Carnicería y Taller de Degustación Aramburu (Llanes). Los placeres de la carne
Así que buscamos locales ventilados y chulos para cenar. Y Llanes se está poniendo al día. A la oferta tradicional (repasen nuestra categoría dedicada al Oriente Astur) se están añadiendo, a marchas forzadas, nuevas propuestas. Las carnicerías Aramburu son un clásico de la zona. Sus bellos establecimientos, en Llanes y Ribadesella, la calidad de sus productos, la barroca exuberancia de sus mostradores, hacen que los visitemos con frecuencia. Si no nos diera vergüenza, hasta pasaríamos las tardes en sus tiendas mirando exquisiteces. Como un jubilado en el CorteInglés, vamos.
Así que cuando, este invierno, empezaron las obras de reforma del establecimiento que tienen en la céntrica plaza de Parres Sobrino de Llanes, nos interesamos por el proyecto. La cosa se llama Taller de Degustación. Está al fondo del establecimiento y es una acogedora terraza interior con unas diez mesas, con vistas panorámicas a la ría y con visión directa de la cocina donde te elaboran los productos. La oferta de mesas se ve completada por otras tantas situadas en la terraza exterior, en la misma plaza. Como no somos de barullos, ayer optamos por refugiarnos dentro, y acertamos. Música suave de Bebel Gilberto, noche cálida astur y buenas vistas. Espacioso y sin agobios.
Y la carta, breve, ofrece sobre todo carnes y productos sin excesiva elaboración. Tablas de embutidos ilustres. De quesos de la zona. Ensaladas, laterío fino, cocas (de las de comer, no de las otras), ahumados y las supremas carnes por las que ha ganado fama la cadena de establecimientos. Y también hamburguesas.
Para entretener la espera nos pusieron en la mesa un par de tapas de caballa, jugosa y sápida (me encanta esa palabra; abrazo, Óscar Cubillo). Nuestra elección nocturna empezó con ensalada verde. Un cuenco pequeño, para lo que se estila por la zona, con lechuga de verdad y tomate que sabía a tomate (cosa cada vez más complicada de encontrar). Buena calidad y poca cantidad. A un precio excesivo para la zona. Que tampoco es tan caro poner unas hojas más de lechuga, ¡hombre ya!, que a nosotros nos vende una paisana de Naves unas lechugas grandes como montañas a un euro, dos piezas.
De segundo pensamos ambos atacar las hamburguesas. Y así lo hizo mi bella, sagaz y morena acompañante y compañera. Yo, como tengo un morro fino que «shits itself the little parrot», tras un momento de duda por el precio (que no está la cosa para dilapidar leuros), acabé autoconvenciéndome de pedir los tacos de buey con mostaza fina y ketchup (16 euros).
La hamburguesa, aclara la carta, es de las terneras roxas que cría con mimo Aramburu. Toda una garantía de calidad. Y de sabor. Mi acom-compañera eligió (sabiamente) la de boletus edulis (9,50 euros). Hay que aclarar, por si alguien abre el pan y no encuentra las setas, que éstas vienen incorporadas en la preparación de la propia hamburguesa. Con lo que el sabor se realza. El pan, mollete de antequera, soberbio y crujiente, pero su tamaño tiene una pega y es que hace, por comparación, que la hambuguesa (sin serlo) parezca diminuta. Señores del departamento de I+D+i de Aramburu, denle una vuelta a este aspecto. O hamburguesas más grandes o panes más pequenos. La mostaza casera que te ofrecen en enorme dispensador, de las mejores que he probado. Se me olvidó preguntar si la venden, la mostaza, porque, si es así, es para llevársela. Lo que sí puedes comprar envasadas, por si te las quieres llevar y preparar en casa, son las propias hamburguesas. Las hay con ajo y pimienta, con tomillo, orégano y romero, con jamón ibérico, etc.
Y mis tacos de buey, que pedí sangrantes, como si el bicho acabara de ser descuartizado, i-ne-na-rra-bles. Buena ración, casi para dos. Con mucho sabor, de carne madura, no de infanticidio terneril y, pese a la creencia de la mayoría, tiernos como la mantequilla. Los bueyes asturianos y yo somos así, señora, muy tiernos. Los dos platos, acompañados de unas buenas patatas fritas caseras, dieron como resultado una noche casi perfecta que se vio completada en la terraza chill out más in del puerto llanisco. En el Balandro, lugar de encuentro de la gente guapa. Y ahora, mientas escribo estas líneas, nos preparamos para otro día de calor y playa. Esto es un no parar. Conviene ponerlo por escrito porque luego llegará el invierno y nos acordaremos. Así que disfruten del verano y del pecado de la carne. En toda la amplia expresión de la palabra. Osea.
Carnicería Taller de Degustación Aramburu
Plaza de Parres Sobrino sn. Llanes
tfno 985 40 17 32
Dicky del Hoyo
Periodista, multitarea, en red desde antes de Internet. Aunque es del mismo centro de Bilbao es un poco Zelig por los afectos y se mimetiza perfectamente con el paisaje y el paisanaje.
En este preciso instante, con provisional base operativa en Turanzas, recorre el Oriente Astur y comparte centenares de botellas de sidra.
Cree que a este mundo hemos venido para disfrutar y en eso se empeña, sólo o en compañía de otras. La gastronomía es sólo una excusa para pasárselo bien y dárselas de connosieur.
Por cierto es el detrás, en la foto.
Periodista, con especialización en nuevas tecnologías de la información, redes sociales, relaciones públicas, gabinetes de comunicación, Internet y vídeo.
Licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco. Postgrado en Mecanización de la Información promovido por la Unión Europea. Estudios de Filología Inglesa.
Formación en multimedia, diseño web y gestión de empresas.
Radio Euskadi: redactor de informativos y director del programa especializado en nuevas tecnologías «Frontera Azul», galardonado con el premio MTV.
Radio Nacional de España: director de «A primera hora». Corresponsal de las revistas del grupo editorial Heres.
Euskal Telebista: redactor del magazine cultural «Vasta con Uve». Responsable del departamento de Publicidad de la televisión local Tele Donosti.
Sección de Internet y Multimedia de grupo audiovisual vasco Desarrollo de proyectos: deusto.tv , sitio web de la Fundación Buesa y otros.
Asesor de prensa en cosas. ¿Qué cosas? ¿cosas de gobierno? Sí, Peter, cosas del gobierno.
Orgulloso miembro (con perdón) del club de remo Kaiku (cuando ganaba). Hago karate (Shotokan) y subo montes y montañas y cojo olas. In the mood for love.
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