 210º C. Desenrollamos la lámina de hojaldre sobre el propio papel vegetal que lo envuelve. Espolvoreamos azúcar sobre toda la superficie, sin pasarnos demasiado o no se pegarán bien los pliegues de la lámina; pasamos el rodillo suavemente para que se incruste, sin estirar la masa.
Buscamos más o menos el centro de la lámina y doblamos desde los dos extremos hacia dentro. Que nos quede como un libro abierto. Y repetimos la tarea de espolvorear y rodillo suave.
Una vez más, vuelta a doblar formato libro abierto, más azúcar y otra pasadita de rodillo. Por último, cerramos ese libro, apretamos bien las dos partes para que nos quede como un rulo y, con un cuchillo afilado, cortamos en rodajas de 1 centímetro, aproximadamente.
Cubrimos la bandeja de horno con papel vegetal y vamos colocando las palmeritas, a las que daremos un poco de forma abriendo los dos extremos ligeramente; cuidaremos de dejar entre ellas bastante separación, para que al crecer no se peguen entre sí.
Y directas al horno, a 210º durante 15-20 minutos, depende de cada horno. En cuanto las veamos suficientemente doradas, retiramos y ponemos a enfriar sobre una rejilla. Hay quien les da una vuelta para que se doren por el otro lado, yo no lo hago y me quedan rebién.
Es de números y tiene un secreto para conservar su línea. Sus amigos se preguntan por la clase de alimento, Uve sonríe coqueta y se guarda su secreto. Aporta el #mistery a Lo Que Coma Don Manuel. Amiga del anonimato, viste de negro, escucha a Roy Orbison para alegrarse, le parece que Iván Ferreiro grita, estudió en colegio de monjas, le chiflan las ostras, ofrece cerveza a los gremios y trajo el TeleMadre a Euskadi. Siempre de aquí para allá, pasa la noche mirando la Luna, esperando que pase un cometa o baje un platillo volante. Lo normal, al conocerle, es preguntarle: “de qué planeta viniste?”.
Las hice y me parecio muy fácil y muy ricas. Tanto es así, que se lo comenté a mi suegra y las hizo tambien con muy buen resultado. Gracias por estas entradas que estás haciendo en este tiempo de encierro.