Manitas de cerdo de Collado Hnos. Qué lata
Cuando esos cuatro pelaos tomaron (el islote de) Perejil pensé que la invasión iba en serio y corrí al supermercado para aprovisionarme de latas de conserva, temeroso de que la resolución del conflicto bélico pasase por el desabastecimiento de la población civil. Cogí la tarjeta de crédito y agoté el saldo adquiriendo montañas de cartón y hojalata rellena de pescado, guisantes, brotes de soja, piña y melocotón en almíbar, perdices y codornices escabechadas, callos a la madrileña y, a modo de capricho, manitas de cerdo de Collado Hnos., casa fundada en 1955, con sede en Logroño, que proclama las bondades de la cocina riojana.
Las manitas son uno de mis platos preferidos. Las que prepara mi amatxu serían reverenciadas si se exhibieran en un altar. Están bien buenas las que sirve con foie el restaurante El Portalón, en Vitoria. Y no están nada mal las que rellena con queso de cabra La Corrada del Obispo, en Oviedo. Sólo con este background puedo presumir de objetividad al juzgar un plato de patas de cerdo, y pueden ustedes otorgarme cierta credibilidad cuando afirmo que la lata de Collado Hnos., pese a su estética rancia y demodé que pretenderá transmitir autenticidad, contiene un producto deslavazado. No por falta de higiene, pues la empresa asegura que se trata de un alimento cocinado esterilizado en autoclave, sino por falta de consistencia, de enjundia, de carácter y, por qué no decirlo, de carne. Apenas se perciben dos minúsculos cacahuetes entre un montón de gelatina, piel y huesitos cocido y embotado junto a un líquido sin vida que dicen contiene tomate, cebolla, aceite vegetal y sal. No seré yo quien meta un trozo de pan en ese charco que bien podría ser una piscina de grasa diluida tras su paso por el microondas.
Antes pensaba que del cerdo me gusta todo, incluso sus andares. Ahora estoy convencido de que del cochino me gusta todo todito todo, salvo las manos de Collado Hnos.
(cuchillo)
Es el pequeño de los Cubillo Brothers. Nació en 1991, en el mismo Bilbao, es más de salado que de dulce y acostumbra a disociar, con lo cual cambia de apariencia física con frecuencia. Como Robert de Niro antes de rodar Toro Salvaje, pero a lo tonto, por la cara. Él es más de toro tataki. Aprendió pronto que Dow Jones no es un cantante, le incomoda la fama de criticón, pues siempre ha sentido simpatía por el débil, y una máxima guía su proceder: «más vale que zozobre, que no que zofarte…». Católico practicante, que no celebrante, en su bautizo el párroco ofició vestido de Elvis, cantó himnos y salmos, y entonó el ‘Burning Love’. Vio la luz el día que se fotografió con Ferran Adrià y el de L’Hospitalet de Llobregat le puso una mano sobre el hombro al tiempo que decía: «Cuchillo, la gastronomía es el nuevo rock and roll». Amén.
no las encuentro en grandes superficies ni en supermercados
es una marca que la solia comprar pero no la encuentro
soy de estepona malaga