Palacio de Mijares (Santillana del Mar). Bien de interés cultural
La de lugares buenos y bonitos para comer que pueblan la verde geografía de Cantabria. El nombre del Palacio de Mijares lo apunté tras verlo recomendado por Ramón Pérez-Maura, codirector del periódico ABC, quien, recordando sus veranos en Santillana del Mar sostenía que en ese pueblo turístico y medieval no es costumbre cultivar la excelencia gastronómica (ya lo sabemos), pero que una excepción se halla en el Palacio de Mijares, empresa apartada del núcleo pétreo. Es fácil llegar ahí, aunque también perderse por las carreteras comarcales de Santillana-San Miguel-Torrelavega. Nosotros arribamos bien, tras recorrer curvas y colinas y, al acercarnos y ver la iglesia y el cementerio, me dije: ¡ya tengo el titular! ‘Aquella casa al lado del cementerio’; pero lo he cambiado por el definitivo, más comercial.
El sitio es precioso, está despejado y tiene vistas. La propiedad cuenta con amplias campas con árboles y un parking suficiente. El edificio alterna piedra rocosa, balconadas de madera y vidrieras que descargan la vista y modernizan el conjunto. Hay murallas y una torre del siglo XVI. Se trata de un conjunto monumental declarado bien de interés cultural en 1995. La primera vez que fuimos a ver el local sólo tomamos un oporto, mientras disfrutábamos de la tranquilidad de su terraza, pues también disponen de bar en el Palacio de Mijares, que se anuncia como restaurante para bodas y eventos y se inauguró en 2011. En nuestra segunda visita, el día después, ya recorrimos la arcada y nos acomodamos en un comedor espacioso, blanco, alto, actual, con claros ventanales atravesando los muros.
El Palacio de Mijares cuenta con un servicio modélico, un entorno privilegiado por dentro y por fuera, unos platos no caros que califican sus dueños como cocina tradicional con toques modernos, y una bodega más onerosa, aunque también expone ofertas interesantes.
Susana y el que suscribe acudimos un domingo. Ella a rastras, pero salió encantada. Yo tenía en mente comer a la carta: para mí patas de cerdo con boletus, foie y salsa vizcaína (14 aurelios, IVA incluido, como todos los precios); y, para ella, lomo de ciervo marinado en rioja y asado con melocotón (17,60), pero no seguían en la carta (aunque sí en la web). Nuestro plan B era solomillo y merluza. Además, ya en la entrada se anunciaban el menú degustación largo (seis platos por 38 €, con IVA y sin bodega) y para ella el más corto (cuatro platos por 25 euros). Aparte, entre semana ofrecen menú del día por 19 lereles, éste con bodega. Como había poca clientela ese domingo, el gerente Javier González nos comentó que quizá fuera posible romper la costumbre de servir los menús degustación en mesa completa y nos permitieran probar los dos, que consultáramos al metre.
Y pudimos probar ambos. Ella lo regó con una caña de cerveza (2,50) y yo con un vino del Bierzo, Pitacum Roble (12), un mencía frutal que raspaba por astringente, con mucha personalidad y 14,5º de alcohol que no pesaron demasiado. La gocé, me pareció barato, no lo acabé, me lo llevé a casa y estaba bueno también después. Antes de empezar nos ofrecieron el aperitivo del día, crema de tortilla de patata, servida en vasito de chupito alargado. Olía a distancia a tortilla genuina bien hecha pero poco cuajada, y juzgó Susana: «Tiene sabor a nata y está muy fina».
Nos sirvieron los platos al tiempo, pero primero os contaré el menú degustación corto y luego el largo. El corto sirve para saciar, es más tradicional, y esto había después del aperitivo agradecido:
Hojaldre de foie y setas: a la vista era como una hamburguesa de hojaldre caliente trufado con setas superbuenas y foie vivaz. Susana dice que no le gusta el foie, pero este le agradó. Con este plato mi vino Pitacum creció.
Arroz con bogavante: Susana lo calificó de exquisito. Y llevaba mucho bogavante que se alternaba con un arroz al punto, potente y clasicote.
Solomillo con pisto: la carne muy buena, mejor incluso que la del solomillo de la víspera en el Cuesta, pero el pisto demasiado dulzón para mi paladar.
Postre / Helado de galleta y mus: tras pasar el recogemigas, su postre consistió en tres texturas de chocolate, muy rico, nada empalagoso.
De mí menú degustación, el más largo, por 38 euros, los comensales dicen que llena mucho. Consistió en esto ese día:
Turrón de foie: uno de los clásicos de su carta (a 18,50). Incluye caramelo ácido, se toma con pan tostado con pasas y sabe a almendra, pues es un turrón, sí. El metre recomienda comer al final las golosinas cítricas (una especie de gelatina) para refrescar la boca. Sin más estaban las golosinas, pero estupendo el resto. «La estoy gozando», manifesté, y sólo había tomado un poco de vino, un aperitivo y el foie, pero me evadía mirando por el arco que atraviesa la muralla y muestra el monte.
Cigala a la plancha: otra propuesta aromática en la distancia. Con su olor invasivo, la pieza abierta en dos mitades entraba suavita, maridaba con el vino del Bierzo (sorpresa) y una mitad parecía más licorosa. Chupé toda la carcasa y la salsita también hizo crecer al vino.
Bacalao al pil pil: me acuerdo de los bacalaos de Portugal y este fue infinitamente superior. Por ahora, mi menú no tenía ni un fallo. Este bacalao estaba tierno, fresco, se deshilaba, le acompañaban setas y foie como los del hojaldre del otro menú más corto, la salsa era elegante… Hum… ¡Mola! Entonces empezaron a poner música otra vez; a ver si los restaurantes asimilan que a la mayoría de los comensales la música les molesta.
Cordero desmigado: el punto bajo. Un plato muy suave, insípido por la falta de sal, con frutos secos y escabechado, con lo cual el tinto no funciona tan bien. Paradójico que no mantuvieran el nivel con esto en un restaurante tan tan chic.
Postre 1 / Fresas: en caldo, muy ricas.
Postre 2 / Sorbete: al champán, en copa cónica y no muy helado; seguramente, se había derretido por la espera.
Salimos fuera, a la terraza, a tomar el café (muy bueno) y un oporto (correcto). Nos convidaron a éstos y pagué en total, con tarjeta, 77,51 euros. Ante la invitación, dejamos una propinilla. Por el detalle, más que por el servicio, que fue de lujo, oigan. Otro local cántabro que recomiendo encarecidamente.
(le gustaría ser cántabro -o asturiano- a Óscar Cubillo)
Barrio La Iglesia s/n; Santillana del Mar (Cantabria)
942 820 845 — 609 410 116
ÓSCAR CUBILLO
Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.
Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.
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- LQCDM: Palacio de Mijares (Santillana del Mar): Bien de interés cultural | bilbaoenvivo - […] que recomiendo en la web culinaria de mi hermano Igor, ‘Lo que coma don Manuel’: Palacio de Mijares (Santillana del Mar): Bien de interés cultural y…
El viernes de Todos los Santos, con la panza llena tras la pitanza del Cuesta, condujimos unos kilómetros hasta el amplio parking del Palacio de Mijares y sentado al aire libre y a modo de sobremesa yo me tomé un gin tonic de Tanqueray muy bien preparado por 5 euros de nada para semejante servicio señorial, tamaño local privilegiado y ese sereno paisaje verde circundante, y mi esposa un café con leche por 1,50. Imagino que en Euskadi me cobrarían al menos 12 aurelios en un local similar, o inferior pero con mayores pretensiones.
Ja, ja… No sé si me he reído más en lo de que pensara usted que Vivaz era una marca (tecleo y me carcajeo, doña Rosa, de verdad)o que osara a dejar caer que mi léxico fuese insipido, soso (uh, le dejo, que viene mi esposa y no me deja mailearme con damas). Ha sido un placer. Chao!
Rosa, maja, ¿qué es esto de coartar a un artista, de buscar el traspies a un literato profesional? A ver, busco ‘vivaz’ en Google y en su primera acepción viene «1.adj. Agudo, vigoroso, sagaz». Pues eso, un foie vigoroso y genuino, hondo y potente, despierto si se me permite, y también, y esto no lo quería decir pero no me dejas más salida: sápido. El blog este es una web y encima no es mío, sino de mi hermano Igor. Saludos Rosa & abramos todos la imaginación.
estilo vivaz
Perdone usted , pero creia que »FOIE VIVAZ » era un un tipo de FOIE . Después de su explicación le doy sentido al comentario sobre el plato y felicidades por su espléndido léxico que a la vez me resulta insípido oh perdón sapido jejeje
Me gustaría me aclarases por favor que es el FOIE vivaz ? Felicidades por tu blog ,te sigo y me encanta tu blog