Restaurante Beti Alai (Tolosa). Alubias para salir muy contento
Lo reconozco, tengo (tenía) olvidada a Gipuzkoa. Es un territorio que recorrí, con grandes compañeros, operadores de cámara, y compañeras, ayudantes de producción, allá cuando reinó Karolo . Unos lugares en los que, por encargo de la entonces vigente diputación, grabé rutas turísticas para animar a que el turisteo se perdiera por esos valles , costas y montañas. Mi función era guionizar la cosa, hablar con los paisanos, y luego montar el material y locutarlo. Miro, sin ira, hacia atrás y reconozco que esos minireportajes pecaban de cierta ingenuidad pero, amigos y amigas, sólo me arrepiento de lo no ejecutado. Lo hecho, aunque haya sido un zurullo monumental, me lo apunto en el apartado de experiencia y siempre le saco algún beneficio contable.
Me enternece recordar esos viejunos esfuerzos publicitarios que acompañaban a años de plomo, los later 80’s, en los que la gente desconfiaba de lo vasco y de nosotros los vascos (y vascas). De nosotros/as agrupados/as y en individual. En los que a un paisano de abajo del Ebro una visita a Bilbao le sonaba a hacer un trekking en las montañas de Afganistán y recorrer el Gohierri a algo similar a recorrer Alepo en una tarde tonta de intercambio de fuego graneado de RPGs.
Ahora, con la cosa tranquila y el país relajado, muchos se están animando a visitar nuestras áreas urbanas y también lo rural y flipan. Es que esto muy auténtico y muy aseado y la gente cuando le rascas un poquito esa timidez y desconfianza norteña son agradables, educados, con cierta retranca y bones vivants. Y la calidad de la gastronomía en cualquier pueblo es impresionante y los paisajes son idílicos. En fin, todo lo que contaba en esos vídeos añejos , ahora salpimentado por el buen rollo que da una sociedad apaciguada en el amplio sentido del término.
Cuando escribo esta entrada es temporada de setas, aunque algunos se despistan y se tiran a los rolex. Por eso visitamos Tolosa con la excusa escasa de probar algunas de las mejores preparaciones seteras del mundo mundial que se dan en las Jornadas Micológicas de Octubre. Allí comimos por un euro pinchos tan elaborados como la Hamburguesa de paté de campaña con ziza-horis, hongos y revellones que preparó la gente de Martinez Jatetxea o el revuelto de hongos y setas con acompañamiento de anchoa marinada de la alegre muchachada del Casino de Tolosa. Y tras ese entrante espectacular y unos cuantos vasos de sidra de la zona nos fuimos directamente al Beti Alai.
Bueno, lo de directamente quizás sea exagerar. Nos demoramos con un par de potes populares por lo viejo. Esa es la típica táctica que nos sirve para contactar con los indígenas y preguntarles por las pistas gastronómicas. Queríamos comer alubias de Tolosa, eso era una condición no negociable. Las opiniones sobre el mejor sitio para comer la babarruna tolosana estaban divididas entre el Frontón del que tan bien (d)escribiera la añorada Uve en este mismo blog y el Beti Alai.
Como somos partidarios de lo nuevo y del experimento nos decantamos por la segunda opción y, premio, ganamos un gran comida por un precio muy ajustado (menú de quince euros, bebida incluida, sidra).
Ya de primera nos gustó: un comedor repleto de lugareños, lo que siempre es señal de confianza. Nosotros eramos los únicos foráneos y las camareras enérgicas y amables nos sirvieron una alubia excelente, untuosa, suave, con un caldo gordo, casi para cortar a cuchillo y con berza bien cocinada y una morcilla de Beasain es-pec-ta-cular. Un placer para los sentidos. Una gozada. Afuera llovía como cuando Noé organizó el crucero y dentro, un grupo de bellas neskas cantaba tonadas en un florido euskara mientras celebraban el cumpleaños de una de ellas. Nos sentíamos en casa y ese sentimiento fue realzado por el excelente punto de asado del chicharro que pedimos de segundo. Uno de los mejores que recordamos.
El postre, un dulce de la zona y un sentimiento de sopor cercano a la felicidad que nos suele acompañar tras comidas copiosas y bebidas abundantes. Nos quedamos con las ganas de pasear más Tolosa, de comprar queso Idiazabal en su mercado, de ver el mercado de la verdura, pero eso lo dejaremos para otro día en el que llueva un poco menos y tengamos más tiempo en los relojes.
comió babarrunak espesas , cantó, poteo y seteó (que no sesteó) @zuloko
Arrostegieta s/n; Tolosa (Gipuzkoa)
943 67 33 81
Periodista, con especialización en nuevas tecnologías de la información, redes sociales, relaciones públicas, gabinetes de comunicación, Internet y vídeo.
Licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco. Postgrado en Mecanización de la Información promovido por la Unión Europea. Estudios de Filología Inglesa.
Formación en multimedia, diseño web y gestión de empresas.
Radio Euskadi: redactor de informativos y director del programa especializado en nuevas tecnologías «Frontera Azul», galardonado con el premio MTV.
Radio Nacional de España: director de «A primera hora». Corresponsal de las revistas del grupo editorial Heres.
Euskal Telebista: redactor del magazine cultural «Vasta con Uve». Responsable del departamento de Publicidad de la televisión local Tele Donosti.
Sección de Internet y Multimedia de grupo audiovisual vasco Desarrollo de proyectos: deusto.tv , sitio web de la Fundación Buesa y otros.
Asesor de prensa en cosas. ¿Qué cosas? ¿cosas de gobierno? Sí, Peter, cosas del gobierno.
Orgulloso miembro (con perdón) del club de remo Kaiku (cuando ganaba). Hago karate (Shotokan) y subo montes y montañas y cojo olas. In the mood for love.
Estimado @zuloko.
De la babarruna se dice q además de la T de Tolosa, necesita de otras dos «t» más: tiempo y ternura.
Si se dispone de todo esto (no resulta fácil, doy fe), y un poco de arte, seguro q el resultado es excelente. Un abrazo!
Querida, aunque desconocida, Uve.
Las tres «T» nos fueron servidas en abundante provisión en el Beti jai y a pesar de la lluvia nuestros estómagos y corazones salieron reconfortados y agradecidos.
besarkada bat (edo bi)