Etxoste (Atxondo). Cocina bien esta mujer
Cuando uno come fuera de casa y paga por ello debe exigir satisfacción. En cambio, en ocasiones sucede que uno va a un restaurante y se aburre soberanamente, no sólo porque no le sorprendan, sino porque a fin de cuentas se impone la intrascendencia y la búsqueda del ‘like’. Es tal la presión del circo mediático y del foco de las redes sociales que muchos cocineros vuelcan sus esfuerzos en tratar de resultar originales, en intentar epatar para ser etiquetados, en querer agradar a Sostres, y olvidan lo primordial: cocinar rico, cocinar bien. Por eso me gustó tanto Etxoste, porque la joven Ane Gallastegi lo hace realmente bien y no se anda con circunloquios culinarios ni pretensiones desmedidas.
Tiene mérito no planteárselas, no pretender ser ‘el nuevo Etxebarri’, cuando se comparte barrio con Bittor Arginzoniz, imán de inspectores, periodistas, foodies, influencers, nuevos ricos y disfrutones. Su apuesta es una cocina de raíz, tradicional, sencilla, honesta, sabrosa y basada en producto de proximidad (no en vano la familia cuenta con huerta, ovejas, terneras, cerdos, gallinas…), una propuesta reconocible y entrañable que estimula papilas gustativas y también memoria.
“Intentamos que el máximo posible sea de casa. La sal, el aceite y el pescado lo compramos, pero el resto es casi todo de aquí”, me explica Ane frente al establecimiento, una antigua “cuadra de ovejas”. Por eso no tiene una fachada señorial, pero tiene el inmenso mérito de que los encargados de acondicionar el espacio fueron su abuelo y su padre, carpintero de profesión.
Trempó en el Valle de Atxondo
Llegué al restaurante por recomendación del cocinero Carlos Gulín Cid (exMakatzeta) y tuvieron a bien hacerme un hueco en un pequeño refectorio alejado del comedor principal. Me acomodé, me contaron que ese sábado había menú fin de semana y carta, y me cantaron los vinos disponibles, que la pandemia obliga a aligerar bodega. Opté por comer a mi antojo y descorché Corimbo (Bodegas La Horra), un ribera 100% tinta del país que aprecio por su versatilidad.
El pan, “de un caserío de Izurtza, hecho en horno de leña, como antaño”, llamó mi atención antes de que llegaran las habitas “de la huerta” con guisantes, zizas y yema de huevo escalfada. Resultó un conjunto armonioso, de elegante rusticidad, donde no sólo destacaban las hortalizas, también lo hacían la melosidad del huevo y el contraste de textura que procuraba cada trozo de cerdo.
A continuación pedí intrigado “trempó de bacalao”, conocedor de que en Mallorca llaman trempó / trampó a una ensalada veraniega que incluye tomate, pimiento y cebolla. Aquí, en el Valle de Atxondo, la preparación consiste sin embargo en bacalao confitado, pimiento rojo asado y otro huevo escalfado, todo ello gratinado bajo un manto de suave allioli. Una fórmula, herencia de un cocinero anterior, sabrosa, golosona, que llena la boca y encanta.
Txipis y callos en Etxoste
Disfruté también mucho los txipis en su tinta, bañados en una salsa pistonuda, la cual puede suponer un estupenda piedra de toque para calibrar la calidad de un negocio de hostelería, que no sólo de croquetas, tortilla de patata y ensaladilla rusa viven el hombre y la mujer. Y es cierto que, visto el precedente, me decepcionaron los callos, desprovistos de la manjarosidad que aportaría una salsa vizcaína de órdago a mayor, mucho más densa y sápida. Para rematar, me equivoqué al pedir pimientos de Gernika, no siendo temporada; y tampoco parece la mejor opción sacarlos al final, para acompañar los callos, en lugar de tomarlos como aperitivo. Aunque reconozco que di mi visto bueno al armar la comanda (error no forzado).
Todo volvió a su nivel notable en la tanda de postres, que arrancó con compota de manzana bajo natilla y su pizca de canela, un salto sin red a la infancia, fresco, ligero y con sabor a hogar, a familia. El café lo tomé con leche frita, decorada con su trazo de natilla y confitura de frutos rojos, y ya estoy deseando regresar entre semana a probar su demandado menú del día y conocer al resto de la familia. Estuvo impecable la madre de Ane, camarera que presta un servicio atento, cálido y amable, pero no coincidí con su padre, quien suele enredar en la cocina, ni con su hermano, que también suele estar en el local, cuya entrada reserva un lugar destacado a una camiseta del futbolista Mikel Oyarzabal.
Me gustó hasta la música (Barry White a tope), así que Etxoste ya se antoja una pista ineludible al pie del Anboto. No me extraña que allí coman con frecuencia los equipos de Etxebarri y Mendi Goikoa Bekoa, porque se come realmente bien y a buen precio.
(se va a hacer mendizale para regresar, Igor Cubillo)
Restaurante Etxoste 🔥
Santiago Plaza, 5; 48291 Atxondo (Bizkaia)
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
…dan ganas de ir!!!!!!