El Señorío De Sepúlveda (Sepúlveda). El típico mesón castellano
Con el regusto de una larga y muy recomendable excursión por las Hoces del Río Duratón, y de un pequeño paseo por la impresionante Sepúlveda, nos centramos en el turismo gastronómico. Después de recorrer la ciudad y de buscar un lugar adecuado, llegamos al Restaurante El Señorío de Sepúlveda, típico mesón castellano situado a unos 200 metros de la Plaza Mayor.
El aroma a horno de leña invitaba a catar los productos de la tierra, y así hicimos. De entrante elegimos unas morcillas que, aunque no nos disgustaron, tampoco nos llamaron mucho la atención; para nuestro paladar tenían demasiada especia, pero eso va por gustos. Acompañamos la comida con un crianza de la zona, Ribera de Duero por supuesto; nos dejamos aconsejar y, la verdad, he de decir que acertamos.
Como plato estrella, y estando en Segovia, no podíamos degustar otra receta que no fuera cordero asado, acompañado de una ensalada de la huerta, y resultó extraordinario. Quizás porque estaba tierno y jugoso, o debido al apetito canino, el caso es que cumplió sobradamente nuestras expectativas. Desde luego, es el plato estrella (el cordero) y a mi parecer sobran los entrantes, y hasta el postre. Este último pasó sin pena ni gloria pero, eso sí, la relación calidad-precio es muy buena. Y reconozco que, entre la comida, el calor de la chimenea y el vino, salimos contentos del establecimiento.
(Saboreado por Amaia)
El patriarca de esta cosa. Considera que el acto de comer es uno de los placeres más enormes que nos ha procurado la existencia. Y a eso se aplica. Y a contarlo.
Que a nadie se le ocurra hacer una reserva para ir a comer a este restaurante porque pueden quedarse sin comer como nos paso a nosotros. Fuimos en el puente de los santos de 2011 y reservamos para ir a las dos horas 18 personas. Nos dijo wl antolin como iba a colocarnos, en mesa de 10 y dos de cuatro y asi quedamos cuando eran las dos menos cuarto. Cuando volvimos al restaurante a comer a las dos y cinco, nuestro sitio habia sido ocupado por otro grupo, hacia 15 minutos (tal y como manifesto una testigo que lo oyo y vio todo todo) y el Antolin, o como se llame el señor un poco grueso, nos llamo mentirosos, en un tono muy alterado, por decir que habiamos resevado, Encima tiene la desfechatez de decirmos que no fuimos a la hora exacta y que no habiamos reservado (en que quedamos, porque si no habiamos reservado porque dice que no fuimos a la hora) y que estariamos por ahi tomando vinos y por eso llegamos tarde, ¡¡¡¡Que desvergonzado!!!!!!. Tuvimos que buscarnos la vida para comer 18 personas despues de la faena, aunque la testigo que lo vio todo y estaba en el bar todavia( o sea que fijense lo que tardamos) nos dijo que ibamos a comer mejor que ahi en cualquier otro sitio porque no es recomendable, y sobre todo por el mal trato que el Antolín propicia a sus clientes, Como a todos les trate asi y les haga esas picias, y no mejore su comida, le va durar el negocio un telediario.
Lo de probar lo típico en cada sitio suele tener su razón de ser, si ademas se dan ideas para hacer hambre pues mejor k mejor
Buena recomendación: atacar el plato princiapal y olvidarse de las menudencias, que acostumbran a ser distracciones para el apetito y cargas para el bolsillo.
El Ribera, ese gran vino, tan poco conocido en esta zona de Riojas hace un maridaje perfecto con el lechazo.
ya estoy pensando en la próxima visita a Castilla, caerá seguro. Esto se va a parecer al «silencio de los corderos».