Hotel Gastronómico Echaurren (Ezcaray). Cómo hemos cambiado
La falta de originalidad a la hora de elegir destino para pasar un fin de semana es algo que nos caracteriza. A mí y al de mi lado. Él adora Cantabria y tiene debilidad por las tierras asturianas, pero éstas nos pillan un poco a desmano cuando sólo disponemos de una noche fuera de casa.
Me temo que soy bastante urbanita y desestimo a priori lugares que no ofrezcan un poco de vida. Vamos, que al que me acompañaba no le hubiera importado una casa rural en un pueblo medio fantasma que creo no tenía ni cantina. Tampoco es eso. Me gusta disfrutar del aperitivo en un bar en el que cueste encontrar taburete, con algo de ruido y buen ambiente. Que antes de cenar puedas tomar una cerveza en local diferente al que visitas para desayunar… Tranquilidad sí, pero en su justa medida. Y creo que este pueblo riojano ofrece una adecuada combinación de lo que yo buscaba. Cómo me conoce…
Pues eso. Volviendo al pueblo en el que aprendí a esquiar, dormimos en el Hotel Echaurren, un clásico en el entorno. Pero un clásico en proceso de renovación donde pudimos disfrutar de una moderna y confortable habitación en la segunda planta recientemente restaurada. Nada que ver con las “estilo castellano”, como las denominó el propio Francis, que ocupan el primer piso.
No conocía a Francis Paniego más que de nombre pero, con la visión de quien vive del cliente y cuida el negocio, se nos acercó mostrando interés por nuestra estancia, el desayuno, la habitación, ¿alguna sugerencia? Y hablamos de su cocina, de platos que disfruté años atrás, recordando especialmente las croquetas de su madre y la menestra de verduras… fa-bu-lo-sa.
Nos puso al día descubriéndonos un proyecto mucho mayor. Dejando de lado el hotel, la niña de sus ojos es la restauración. Y, con el transcurso de los años, el restaurante de siempre, Echaurren Tradición, ha dado paso a otras alternativas, una de las cuales le ha hecho merecedor de una ansiada estrella, El Portal del Echaurren, con cocina vanguardista, según sus propias palabras. En local anexo, se ubica el Bistrot Comilón, con una oferta más desenfadada y ambiente familiar.
Además, en la estancia principal dispone de un acogedor salón con chimenea y una pequeña terraza donde oferta su Gastrobar e-tapas, cocina en miniatura para las horas de aperitivo y ligeras cenas más informales. Y, por último, me sorprendió el servicio de take away “Echaurren a-casa”, comida tradicional en envase reciclable con un diseño de lo más chic y cuidado. Nada que ver con happy meal ni esas cosas.
En nuestra noche en Ezcaray, como no teníamos ganas de demasiada formalidad y el Echaurren Tradición ya lo conocíamos, optamos por el desenfado del Bistrot Comilón. Es que me hacía gracia el nombre, y no porque ninguno de los dos precisamente hagamos honor a tal apelativo… Antes, vinito cortesía de la casa junto a la chimenea y paseo por las calles del pueblo en busca de cerveza/vino para ir entonando. Qué paz. Un par de llamadas en el móvil, nada que no se pudiera solucionar rápidamente y listo.
Nos decantamos por empezar con dos platos fríos, un sabroso tartar de salmón con hojas de rúcula y la ensalada de langostinos con aguacate y confitura de tomate. Correcta. De segundo, y teniendo claro que yo cenaría pescado, elegí un sencillo chicharro al horno con patatas panadera. Estaba rico, ración suficiente para mí, justita para otros. Mi acompañante dudó más y, aunque intenté llevarle por el buen camino, se rindió a los encantos de costillas de cerdo a la parrilla con salsa de miel y romescu. Error. La salsa era demasiado espesa, demasiado dulce, demasiado… negra. Otra vez me hará más caso. Todo ello regado con un rioja Villarrica rico, valga la redundancia. Sin postre y sin que la que escribe perdonase el café, 70 euros.
Creo que, de momento, me quedo con el Echaurren Tradición. Por lo menos hasta que, haciendo gala de mi (nuestra) ya mencionada falta de creatividad, repitamos visita. Somos comodones, lo sé. Pero Ezcaray merece la pena.
(Uve)
Padre José García, 19; 26280 Ezcaray (La Rioja)
941 354 047
Es de números y tiene un secreto para conservar su línea. Sus amigos se preguntan por la clase de alimento, Uve sonríe coqueta y se guarda su secreto. Aporta el #mistery a Lo Que Coma Don Manuel. Amiga del anonimato, viste de negro, escucha a Roy Orbison para alegrarse, le parece que Iván Ferreiro grita, estudió en colegio de monjas, le chiflan las ostras, ofrece cerveza a los gremios y trajo el TeleMadre a Euskadi. Siempre de aquí para allá, pasa la noche mirando la Luna, esperando que pase un cometa o baje un platillo volante. Lo normal, al conocerle, es preguntarle: “de qué planeta viniste?”.
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