Quenelles de saumon de Côté Table. Error, terror y pavor
Es domingo, un día que tradicionalmente despierta mi yo misericordioso, y ni así soy capaz de morderme la lengua. Cuando me da el punto anacoreta, me gusta caminar mucho (cosa rara en mí), hablar poco (inédita) y no cocinar. Voy al bar o tiro de las conservas más singulares, como si fuera un inconsciente concursante de ‘Humor amarillo’. Rara vez acierto, y reconozco que no me preocupa, que me pongo en la piel de un conejillo de indias que experimente el mal en su cuerpo, en sus propias carnes y estómago, con el noble fin de advertir a la raza humana de cuánto mal se apila en los lineales del supermercado.
La ultima experiencia digna de ser tildada de desagradable, rayana con lo repugnante, fue la apertura y posterior cocinado (bueno, mas bien calentado) de una lata de «quenelles de saumon» con «sauce crevette» de Côté Table. Algo así como croquetas de salmón con salsa de gambas. Lamentables desde la misma denominación, sí.
Si fuese una cata ciega, tras olerlo hubiera pensado que era una de las baratas latas de calamares en salsa americana que asaltan el mercado. O algo similar. Desprendía ese aroma de los escabechados industriales más siniestros. Visualmente el producto es poco atractivo, casi repelente, con reminiscencias de cine gore. En boca la cosa no mejora, es como si comieras un dantesco pudding de pescado con poco pescado (13%, y me imagino la calidad) y muuuucha manteca de vacuno, harina, aceite de palma parcialmente hidrogenado, huevo, sal, gluten de trigo, lactosa, proteínas de leche, cúrcuma y extracto natural de pimienta. Sin pasar por alto trazas de moluscos (quién los pillara), apio y mostaza. Ah, y un espectacular 0,5% de gamba deshidratada en la composición de una salsa de ‘marisco’ que supone nada menos que el 64% del contenido. En boca el conjunto es blandurrio, sin llegar a gelatinoso, pastoso a más no poder y ciertamente desagradable. No terminé el plato. Es de las peores cosas que me he llevado a la boca. Sino la peor. La culpa es mía, por comprarlo. Error. No sé si he sido suficientemente diáfano. Como es domingo…
(Igor Cubillo)
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
Puajjjjj! la cuisine française est bien mieux que ça!
¿Quien fabricas las «Croquetas» Quenelles de saumon de Côté Table.
Conviene que des la dirección del fabricante para no fiarnos de otra exquisiteces de la conservara.
El retronasal de semejante delicatessen tiene pinta de ser dantesco,