Loxe Mareiro (Carril). Cocina gallega de proximidad

Ago 08, 20 Loxe Mareiro (Carril). Cocina gallega de proximidad

Qué te voy a contar del desear volver cuando regresar es, en sí, uno de los grandes anhelos de la existencia. Vivimos para repetir sensaciones, sabores, emociones, imágenes, sonidos, texturas, sueños, lugares, personas. Particularmente, ya que justo ahora suena Iván Ferreiro con Leiva, si pudiera volver otra vez hacia atrás, repetiría mil veces todo lo que hemos pasado, conduciría la bala de plata con tus piernas ardiendo en el salpicadero y quemaría naves hasta volver a sentir esa maldita felicidad. Así, ‘Esa maldita felicidad’, se titula la road movie que revive la magia de PortAmérica, el festival de música y gastronomía que añoro y al que volaré una vez más para abrazar a Pepe Solla, bailar en la carballeira de Caldas de Reis, reír a carcajadas, estirar el postgusto de ese bocado y montarme en un coche para comer en Loxe Mareiro.

Loxe Mareiro es la taberna marinera asomada a la ría de Arousa que gobiernan Iago Pazos y Marcos Cerqueiro, el equipo de Abastos 2.0, en Carril (Pontevedra). Allí se despacha cocina gallega de proximidad, «revisada y actualizada», un muestrario de pescado y marisco que se disfruta en mayor medida cuanto menos tratamiento recibe, esto es, crudo o simplemente arrimado al calor, sin proponernos viajar a otros continentes.

Almejas de Carril

Lo mejor a mi paso, las fresquísimas almejas de carril crudas; los sabrosos berberechos con ralladura de lima; las rotundas navajas; las xoubas con rebozado atinado, limpio y crocante, acompañadas de pequeños pimientos verdes y aptas para comer con espina y cabeza; la crujiente piel del salmonete; el juego con el aceite de oliva; la porción de pinto; y el muestrario de vinos gallegos que me permitió realizar escalas en Ribeiro, Monterrei, Valdeorras, Ribeira Sacra y Rias Baixas. La mayoría lo comimos en la terraza, con manos y pinzas, peinados por la brisa y convencidos de que pocos lugares habrá más indicados para dar buena cuenta de ese producto y contemplar una puesta de sol o el trabajo de los mariscadores. Aunque, ojo, la gran mesa de la cocina es realmente espectacular aquí donde todo empieza y termina en el mar.

Tanto es así que en dicho enclave privilegiado, sin servicio de barra (ojo), la meteorología puede jugar una mala pasada en forma de lluvia, viento o golpe de calor. Por eso todo el que reserva tiene garantizada una mesa en el interior, y cuenta con otra fuera para el aperitivo y/o la sobremesa. Más alicientes para desear volver, regresar, repetir.

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