Preguntas sin aliñar: NIKOLA SARCEVIC (Millencolin)
Puedo perfectamente imaginar a Vladimir y Estragon esperando aún, infatigables, 64 años después de ser situados junto a un desolado camino por la pluma de Samuel Beckett. Godot no vendrá hoy, pero mañana seguro que sí… Y no me canso, por ejemplo, de escuchar que 20 años no es nada, poniendo todo mi empeño en creer a pies juntillas el tango, que es un soplo la vida, aunque las nieves del tiempo plateen mi sien y a tu corazón le esté sobrando un bandoneón. En cambio, a muchos seguidores del conjunto sueco se les ha hecho muy larga la espera afrontada para escuchar un nuevo disco de Millencolin, estandarte del skate punk desde 1994, cuando salió al mercado su primer larga duración. ‘Same old tune’, se titulaba, y después han venido unas 1.500 actuaciones y siete elepés más. Qué bonita palabra, elepé.
Sigamos con las cifras: nada menos que siete años han tenido que esperar esos incondicionales, y el resto del universo, para escuchar ‘True brew’, el esperado comeback publicado por Epitaph Records el pasado mes de abril, una descarga de célere punk rock melódico donde el cuarteto no elude mostrar su disconformidad y descontento con determinadas cuestiones de índole político y social. Es su disco más comprometido, detalle que subraya la reconocida deuda con las grabaciones clásicas de los californianos Bad Religion, precursores del género, e incrementa el atractivo de ese dechado de guitarras persistentes, bases rítmicas vigorosas y melodía mezclado y masterizado por Jens Bogren (Opeth, Soilwork, Katatonia, Paradise Lost). Una bofetada de punk pop que gustará a los patinadores de mi quinta.
La gira de Millencolin, impulsada por Cap Cap Produccions, con el trío de Birmingham Templeton Pek como telonero, recalará en Vitoria – Gasteiz (18 de febrero, Sala Jimmy Jazz); Madrid (19, Sala Penélope); y Barcelona (20, Sala Apolo). Para ir calentando motores, el bajista, cantante y compositor Nikola Sarcevic (Örebro, 1974) se enfrenta a nada menos que 26 preguntas sin aliñar. Pasa por alto sus dos discos en solitario y prefiere hablar de su pasión por la cerveza artesana. Mola.
«¿ALGUIEN HA DICHO QUE COMEREMOS INSECTOS?»
¿Quién cocina en tu casa?
Principalmente, yo, pero mi mujer también.
Tú, ¿cuál es el plato que bordas, cuál es tu as en la manga?
Hago un estupendo gibanica, un plato tradicional serbio.
¿La mejor cocinera del mundo era tu madre?
Por supuesto. No hay nada como el almuerzo del domingo en casa de mis padres. Adoro su comida.
Desayuno ideal.
Bollitos (scones) con mantequilla, queso y mermelada, y una taza de té earl grey con un poco de leche. O, más sano, un gran batido con banana, moras, frambuesas, hojas de menta fresca, jengibre fresco, col rizada, hielo y yogur.
¿Cuáles son tus platos favoritos, cuáles pedirías como última voluntad?
¡Adoro diferentes cocinas y platos! Japonesa, mexicana, serbia, italiana, tailandesa, americana, china, india… Pero para mi última cena, probablemente me decantaría por albóndigas suecas con patatas, mermelada de frutas del bosque, encurtidos y una brown sauce bien cremosa. O el sarme sueco, una especie de sauerkraut rolls con carne en su interior.
¿Cocina tradicional o tecnoemocional?
¡Tradicional, casera!
¿Compartes que el sabor es lo más importante a la hora de sentarse a la mesa?
Considero que todo es importante, el entorno, el servicio, la compañía, etcétera; pero, sí, el sabor de la comida es lo más importante.
Restaurantes preferidos.
Upstate, en Manhattan, Nueva York (Estados Unidos); tienen fantásticas ostras y cerveza artesana. Question Mark, en Belgrado (Serbia); sirven estupenda comida tradicional serbia. Y East West Sushi, en Örebro (Suecia); sushi de categoría superior, mundial.
¿Qué opinas si, en la mesa aledaña, se llevan el vino sobrante y sacan el tupper del bolso o la mochila?
Pensaría: «¡Interesante! Voy a ver que sucede después…».
Si tienes visita, ¿qué bares y/o restaurantes te gusta ‘enseñarles’ en tu ciudad?
En Gotemburgo acostumbro a llevarles a The Rover, mi bar-restaurante preferido para tomar cerveza artesana.
¿Barra y ronda de bares, o larga sentada en terraza?
Actualmente aprecio las dos cosas, depende de con quién esté y con qué ánimo.
Bocadillo preferido.
Queso y salami.
¿Con quién compartirías una buena botella?
Una buena botella de vino con mi esposa; una buena botella de cerveza artesana con mis amigos; y una buena botella de whisky con mi suegro.
¿Cuál es tu disco, artista o música preferida para amenizar una comida memorable?
Como música de fondo para una cena agradable, suelo poner Otis Redding, mi cantante de soul favorito.
¿La gastronomía vive inmersa en una burbuja que no tardará en explotar, o aún tiene que ganar protagonismo, presencia, ‘importancia’ en nuestra sociedad?
La comida es una parte muy importante de la vida y creo que aún es posible que gane más importancia en los días venideros. Como cualquier otra expresión cultural, cambia con el paso de los años y sería interesante ver qué comeremos en el futuro. ¿Alguien ha dicho que comeremos insectos?
Se habla mucho de la gastronomía nórdica… ¿Has comido en restaurantes como Noma (Copenhague) y Frantzén (Estocolmo)? ¿Son realmente representativos de la cocina escandinava?
Nunca he comido allí, así que no sé si son representativos.
¿Por qué hemos tenido que esperar siete años para escuchar un nuevo álbum de Millencolin?
Hemos estado ocupados viviendo nuestras vidas, haciendo muchas cosas diferentes, incluyendo viajar un montón y capturar inspiración escribiendo el nuevo álbum. Tenemos que esperar al momento preciso para sentirnos nuevamente preparados.
¿Con qué intención entrasteis a grabar?
Quisimos crear un álbum inspirado por los discos que nos hicieron empezar con esta banda a principios de los años noventa, como son ‘Generator’ y ‘Against the grain’, de Bad Religion. Pero al mismo tiempo hemos buscado darle un sonido más moderno y crocante. Creo que lo hemos conseguido.
Es vuestro disco con un componente sociopolítico más marcado.
Sí, así lo creo yo también. Normalmente mis letras están escritas desde un punto de vista psicológico, pero en ‘True brew’ hay un mayor componente sociológico, trata más de la sociedad que del individuo.
La canción ‘Sense & Sensibility’ es un buen ejemplo de ese descontento. ¿Por qué es el racismo un problema en 2016?
Porque la gente aún actúa y reacciona frente a los demás como hacían los humanos que vivían en cavernas. La gente aún ve a los extranjeros como una amenaza.
¿Cómo es hoy en día un concierto de Millencolin?
Quien compre una entrada puede esperar un show intenso con canciones de todos nuestros discos, y más centrado en la música que en fuegos de artificio y disfraces. Nuestra puesta en escena se mantiene simple y directa.
Son ya 23 años en activo. ¿La motivación es la misma ahora que cuando empezasteis a ensayar?
Aunque muchas cosas sean diferentes a cuando empezamos, aún adoramos componer canciones e interpretarlas juntos. Mientras tengamos el mismo buen rollo, la misma química, y lo pasemos bien, creo que seguiremos adelante.
El punk rock cada vez parece más domesticado, una parte más del mainstream. ¿Discrepas?
Creo que en la sociedad actual, de alguna manera, todo está siendo comercializado. Pero, por otra parte, hay cantidad de cosas que poner en entredicho, relativas al modo en que vivimos nuestras vidas y habitamos el planeta, y creo que el punk rock tiene un importante papel que jugar ahí, hay un montón de cosas con las que enfadarse.
¿Estáis cómodos con la etiqueta skate punk? ¿Se queda corta para definir vuestra propuesta musical?
Seguro. Yo no tengo ningún problema con ella, aunque considero que todo intento de etiquetar cualquier cosa se quedará corto a la hora de definirla. Quiero decir, ¿los Beatles son pop o rock?
¿Qué tienes entre manos, en qué proyectos estás metido ahora?
Ahora mismo estoy centrado en la gira con Millencolin, pero también estoy haciendo mi propia cerveza artesana. Hace tiempo que es únicamente un proyecto de cerveza casera, pero tal vez en el futuro se convierta en algo más grande. Por supuesto, también estoy escribiendo un montón de canciones; ya veremos en qué acaban…
¿Qué quieres ser de mayor?
Maestro cervecero y escritor.
(Igor Cubillo)
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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