ZZ Top. ‘TV dinners’
El horno microondas irrumpió en nuestra vida doméstica como una auténtica revolución. Sus posibilidades fueron más que ensalzadas incluso por semidioses como Ferran Adriàn, quien, en los años noventa, sostenía que dicho ingenio estaba «destinado a cambiar la manera de cocinar», pues permitía «realizar operaciones inimaginables». Sin embargo, hoy, aunque está presente en la mayoría de los hogares, es un electrodoméstico que sufre cierto desprestigio. Su uso se relaciona con la impericia, con calentar y listo, con la falta de elaboración. Es el gran aliado de la leche fría, de los alimentos de quinta gama y de la comida del día anterior, de las sobras.
Sumen a esto los peligros que se le asocian, el miedo a la tecnología, ese temor a que las ondas electromagnéticas nos achicharren cuando abramos su puerta. Aunque, despreocúpense, si estamos leyendo esto es porque la Ley de Murphy no se ha cumplido. Eso, o usted y yo somos unos supervivientes; entre magnetrones, campos de radiofrecuencia generados por teléfonos móviles, emisiones de CO2, vino peleón y repostería industrial, deberíamos estar fritos desde hace tiempo.
Pero su inocuidad la conocemos ahora. En 1983, que es cuando se publicó ‘Eliminator’, octavo álbum de los barbados ZZ Top, había motivos para desconfiar y asoman en el vídeo de ‘TV dinners’, un canto a la comida precocinada. Marius Penczner dirige una producción que nos retrotrae a la prehistoria del clip musical, recuerda aquellos tiempos en que metíamos duros en las máquinas de videojuegos del barrio y, de paso, refleja el pánico silente a la energía nuclear, a la radiactividad, y a los extraterrestres, a los platillos volantes. Tanto es así que el micro revive, o crea, un monstruo bastante naïff (eso sí) cuyos desmanes consisten en comerse las patatas fritas y cambiar, a escondidas, el canal de televisión.
Venga, una buena noticia: es probable que ‘TV dinners’, ese boogie sofisticado, casi sintético, que se presta al movimiento robótico del bailarín, por obra y gracia del abominable recurso a los sintetizadores, suene el próximo mes de junio en Vitoria-Gazteiz. ZZ Top será entonces cabeza de cartel del Azkena Rock Festival. Quién sabe, quizá usted y yo coincidamos en Mendizabala y cantemos, hombro con hombro, eso de «me gustan las enchiladas y también el teriyaki; hasta me gusta el pollo, si la salsa no es demasiado triste» («I like the enchiladas and the teriyaki too, I even like the chicken if the sauce is not too blue). Bienvenido sea, si es para celebrar nuestra supervivencia.
(también le gusta el teriyaki a Igor Cubillo)
La del Azkena Rock Festival, prevista para junio de 2015, no será la primera actuación en Euskadi de ZZ Top. The little ol’ band from Texas ya actuó hace seis años en Bilbao, como cabeza de cartel del BBK Live. Durante una hora y media, el trío no concedió tregua y dio una auténtica lección de simpatía, cohesión y potencia. Su peculiar imagen, sencillas coreografías y otros guiños de complicidad animaron aún más una actuación en la que blues rock y boogie adquirieron tonos futuristas y exhibieron el músculo del hard rock, y en la que Billy Gibbons dejó constancia de su pericia instrumental para envidia de los guitarristas presentes. Tocó slide y hasta solos con únicamente la mano izquierda, y su sonido crudo, reiterativo e inconfundible, marca de la casa, elevó un repertorio, con piezas como Gimme all your lovin’ y Cheap sunglasses (cara B de TV dinners), que llegó a su fin con La grange, su deuda con el endless boogie de John Lee Hooker.
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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