Casa Maragata II (Astorga). El cocido que se come al revés
El cocido maragato se come al revés, nos advirtieron en cuanto nos pusimos a la mesa. ¿Al revés? Preguntamos. Nos imaginamos la difícil ingesta de cualquier tipo de comida situados en acrobática posición del pino-puente y advertimos al simpático camarero (indie) que el resto de los comensales estaban exentos de la difícil condición que a nosotros se nos exigía. Y allí llego la exégesis de la cosa. El cocido maragato se come al revés, si. En orden diferente y contrario al que normalmente se come el cocido. Es decir el orden sopa-garbanzos-carnes se convierte en carnes-garbanzos-sopa. Esa es la gracia, y la explicación del porqué tiene mucho de leyenda, de franceses invasores sorprendidos en plena batalla y digestión, según nos cuentan, y obligados a elegir y, tras el susto/muerte, decidirse por la chicha en lugar de las legumbres.
Teníamos ganas, en definitiva de probar esta prueba de fuerza de la gastronomía de la maragatería leonesa y para ello paramos en Astorga, localidad famosa por sus mantecadas (que compramos) por su catedral (que visitamos) por el Palacio Episcopal de Gaudí (cuyos jardines hollamos pero que la entrada al mismo, cuyo precio nos pareció desproporcionado, no pagamos) y por el cocido que ingerimos y ahora lo relatamos.
Llegamos a Astorga con la idea del cocido, en un día de agosto y solana y fiestas y, como solemos hacer, nos fiamos de las experiencias previas, como probablemente hacen los sabios lectores de este (magnífico) blog. Nos habían dicho que en Astorga comer un mal cocido es pecado y, prácticamente imposible, pero que lo típico, tópico y (no me resisto a incluir esta palabra tan cubilla) sápido, era ir al Casa Maragata. Allí fuimos y para nuestra decepción el coqueto local estaba hasta la bola. Pero la camarera nos dio una solución, podríamos ir al Casa Maragata II, que cercano, ofrecía la misma comanda y la misma confianza. Nos dijo que, cuando llegáramos dijéramos a modo de contraseña “casa maragata 1” y dicho y hecho. Llegada, acomodados entre grandes (grandísimos) grupos y, sin solución de continuidad comenzó el festival.
Orgía en colesterol en Casa Maragata II
En primer lugar nos preguntaron por el vino y tras decidirnos por el tinto, nos dijeron que el menú incluía un vino de Toro que, no estaba nada mal (muy cierto). Llegó el plato con las carnes y un plato de tomate finamente aliñado. Y nos dimos al placer de las longanizas, orejas, morros, gallina, tocino, chorizos y un largo etcétera de veinte tipos de carnes. Una orgía de colesterol que, empujado por la ensalada, consiguió ponernos a tono y que casi tirásemos la toalla antes de empezar. El apuesto (e indie) camarero nos preguntó si queríamos repetir y, pedimos un segundo plato de tomate en finas rodajas. Era uno de los mejores tomates que habíamos probado este verano
Y después llegó la cazuela de garbanzos con berza, y estaban rebuenos, ¡vive el cielo!. Y atacamos sin desmayo y nos ahitamos de nuevo con empacho y glotonería. Y aunque ya habíamos acabado previamente con media cabaña porcina leonesa, hubiéramos pedido otro plato de carne para mezclar, pero vimos que eso contravenía las costumbres locales y nos cortamos (un pelo).
Y después llegó la sopa. Mi compañera, mafalda de corazón, se negó a probarla y me dejó con la difícil tesitura de tomar dos platos. Y todo lo que antes se había remojado en el caldo dejó un sabor perfecto y, pensamos, que si nos la hubieran sacado de primero la sopa de fideos también hubiera sido lo último que hubiéramos atacado; porque nos hubiera llenado.
Y traca final: las natillas acompañadas del bizcocho maragato que creo que, a nada que nos descuidemos, puede hacer que en las mesas se repita esta escena de la película “El sentido de la Vida” de los grandes Monty Python. (AVISO: el vídeo contiene imágenes harto desagradables y sin relación alguna con el restaurante maragato, lo he puesto porque nunca dejo pasar una oportunidad de revisitar a los Python).
Pero no hubo momento para el dolor(ni para explosiones incontroladas). Llegó la queimada casera, que baja mucho y hace la digestión. La tomamos también sin límites, en barra libre. Y con el café y todo, no importa de las veces que, glotones, hubiéramos repetido, se saldó el global con un precio imbatible de 18 euros de la, feliz, era previa a cuando Mariano nos negara, como Peter a Cristo, treinta veces que no iba a aumentar el IVA.
Y tras la comida, salida, ovación, paseo, vuelta al ruedo y siesta en el banco más cercano.
Comió cocido al revés como si no hubiera un mañana Dicky
web del restaurante
Padres Redentoristas, 6; 24700 Astorga, León
+34 987 61 81 18
Periodista, con especialización en nuevas tecnologías de la información, redes sociales, relaciones públicas, gabinetes de comunicación, Internet y vídeo.
Licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco. Postgrado en Mecanización de la Información promovido por la Unión Europea. Estudios de Filología Inglesa.
Formación en multimedia, diseño web y gestión de empresas.
Radio Euskadi: redactor de informativos y director del programa especializado en nuevas tecnologías «Frontera Azul», galardonado con el premio MTV.
Radio Nacional de España: director de «A primera hora». Corresponsal de las revistas del grupo editorial Heres.
Euskal Telebista: redactor del magazine cultural «Vasta con Uve». Responsable del departamento de Publicidad de la televisión local Tele Donosti.
Sección de Internet y Multimedia de grupo audiovisual vasco Desarrollo de proyectos: deusto.tv , sitio web de la Fundación Buesa y otros.
Asesor de prensa en cosas. ¿Qué cosas? ¿cosas de gobierno? Sí, Peter, cosas del gobierno.
Orgulloso miembro (con perdón) del club de remo Kaiku (cuando ganaba). Hago karate (Shotokan) y subo montes y montañas y cojo olas. In the mood for love.
Muchas gracias por su amable indicación, doña Ana.
Por cierto, su presencia mediática acompañando al @palomero14 nos ha gustado casi tanto, sino más, que el mismísimo cocido maragato.
Un abrazo fraternal y casto
empachada! ja ja, yo recomiendo encarecidamente darse este homenaje maragato y tan sólo cambiaría el banco de la siesta por las magníficas camas de la Casa de Tepa. Casona palaciega de los Condes de Tepa, en el centro del pueblo, en la que te sientes como un invitado más dispuesto a vestirse para la cena. Una delicia altamente recomendable.