Paul McCartney hace el pavo
Me imagino que la tercera boda de Paul McCartney, celebrada hace un año en el Old Marylebone Town Hall de Londres, sería un chasco para los invitados. Además de que quedarías mal al intentar colocarle una de las 15 fondues que te cayeron a ti al contraer nupcias (ése fue el verdadero Efecto 2000, no te engañes; me río yo del temido desajuste informático), y de que tendrías que gastarte un verdadero dineral en cualquier gadget que encaje en alguno de sus Aston Martin, por ejemplo (pues mansiones ya tiene), resulta que en el banquete posterior no se serviría nada que en su día tuviera ojos. Ni langostas de La Isla del Tesoro, ni tradicionales solomillos, ni tournedo Rossini, ni siquiera cerdo al curry del Ibai, célebre en The Wall Street Journal por lo cara que salió la broma al periodista Bruce Palling.
¿Por qué tendrían que renunciar a los placeres de la carne los referidos convidados, que es a lo que íbamos? Pues porque creemos en el proceder consecuente del anfitrión y leemos en la imprescindible EFE EME que Macca, después de haberse comido todo lo que le vino en gana durante los años de vino y rosas de los Fab Four, vuelve a pedir tu sacrificio, tu conversión al vegetarianismo, e incluso la amnistía para los pavos, enfundado en una t-shirt (de Peta) de las que nos gustan, con mensaje.
O sea, que si el banquete no tuvo lugar en la ribera navarra, donde uno puede darse un festín a base de verduras autóctonas, me temo que ahí lo que corrió de mesa en mesa fueron hojas de lechuga, huevos, leche y poco más.
Es lo que toca. El autor de ‘Vive y deja morir al pavo’ y ‘Pavo a la carrera’, el más rico de los músicos británicos (con 665 millones de libras a su disposición) te desea ahora feliz Navidad bajo dos epígrafes: » Estas fiestas, celebra la vida»; «Di no. Gracias al pavo». ¿Me lo dice a mí, que añoro los ojos de las angulas y cuento las navidades de mi ya lejana infancia por langostinos cocidos embadurnados en mayonesa Musa? Qué fácil es decirlo cuando uno es un pavo…
(los ojos es lo que más le gusta de las angulas a cuchillo)
Es el pequeño de los Cubillo Brothers. Nació en 1991, en el mismo Bilbao, es más de salado que de dulce y acostumbra a disociar, con lo cual cambia de apariencia física con frecuencia. Como Robert de Niro antes de rodar Toro Salvaje, pero a lo tonto, por la cara. Él es más de toro tataki. Aprendió pronto que Dow Jones no es un cantante, le incomoda la fama de criticón, pues siempre ha sentido simpatía por el débil, y una máxima guía su proceder: «más vale que zozobre, que no que zofarte…». Católico practicante, que no celebrante, en su bautizo el párroco ofició vestido de Elvis, cantó himnos y salmos, y entonó el ‘Burning Love’. Vio la luz el día que se fotografió con Ferran Adrià y el de L’Hospitalet de Llobregat le puso una mano sobre el hombro al tiempo que decía: «Cuchillo, la gastronomía es el nuevo rock and roll». Amén.
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