Cervejaria Camoes (Cascais). Mejor la comida que el comedor
Cascais es una ciudad muy bonita y muy británica. Desde las inmobiliarias hasta algunos pubs irlandeses, desde los parques hasta ciertos edificios. Hay muchísimos restoranes. Quitaría los italianos y dejaría algún indio y los locales, por supuesto; por ejemplo, los de pollo (frango) que no pruebo en estas merecidas vacaciones. También quitaría a los molestos músicos callejeros mendicantes (del Este, indígenas…) y dejaría, hum, a las matures burguesas rubias con melena y escote que se saben las reinas de la plaza y asen con donaire las copas de balón con líquido rojo. Estoy en la parte antigua, en la plaza de los pubs ingleses (John Bull, Chequer’s Bar, Duke), tomando un aperitivo en el corner español (La Bodeguita) mientras miro en derredor y decido dónde comer.
Después entramos a una cervecería-marisquería que minutos antes me ha dado buen rollo nada más ver su carta de pescados. El relaciones públicas que pesca clientes en la calle no nos tiene que convencer, pone cara de sorpresa ante nuestra nula resistencia, y entramos. Uh, el local por dentro parece un comedero modestísimo: hay música, la tele emite algún partido de fútbol, las servilletas y el mantel son de papel, las mesas están muy juntas… Es tarde para almorzar y hay poca gente; o sea, que estamos cómodos. Susana pide una cerveza Superbock negra (1,75), de tercio, y yo me animo al vino: media botella de tinto Vinha do Monte (8 euros), Alentejo, 2011, 13,5º de alcohol, y de temperatura un poco caliente pero muy rico. Lo abre el amable y un poco tímido camarero. El corcho suena ‘plop’ y el caldo huele a fruto rojo. Hum… la cosa promete en su modestia.
De entrante compartimos una morcilla asada (5 euros). Llega servida en trocitos, alternada con piña para desengrasar, en una presentación sencilla (pobre) y con mucho margen de beneficio (imagino). Es un condumio compacto, rústico, rudo y sápido (otro día pido pulpo, pienso). Me siento feliz, happy. Para los platos principales nos cambian los cubiertos. Susana pide ‘bistec con salsa de setas’ (11,50), que en luso se dice ‘bife con cogumelos’ o algo parecido. Cogumelos, qué bonita palabra, significa champiñones. Se lo sirven con un plato de patatas fritas aparte (están cojonudas, pero sin sal) y la carne no está muy hecha y sí muy tierna, y empapada de la salsa y las setas. «Más que 10», lo puntúa Susana, que añade: «Es curioso cómo en Portugal nunca te preguntan el punto de la carne y luego está muy buena». Lo dice quien prefiere la carne superhecha y ahí comía filetes, a veces, con el rojo de la sangre visible.
Ella está comiendo carne todos los días y siempre acierta. Yo me animo por tercera vez con el pescado nacional, esta vez en forma de caldeirada de bacalao (12,50). Llega en una cazuela enorme, tipo bacalao con pimientos. Mi madre lo suele poner en casa y le queda mucho mejor: mejores los pimientos, por suave sabor, y mejor el bacalao, por más tierno y delicado. Además, este de Cascais lleva patatas cocidas y un poco de cilantro. Es una escolta de verduras similar a las del atún que me sirvieron en el 1º de Maio lisboeta. Disfruto del momento, el vino crece al empujar este plato, y me acabo la cazuela para sorpresa de mi esposa (como si no me conociera).
De postre pedimos queso (3,80). No pasan el recogemigas (es ironía) y nos lo sirven en una tablita más dos platitos. Es de oveja curado, creo que de la marca Dom Pedro, está rico, hasta la corteza que come ella, y logra que mi tinto sepa a cereza. Por esto, más el pan (2,25), en total abono 44,80 euros con tarjeta Visa y sin que me pongan problemas con el datófono (uh, al escribir estas líneas leo al pie del ticket: «este documento nao serve de factura»). A pesar del comedor sin glamour, que me recuerda a alguno de Castro Urdiales, repetiría en la Cervecería Camoes. Se me ocurre que en una noche lluviosa de invierno, fuera de temporada.
(se eleva cuando acierta en el maridaje del vino Óscar Cubillo)
Rua Visconde da Luz, nº 2; 2750-642 Cascais – Lisboa (Portugal)
962 736 943
El autor: ÓSCAR CUBILLO
Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.
Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.
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