Nos habían recomendado el menú del día de La Reina del Arenal, y nos apeteció acudir desde el primer momento. “Se entra por una panadería, el comedor está en el piso superior”, nos dijeron. Cómo resistirse. Nuestra imaginación voló. Fantaseamos con un viejo despacho de pan en el que una vieja entrañable, o no, nos dejaría acceder al vetusto comedor tras franquear una trampilla que sólo abriría tras recitar un santo y seña del tipo “¿Cómo le gusta el pan? Como a Edurne Pasaban”. También nos vino a la mente el liguero de una Jessica Lange embadurnada de harina en ‘El cartero siempre llama dos veces’. Umh… Quizá por eso nuestra primera sensación fue de desilusión al entrar en una panadería/pastelería bien moderna con una escalera de acceso al piso superior tan grande y visible como el propio mostrador. Cero misterio.

Realmente, la panadería ni siquiera se llama La Reina del Arenal. Se llama Opila, aunque sirve el mismo menú (11 euros) que la cafetería – restaurante La Reina del Arenal, situada a escasos metros. Incluso comparten datófono cuando hace falta. Resignados, optamos por cumplir el plan inicial, entramos por la panadería y nos acomodamos en una pequeña mesa sin vistas donde pasamos frío y de entre los primeros platos desechamos “Crema de legumbres bicolor con picatostes y hilo (sic) de nata líquida”, “Tortelinis rellenos de carne a los cuatro quesos” y “Ensalada campera”. Yo comí “Arroz caldoso de rape, pimientos y gambas”; caldoso, efectivamente, pero totalmente desprovisto de tropiezos, si no contamos un puñadito de espinas. Será por eso lo de arroz caldoso de y no arroz caldoso con. ¿Tanto escasea la gamba? ¿Está en vías de extinción? Una sosada. El amigo Oscar pidió “Alcachofas estofadas con patatas y guisantes” y sentenció: “son de bote bueno”. Cachondo.

Fachada de Opila. La escalera se entrevé por el cristal (foto: cuchillo)
Fachada de Opila. La escalera se entrevé por el cristal (foto: cuchillo)

Bebimos tinto (Entorno, de Bodegas Usabiaga) y, de segundo, pasamos por alto “Huevos fritos con jamón de bodega y patatas”, “Pupietas de pollo rellenas de york y queso con jugo de carne”, “Lomitos de merluza con espárragos en salsa verde” y “Panaché de verduras con salsa de remolacha”, y pedimos “Lengua de ternera rebozada con patatas paja y salsita de verduras”. Rica, la verdad, pero cortada excesivamente fina (¡finísima!) para nuestro gusto. Entre los postres, tras pasar de natillas, yogurt y fruta, cayó arroz con leche, pues el camarero me aseguró que, además de ser casero, estaba “muy bueno”. Sería casero pero, sin llegar a la catalogación de atroz con leche, no estaba muy bueno.

Total, que ni lo descalificamos ni lo recomendamos. Pero seguro que no volvemos a patear un kilómetro y medio para comer en La Reina del Arenal, en Opila, o como se llame. Fijo.

(cuchillo)

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Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Director de Suite, el único foro gastronómico sin cocineros de este país.

igorcubillo.com