Mala Rodríguez. ‘Un corazón’
Es fascinante el poder de atracción de la naturaleza muerta. El bodegón es eso, una composición artística compuesta por objetos inanimados, porciones de cotidianidad dispuestas con sutileza de manos para resultar bellas y dignas de observación. A alguno le parecerá cosa del pasado, de tiempos en que los grandes pintores retrataban reyes, pero no es estrictamente cierto. Uno sigue topándose con bodegones en las galerías de arte contemporáneo, en cabeceras de supermercados, en los escaparates de las tiendas de alimentación e incluso, ya con un mayor componente onírico, en videoclips de artistas como Mala Rodríguez, la mujer que la década pasada revolucionó el rap con altanería y un estribillo: tengo un trato, lo mío pa’mi saco.
Lo afirmo en Kmon: 13 años después de debutar con ‘Lujo ibérico’, parece que nadie escupe igual las rimas, nadie tiene una imagen más insinuante y provocativa, y nadie es más chula que ella en un panorama hip hop al que ha aportado deje flamenco y pinceladas de soul sofisticado, erambí, reguetón, sonidos arábigos…
Pero no nos vayamos por los cerros de Uganda, como escribió mi admirado Eduardo Mendoza en la desternillante aventura del tocador de señoras. La reflexión del primer párrafo viene a cuento de que en el vídeo de ‘Un corazón’, décimo corte de ‘Dirty bailarina’, su álbum de 2010, la rapera gaditana (aunque criada en Sevilla) pasa buena parte del metraje tras una mesa bien guarnecida con frutas y jarra de vino, entonando aquello de que en ocasiones ha tratado de poner orden en su pasado, pero su corazón no ha obedecido, porque «no es más que un corazón». En la grabación se la ve emperifollada, con vestimenta vintage y otra más propia del burlesque, con un corpiño cuyas plumas remiten a las piezas de caza que se echan en falta en el bodegón. Asimismo, aprovecha para depilarse las piernas, celebra un banquete y queda constancia de su relación sentimental con un remedo de Alien. Un poco surrealista. Como todo lo que rodea a María Rodríguez Garrido. La mala.
(Igor Cubillo)
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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