En un mundo, el de los pintxos, donde innovar sin caer en la tentación de elevar a categoría gastronómica lo que no deja de ser ridículo aunque lo camufles de vanguardia, el Bitoque de Jardines de Albia logra insuflar en cada expectante cliente la esperanza de experimentar, por fin, alguna novedad que despierte su paladar.

La barra es un buen escaparate de lo que uno puede encontrarse en este local, si bien recomendamos acceder a sus mesas y conceder una oportunidad meditada a quien se ha marcado, claramente, el reto de crear un rincón que nos transporte, a través de sus sabores, colores, olores y texturas, más allá de tan castiza zona bilbaína.

La carta cae en el tan repetido error de la pretensión y oculta, tras nombres imposibles, platos cuya simple evocación natural ya conseguiría, de por sí, abrir el apetito de cualquiera. Sin embargo, en el Bitoque este juego del escondite tiene su razón de ser: generar una sorpresa y expectación que no se verán sino aumentadas hasta el momento mismo de ingerir sus propuestas.

Los últimos retoques de cada obra son dados ante el público que llena el local, en un ventanal blanco y enmarcado que tiene por misión convertir el proceso constructivo de cada plato en parte integrante del producto final.

Recomendamos pedir pintxos y no raciones; anunciamos que el servicio, aunque correcto, se hace esperar; necesario probar el sushi de algas y su rabo con espuma de piquillos y aire de cebolla; y, ante todo, anunciamos nuestra intención de volver a permitir que nos envuelvan en ese juego de seducción que es el Bitoque.

(catado por Ekain)

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Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Director de Suite, el único foro gastronómico sin cocineros de este país.

igorcubillo.com