Garroticos de Pastas Beatriz (Pamplona)
No es un secreto, porque todos “los de Pamplona de toda la vida” la conocen, pero si uno no es avisado, corre el riesgo de pasear por la Estafeta y no reparar en ese escaparate pequeño y esa puerta desvencijada. Entonces se habrá perdido uno de los mayores placeres para la vista, el olfato y el gusto que se pueden encontrar en la vida.
Casi llegando a la mitad, en el lado derecho de la mítica calle, se esconde Pastas Beatriz, un establecimiento de los de antes, artesano y cálido, donde se hacen y venden las mejores pastas de la ciudad (en dura disputa con Pastas Layana). Magdalenas rellenas o con frutos secos, naranjas cubiertas de chocolate, rosquillas, pastas rellenas de mermelada, trufas, turrón de chocolate… y los famosos garroticos, pequeñas napolitanas de chocolate traídas de otro planeta. Porque no puede haber otra explicación para semejante delicia. Y aquí sí que no hay palabras. Una explosión de aromas y sabores que se mezclan, el mejor chocolate del mundo y la sensación de que uno querría desayunar y merendar garroticos de Beatriz el resto de sus días.
Ah, mejor ir pronto por la mañana, cuando menos cola hay. Porque ir a Beatriz implica esperar, pero siempre merece la pena.
(El Burrito Sabanero)
Estafeta, 22; Pamplona (Navarra)
El patriarca de esta cosa. Considera que el acto de comer es uno de los placeres más enormes que nos ha procurado la existencia. Y a eso se aplica. Y a contarlo.
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