The Good, The Bad and The Queen. ‘Kingdom of doom’
Estoy leyendo ‘El arte de mentir’, el estupendo libro firmado por Igor Paskual, cuando pienso en qué canción puedo programar esta vez como Momento musical de LQCDM. Y leo lo siguiente en el capítulo donde el rockero donostiarraaunqueafincadoenasturias, guitarrista de Loquillo, antaño líder de Babylon Chat, muestra su admiración por las letras, la imagen camaleónica y la sonrisa de David Bowie: «Hoy en día, después de unos años ochenta preñados de liberalismo a ultranza, se ha conseguido que las clases bajas estén más bajas que nunca, y que para ellos estudiar suponga una carga demasiado onerosa y casi imposible de abordar. Pero el obrero ha terminado por creer que su modo de vida es el mejor y lo ha extendido incluso a individuos que proceden de buenas familias, con intereses artísticos y buena formación -Damon Albarn, de Blur, por ejemplo-. Por eso quieren ocultar su pasado, dando imagen de bebedores de cerveza y futboleros acérrimos y maleducados».
Ah, Damon… No me cae nada mal el londinense; durante un tiempo me dijeron que nos parecíamos físicamente (descartado) y durante un tiempo afirmé que me gustaba más Blur (un poco por tocar las narices, y otro poco porque así lo pensaba) que Oasis. Es más, pensé en rodar con el cantante y guitarrista un videoclip ambientado en una cocina, donde él y sus músicos friegan, juegan al dominó, fríen huevos, salchichas y bacon, trocean tomate y saltean champiñón, siguiendo las instrucciones de un cocinero televisivo. Posteriormente, caí en la cuenta de que ya lo habían filmado, para promocionar ‘Kingdom of doom’, del grupo The Good, The Bad and The Queen, completado por Paul Simonon (ex The Clash), Simon Tong (ex The Verve) y Tony Allen (antaño, baterista de Fela Kuti). Me habían robado la idea. Capullos…
(no se parece a Damon Albarn, Cuchillo)
Es el pequeño de los Cubillo Brothers. Nació en 1991, en el mismo Bilbao, es más de salado que de dulce y acostumbra a disociar, con lo cual cambia de apariencia física con frecuencia. Como Robert de Niro antes de rodar Toro Salvaje, pero a lo tonto, por la cara. Él es más de toro tataki. Aprendió pronto que Dow Jones no es un cantante, le incomoda la fama de criticón, pues siempre ha sentido simpatía por el débil, y una máxima guía su proceder: «más vale que zozobre, que no que zofarte…». Católico practicante, que no celebrante, en su bautizo el párroco ofició vestido de Elvis, cantó himnos y salmos, y entonó el ‘Burning Love’. Vio la luz el día que se fotografió con Ferran Adrià y el de L’Hospitalet de Llobregat le puso una mano sobre el hombro al tiempo que decía: «Cuchillo, la gastronomía es el nuevo rock and roll». Amén.
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