Loxe Mareiro (Carril). Cocina gallega de proximidad

Qué te voy a contar del desear volver cuando regresar es, en sí, uno de los grandes anhelos de la existencia. Vivimos para repetir sensaciones, sabores, emociones, imágenes, sonidos, texturas, sueños, lugares, personas. Particularmente, ya que justo ahora suena Iván Ferreiro con Leiva, si pudiera volver otra vez hacia atrás, repetiría mil veces todo lo que hemos pasado, conduciría la bala de plata con tus piernas ardiendo en el salpicadero y quemaría naves hasta volver a sentir esa maldita felicidad. Así, ‘Esa maldita felicidad’, se titula la road movie que revive la magia de PortAmérica, el festival de música y gastronomía que añoro y al que volaré una vez más para abrazar a Pepe Solla, bailar en la carballeira de Caldas de Reis, reír a carcajadas, estirar el postgusto de ese bocado y montarme en un coche para comer en Loxe Mareiro.
Loxe Mareiro es la taberna marinera asomada a la ría de Arousa que gobiernan Iago Pazos y Marcos Cerqueiro, el equipo de Abastos 2.0, en Carril (Pontevedra). Allí se despacha cocina gallega de proximidad, «revisada y actualizada», un muestrario de pescado y marisco que se disfruta en mayor medida cuanto menos tratamiento recibe, esto es, crudo o simplemente arrimado al calor, sin proponernos viajar a otros continentes.

Almejas de Carril
Lo mejor a mi paso, las fresquísimas almejas de carril crudas; los sabrosos berberechos con ralladura de lima; las rotundas navajas; las xoubas con rebozado atinado, limpio y crocante, acompañadas de pequeños pimientos verdes y aptas para comer con espina y cabeza; la crujiente piel del salmonete; el juego con el aceite de oliva; la porción de pinto; y el muestrario de vinos gallegos que me permitió realizar escalas en Ribeiro, Monterrei, Valdeorras, Ribeira Sacra y Rias Baixas. La mayoría lo comimos en la terraza, con manos y pinzas, peinados por la brisa y convencidos de que pocos lugares habrá más indicados para dar buena cuenta de ese producto y contemplar una puesta de sol o el trabajo de los mariscadores. Aunque, ojo, la gran mesa de la cocina es realmente espectacular aquí donde todo empieza y termina en el mar.

Tanto es así que en dicho enclave privilegiado, sin servicio de barra (ojo), la meteorología puede jugar una mala pasada en forma de lluvia, viento o golpe de calor. Por eso todo el que reserva tiene garantizada una mesa en el interior, y cuenta con otra fuera para el aperitivo y/o la sobremesa. Más alicientes para desear volver, regresar, repetir.


















Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
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