Ay, qué crisis… La de mis amigos, que no pueden venir a comer conmigo. Aparte, a mi esposa tampoco le hace mucha gracia salir de restaurantes si no es en su cumpleaños, o en el mío, o en nuestro aniversario. El caso es que aquí comentaré un menú del día rústico, seguramente controvertido en su aceptación por la humanidad (a muchos les gustará pero otros seguro que le ponen pegas irritadas), aunque cuenta con la señal de garantía de que entre sus mesas (ocupadas todas ese domingo, las del interior y las de la terraza) se veía a numerosos paisanos entrados en años.

El garito se halla en la plaza principal de Santoña, donde paramos un domingo de paso. Ahí le dije desganado a la siempre reticente Susana, “vamos a mirar ese menú, no sea que haya patas de cerdo”. Por decir, pero exclamó ella ante el cartelito del económico menú de ese día, a 10 euros en el interior del local y a 11 en la terraza, ese festivo menos atractiva por el viento, la grisura celeste y la temperatura atmosférica: “¡tienes patas!”. Sí, qué suerte la mía. Sin dudarlo entramos en el Café La Plaza, a pesar de que el menú, manuscrito en bolígrafo azul y con adornos en un par de apartados (por ejemplo en ese de «no se aceptan tarjetas de crédito»; buen titular, por cierto), ostentaba una de las características que más desconfianza me provocan en los menús baratos: su oferta de muchos primeros platos y muchos segundos. ¡9 primeros y 9 segundos! (otro buen titular, estoy que me salgo).

Marmitako de Café La Plaza (foto: Susana)
Marmitako de Café La Plaza (foto: Susana)

Entramos al bar-comedor y nos sentamos en la última mesa, en el córner del fondo, donde fuimos bien atendidos. No tomé notas y una semana después escribo de memoria. Recuerdo que había un jubilado dando buena cuenta de un bacalao con tomate de pinta estupenda, familias completas variopintas, heterodoxas cuadrillas (una se llevó las sobras en papel de aluminio) y en la terraza algunas parejas (probablemente varias vascas). El Café La Plaza es una empresa con sabor añejo, sostenida por columnas de toda la vida y con unas pizarras en sus paredes que ofrecían raciones tentadoras (asadurilla, por ejemplo).

Hoy pollo, y mañana patatas, en La Plaza (f: Susana)
Hoy pollo, y mañana patatas, en La Plaza (f: Susana)

Sentados, sobre el mantel de papel, antes de empezar nos sirvieron la bodega: Susana agua Solares (conducía ese día) y yo vino, una jarra que presentaron como cosechero riojano y que no estaba nada bien. Yo creo que se me subió a la cabeza. De primer plato había todo esto: ensalada mixta; ensalada rusa (la pidió Susana, la probé y me gustó mucho, pues empero su aspecto artificioso tenía entrada genuina; con decir que me pareció mucho mejor que la de la Casona del Judío de Santander, que presume de ser la mejor de España, aunque la de mi madre la supere); cocido montañés (seguro que estaba bueno); alubias pintas (ídem); potaje de garbanzos (buf, estaban que lo tiraban); marmita (o sea marmitako, lo que pedí yo, el guiso de patatas con bonito de los pescadores cantábricos, en el caso de La Plaza ligados el campo y el mar, con hondura en el sabor, o sea bien cocinado); puré de verduras; arroz caldoso; y arroz con cordero (que me tentó, vive Dios, tanto que le sugerí a mi esposa que lo pidiera, pero lo desestimó, vaya).

Manitas de cerdo, de La Plaza (foto: Susana)
Manitas de cerdo, de La Plaza (foto: Susana)

Empezamos muy bien y el vino parecía potable en mi primero. De segundo plato había todo esto: codillo ibérico; pollo asado (muy hecho, bastante pequeño, muslo y contramuslo con buenas patatas fritas, licor en la salsa, y buen sabor y color); cabecero de lomo; churrasco; filete de ternera (qué raro que Susana no lo pidiera… como no tenía hambre…); manitas de cerdo (antes de sentarnos le habíamos destacado a la camarera que veníamos a probarlas, no sea que se hubieran acabado, y sonrió y asintió; la salsa también tenía licor, la ración estaba bien de tamaño, chupé cada huesecillo, y las patas no estaban mal, pero tenían poca carne y mi madre las hace mejor); chipirones encebollados (ahora me da la sensación de que estarían muy bien); bacalao (con tomate, muy buena pinta y mucha gente lo pidió); y filete de cabracho (Susana preguntó cómo se preparaba, pero no se decidió).

Flan de huevo, de La Plaza (foto: Susana)
Flan de huevo, de La Plaza (foto: Susana)

De postre había muchas cosas, plátano, yogur, varias tartas, etcétera. Pedimos un flan de huevo casero demasiado espeso para mí (no pude con él, pero es que antes de ir a almorzar había tomado vinos, pinchos y rabas por las calles de Santoña) y una tarta de queso para Susana. Ella añadió un café con leche grande que costó 1,50 y que estaba bien. Pues esto que os cuento. Conclusión: que el vino no estaba nada bueno, que no se le pueden sacar muchas pegas al condumio, y que yo repetiría, no solo por pintoresquismo.

(ya tiene otra excusa para ir a Santoña, Óscar Cubillo)

web de Café La Plaza

ver ubicación

Plaza San Antonio, 1; Santoña (Cantabria)

942 66 23 71

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Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Director de Suite, el único foro gastronómico sin cocineros de este país.

igorcubillo.com