Restaurante Tellagorri (Getxo). Pequeños lujos cotidianos
Muy bonito es el restaurante Tellagorri, sito en el cogollito del poteo de Algorta, cerca de los bares y también restoranes Piper’s, Ugartena y Boga, éste último muy influido por el Tellagorri. Ubicado en un antañón caserón de piedra, el Tellagorri ofrece molona y solicitada terracita (atestada en estío, sí), bar bien puesto, servido y provisto (vinos anunciados en una pizarrita, pinchos variados, raciones de anchoas y champiñones, un caldo que un día me resucitó de una resaca mortal, etc.) y comedor subiendo la escalera. Un comedor tan precioso como revelan sin trampa ni cartón las fotos de su cuidada web. Un comedor coqueto con vigas y techo de madera, piedras en la pared, bonitas ventanas, espacios pintados en rojo, agradable mantelería, buena disposición de las mesas, clientela educada que no habla alto y a menudo muy mayor, y ninguna música de fondo, lo cual contribuye a la serenidad general del ambiente.
Algunos cocineros recomiendan encarecida y públicamente los pescados del Tellagorri (a menudo en piezas de kilo para dos raciones) y no pocos clientes avalan su chuletón. Los del Tellagorri en su web escriben que hacen cocina tradicional con toques actuales, pero no sé, yo diría que su éxito se halla en el producto, diversos exotismos en los platos y la cuidada elaboración, todo al servicio de un papeo clásico pero puesto al día.
Hacía mucho que no íbamos a comer ahí. En Carnaval nos animamos a su menú del día: 14 lereles, IVA incluido, con vino riojano y propuesta culinaria de luengos bautismos en los platos pero hondos sabores. Era miércoles y el comedor se llenó y muchas mesas doblaron su utilidad. Las atendía un chico dicharachero, raudo y cómplice, de afabilidad descarada y echada p’alante, un tipo charlatán y suelto infectado por el síndrome Mario Vaquerizo y que a La Txurri le cayó muy bien.
Ese miércoles había cuatro entrantes en el menú: ensalada con lascas de idiazábal, piquillos y vinagreta de nuez y más cosas que ni recuerdo ni apunté (brillante pinta irradiaba la ensalada desde las mesas lejanas); marmita de lentejas con confit de pato al tomillo; lasaña vegetal con parmesano; y rissotto de bacalao con cebolleta confitada. Yo pedí rissotto, sosito, quizá insípido y seguro que un poco monótono, pero me sirvió para recargar hidratos de carbono. Ella pidió la lasaña y flipó, la calificó «de 10»: sus sabores se distinguían, la bechamel era fina y potente… Una pasada, oigan.
Regábamos la cosa con agua Mondariz y tinto cosechero de Rioja, bodega Pedro Martínez Alesanco, de Basarán, 13º y cosecha 2010, bastante carbónico. Y nos cambiaron los cubiertos para los segundos platos, que ese miércoles fueron tres: corvina a la plancha con patatas a la crema y salsa de tempranillo; escalopines de pechuga de pollo al oporto con champiñón a la crema; y wok mixto de ibéricos y ternera al curry con verdura. Buena pinta tenía el wok y la cantidad era copiosa, pero pedimos lo otro: corvina, o sea el pez que a veces se usa como sustitutivo de la lubina y que estaba muy rico, graso y estupendo, perfectamente cocinado, con sabor a mar y con la salsa de vino integrada y unas patatas que harían las delicias de cualquier turista inglés, por ejemplo; y también probamos el pollo, súper-rico, en salsa estupenda, con champiñones indómitos, y es que los champis son especialidad del Tellagorri, como se percibe en los pinchos y raciones de la barra.
Los postres estaban de muerte lenta también. Había panacota, mandarinas, tarta que manzana… y lo nuestro: arroz con leche que ingerí yo para mejorar la impresión del primer arroz bacaladero, y el del postre fue un arroz dulce muy bueno y con regusto a limón; más una tarta de queso esponjosa, suave, celestial… increíble. Luego ella añadió a la comanda un café que ni fu ni fa, como casi siempre acaece, a 1,30, y en total abonó 29,3 más la propineja.
Segundo día
Convertido un servidor en propagandista ilusionado y sin remuneración del Tellagorri, pude convencer a mi amigo Carlos para ir un día entre semana a comer otro menú. Había menos gente porque lloviznaba ese martes, nos ubicaron en una mejor mesita (pegada a una pared, cerca de una ventana), los bollos de pan eran buenos, gordos y con mucha miga para untar, el agua Mondariz de poco residuo seco le agradó a Carlos que hace yoga, y el vino era el mismo Alesanco pero de la cosecha 2011, de un año después, y estaba de muerte, y Carlos se manifestaba: violáceo, moras, frutal, ribete rosáceo, pelín carbónico, final anisado…
De primero había ensalada de muy buena pinta, arroz que no embauqué a Carlos para que lo probara, y lo nuestro: él lentejas con leve sabor a pimiento, caldosas y pato de sacramento, un pato que sabía a salvaje, a caza. Yo comí fetuccini con bacon y jamón, blanditos y sabrosos, muy caldosos gracias a la nata y al rico queso. Estaban tan buenos que a Carlos le supieron a postre. Y yo no soy de pastas, pero flipé.
De segundo había wok de carnes con verduras que descartamos. No se ofrecía ningún pescado per se, y Carlos pidió pimientos rellenos de chipirones. Estos pimientos rojos se presentaron mojados con la salsa negra del chipirón, con lo cual no contrastaba el rojo de la hortaliza con el negro de la tinta, observó Carlos, un profesional. Los pimientos se sirvieron sin cocinar y por eso se imponía su sabor rotundo, y qué bien armonizaban con el vino: según Carlos menos carbónico y menos anisado y más mentolado en ese momento. Yo elegí carne, unos medallones de buey suculentísimos, salados por las escamas, posados sobre una cama de patatas y mojados por una salsa de queso de toma pan y moja y échale otro trago al vino. Todo lo mío sabía a carne de verdad y Carlos calificó a sus pimientos con un 7 y a mi carne con un 9.
Postres había muchos: tarta de manzana, cuajada, arroz con leche… Carlos optó por una tarta de chocolate, para acabar el vino, y le pareció un poco regular. Yo preferí la de queso y entraba excelente, fresca y rica. De rechupete, vamos. Acompañamos las tartas con un café solo (rico, amargo) y yo un cortado (bien, simpático). Con los cafés abonamos unos 31 más propineja (no tenemos costumbre, pero…) y salimos conmigo contándole a Carlos que ya tenía cerca de casa un restaurante adonde ir cuando echara de menos el Amelibia de Laguardia. (Y yo tengo ganas de comer el menú especial de 30 lereles, sin vino, pero aún no he tenido tiempo)
(mira siempre en su web el menú del día Óscar Cubillo)
Avenida Algorta, 55; 48991 Getxo (Bizkaia)
944 60 28 71
Periodista, con especialización en nuevas tecnologías de la información, redes sociales, relaciones públicas, gabinetes de comunicación, Internet y vídeo.
Licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco. Postgrado en Mecanización de la Información promovido por la Unión Europea. Estudios de Filología Inglesa.
Formación en multimedia, diseño web y gestión de empresas.
Radio Euskadi: redactor de informativos y director del programa especializado en nuevas tecnologías «Frontera Azul», galardonado con el premio MTV.
Radio Nacional de España: director de «A primera hora». Corresponsal de las revistas del grupo editorial Heres.
Euskal Telebista: redactor del magazine cultural «Vasta con Uve». Responsable del departamento de Publicidad de la televisión local Tele Donosti.
Sección de Internet y Multimedia de grupo audiovisual vasco Desarrollo de proyectos: deusto.tv , sitio web de la Fundación Buesa y otros.
Asesor de prensa en cosas. ¿Qué cosas? ¿cosas de gobierno? Sí, Peter, cosas del gobierno.
Orgulloso miembro (con perdón) del club de remo Kaiku (cuando ganaba). Hago karate (Shotokan) y subo montes y montañas y cojo olas. In the mood for love.
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Yo fui a comer tres veces una muy bien y las otras dos veces muy mal,
Alguien me comento la cuantia de su alquiler yo sin crisis lo veia una barbaridad , con crisis un alquiler inviable , lo que haces es trabajar para la dueña del local , espero que tengan mejor suerte
Excelentes profesionales los dueños de este local.
El Tellagorri ya no funciona como restaurante. Y el bar cerrará el 25 de noviembre de 2012. Les iba estupendamente y el cese no se debe a la crisis, sino a la falta de acuerdo para renovar el alquiler entre el dueño de la casona y la dirección de la empresa. Ojalá estos excelentes profesionales hosteleros pronto encuentren cobijo en algún local cercano para seguir haciendo felices cotidianamente a los mortales.
Excelente restaurante, yo lo sigo desde que sus fundadores sacaron adelante este maravilloso restaurante, aunque por la zona, hay otro, el Restaurante Boga, que también tienen una carta para chuparse los dedos.
Buena idea, Romera, le damos una vuelta en el sanedrín manuelero
¿nos prestas ayuda con algunas sugerencias?
kiss, kiss, bang, bang
Se llama Ana.
beg your pardon, Ana
deeply sorry, Cuchillo
me está rondando por la cabeza (y de forma recurrente) la necesidad de acudir a probar la tarta de queso del Tellagorri… y de vez en cuando se cruza con las ganas de tomar de nuevo la tarta de castañas y la de limón del Puerto Zabala… ¿para cuando un post de ranking de postres?