Café Suizo (Santander). Como un barco del Misisipí
Ubicado en una zona privilegiada de Santander está el Suizo, cafetería-restaurante con terraza cubierta extendida a lo largo de decenas de metros, local con dos puertas a sendas calles y distintas alturas, pues dispone de un elegante altillo accesible vía unas escaleras de madera por las que esprintan los camareros en las horas punta. Cuando visitamos Santander nos agrada sorber un café en su terraza (¡sirven el mejor cortado del mundo!), y a menudo habíamos intentado probar su menú económico disponible también los domingos, pero siempre desistíamos por no rebajarnos a hacer cola o porque, directamente, el local estaba llenísimo, hasta los topes, congestionado. El Suizo lo frecuenta gente bien, señoras mayores con posibles (aunque coman enjoyadas y maquilladas sándwiches americanos en su terraza) y visitantes dispares, a veces turistas como nosotros.
Debutamos un domingo y por 12,90 euros nos atracamos con dos platos, postre y café, todo regado con cosechero riojano. Repetimos el dato:12,90 euros un domingo en el centro de Santander, ¿eh? El local posee decoración serena y parece querer dar la sensación de un barco del Misisipí. De hecho, hay expuestas varias maquetas semejantes y el alzado de un riverboat se usa en sus posavasos. Los camareros recorren uniformados el piso entre barandillas blancas de madera más paredes, barra y manteles rosas. Cuando intentamos conseguir mesa la enésima vez en el Suizo, uno de los encargados, grueso y sudoroso cual mexicano, nos contestó que deberíamos esperar a que se libraran dos. Y, vaya, sin que sirva de precedente nos resignamos a esperar al sol de su terraza, que da a la ancha calle del paseo Pereda, cerca de la peluquería Eduardo y Pilar Pescador, donde a veces va La Churri, no sólo porque le ofrecen té.Ese nuestro primer día en el Suizo (y habrá muchos más, Dios mediante) de primer plato había berenjenas con pisto (buena pinta), alubias (no nos apetecían tras tantas comilonas durante las VIII Jornadas de los Productos Gastronómicos de Cantabria) y lo que pedimos nosotros y nos sirvieron en raciones enormes: yo reparadora paella mixta con langostinos cimeros (mejor que la del Bibi, por ejemplo), y ella ensaladilla rosa, digo rusa, que le gustó mucho. Ella bebió agua, yo Carlos Serres de año, un rioja pelín caliente, pero lo disfruté sobremanera durante la espera, pues en la cocina se vieron desbordados por la afluencia de comensales.
De segundo se agotó el entrecote (bueno, yo no pedí la última tajada disponible), La Txurri desespinó una dorada a la plancha que le pareció rica (opinión compartida con la simpática abuelita de la mesa aneja), y yo me zampé todo lo que pude de ternera villaroy, con una bechamel estupenda, un rebozado finolis y una carne sabrosa. Además, las sositas patatas daban el pego (luego vimos a un cocinero trayendo dos grandes paquetes de patatas congeladas) y la salsa que la acompañaba podía degustarse sin problemas.
De postre nos cantaron muchas cosas pero escogimos dos dulces tan sencillos como efectivos: un flan de huevo genial que no pudimos acabar y un helado de turrón rústico que tampoco. Aunque me parece fatal, casi pecado, dejar comida en el plato, no podíamos más. Y, por supuesto, luego llegaron los cafés, un cortado y otro con leche, el mío sin crema y no tan estupendo como en la terraza, pero más que digno.
(No andaba mal de dinero Óscar Cubillo, ¿eh?)
Paseo Pereda, 28; 39004 Santander (Cantabria)
942 215 864
Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.
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Sin servicio, no es normal que en pleno verano a las 14; 30 horas te digan que no cojen más comandas en la terraza. O falta personal o sobran mesas.
Pûes tuvisteis suerte de poder comer, yo hoy nada de nada. Mucha disculpa pero na de na. !Ni se os ocurra acercaos!
Yo a menudo no he podido comer porque el Suizo suele estar hasta los topes. ¡Hasta he debido esperar cuando me he podido sentar en sus mesas!