20+20+20 = el nuevo Olárizu (Gasteiz)
En plena semana de Pascua, Igor Cubillo y un servidor estuvimos en el nuevo Olárizu, de la calle Beato Tomás, en Gasteiz, con la idea de tener una comida de trabajo en torno a un menú del día. Yo había estado anteriormente en el viejo Olárizu, supongo que en alguna despedida de trabajo -no, creo que fue en una pequeña celebración de la puesta en marcha de un proyecto- y sólo recordaba que era un local grande.
La entrada nos dejó un tanto confusos: por el aspecto y la iconografía, más bien parecía que estábamos en una sauna gay -he vivido medio año en Chueca, y tengo criterio bien formado-. Descendimos los albos escalones y nos encontramos con un sótano, blanco todo él, y laberíntico. Curioseando llegamos a contactar con el personal que habita esos alegres subterráneos… y aquí aparece el primer punto positivo. La atención fue en todo momento exquisita, muy por encima de lo habitual en un menú del día.
La mesa que nos tocó, en uno de los quizá infinitos comedores, estaba agradablemente separada de las inmediatas, ocupadas por una familia de tres niños y una mesa larga en la que algo se estaría celebrando. Otro punto positivo: cada plato (incluso el entremés) fue seguido de un cambio de vajilla y cubertería. Pequeños lujos para un menú.
Menú extenso en el nuevo Olárizu
La siguiente sorpresa apareció cuando nos trajeron la carta. «¿Puede traernos el menú, por favor?». «El menú es todo lo que ven». A saber: 20 primeros, 20 segundos y 20 postres. Aunque hay que agradecer el esfuerzo, la experiencia me dice que los menús tan extensos suelen defraudar. Mejor concentrarse en tres buenas opciones por plato. Y hay que decir que las expectativas se confirmaron.
Después de un prescindible entremés, Igor y yo elegimos, respectivamente, un marmitako al laurel y unas verduras asadas. Igor no se quejó de su marmitako y, viniendo de él, es un halago. Las verduras, en cambio, no parecían asadas, sino medio guisadas, y consistían mayoritariamente en trozos de calabacín con toda su piel. Una de cal y otra de arena.
De segundo, elegimos menestra de cordero y sepia a la plancha. Esta vez se invirtieron los papeles. La menestra se componía de casi un único trozo de cordero que parecía sacado de un muslo de caribú, por su enorme tamaño y su aspecto peludo. En cambio, la sepia tenía una textura muy suave -inusual en la sepia plancha-, acompañada de un alioli correcto. Una de arena y otra de cal.
Las cantidades eran abundantes -las ensaladas que vimos pasar eran exuberantes reservas de la biosfera-, lo que me hizo llegar saciado al postre. Igor tomó el arroz con leche casero y yo un brownie con helado de vainilla. No me emocionó.
El vino, rioja de año (Término de Ugarte), correcto. Agua y pan, también bien. Lo mismo hay que decir del café.
El precio, con café incluido, ascendió a la razonable cantidad de 36,46. Esto es, 18 eureles por barba. Teniendo en cuenta el local y la atención, nada de que quejarse, pero pocas ganas de volver.
A la vuelta, me comentan en el trabajo que el nuevo Olárizu tiene gran aceptación para despedidas de solteras. Ahora me queda la duda de para qué sirve la primera planta, con sus ochenteras luces de neón. Si alguna ha pasado por la experiencia, que no deje de comentarla más abajo. Quizá nos convenzáis para volver… a una hora más interesante.
Aquí os dejo un collage con la (buena) pinta de los platos y una captura de la carta 20+20+20.
(Alorza)
Beato Tomás de Zumárraga nº54; 01009 Vitoria-Gasteiz (Araba/Álaba)
945 217 500
El patriarca de esta cosa. Considera que el acto de comer es uno de los placeres más enormes que nos ha procurado la existencia. Y a eso se aplica. Y a contarlo.
Una vez mas, he pasado un rato de lo más agradable leyendo la crónica, y se me ha escapado unas cuantas carcajadas, al leer lo del «caribú» y las ensaladas que parecían «reservas de la biosfera». Pena que Vitoria me queda a desmano para cruzarme contigo!
Un abrazo!