Chiringuito Bellavista y La Gamba de Oro (Roquetas de Mar). Dos oasis en ‘Roqueeeeeta’
Una semana en Almería sonaba bien. Sergio Leone, Sancho Gracia, David Bisbal… Y había varias posibilidades: ¿San José? ¿Níjar? ¿Cabo de Gata? Pero al final, como siempre, decide el bolsillo y éste no se pudo resistir a un ofertón en la Urbanización de Roquetas de Mar (‘Roqueeeta’ para los lugareños). Y lo primero, tras comprar una sombrilla, fue buscar un refugio alternativo al feísmo reinante en el hotel, sus alrededores y sus gentes. Porque en general, Roquetas no resulta un lugar demasiado “acogedor” y el buen trato a un par de turistas patrias brilló a menudo por su ausencia. Así que tal vez se cumpla el tópico de que en el país de los ciegos el tuerto es el rey, pero en cuanto pusimos el pié en el Chiringuito Bellavista decidimos que ése sería el lugar en que nos gastaríamos la mayoría de nuestras perrillas destinadas a la manduca y al pimple. Y qué gran acierto, señores.
El mérito lo tiene uno de sus camareros que, mira tú por dónde, no era de Roquetas, sino de Logroño, y nos recibió con una sonrisa espectacular y una simpatía de 10. Pero esa nota aumentaba aún más cuando nos recibía para el aperitivo con una Mahou de tercio en copazo helado, servida en una ventilada y sombreada mesa y acompañada por la esperada tapa. Casi siempre era de pescado y destacaron sobremanera una de caballa en escabeche y otra de cazón en adobo, de esas que no se olvidan. ¿Para comer? Pues qué mejor que un arroz con bogavante. De infarto, tanto por su sabor como por la textura del bicho y su punto de cocción. Excelente. Lo regamos con un fresquísimo Barbadillo que se acabó antes de tiempo pero al que no quisimos reemplazar, por pudor quizá. “Qué bien me beben ustedes”, solía decir el logroñés con su espléndida sonrisa. El arroz, la botella, dos helados y dos cafés, apenas llegaron a 50 euros. Ese día nos despedimos besando a la cocinera.
También hubo jornadas en las que, tras el aperitivo, dejábamos allí los trastos de la playa, nos íbamos a comer algo rápido al hotel y regresábamos pitando al Bellavista para tomarnos un más que correcto cortado con hielo, siempre en nuestra ventilada y sombreada mesa, y coger una botella de agua helada, de litro y medio, antes de volver a la posición horizontal junto a la orilla. En el hotel de los horrores nos soplaban 2,00 euros por la botella, mientras que en nuestro oasis nos la dejaban por 1 eurín.
Y sí la opción era cenar, pues para muestra un botón: una ración de sabrosísimas sardinas a la plancha, más una nutrida ensalada y una parrillada de pescados de esos ricos, ricos, ricos, con su Barbadillo, sus postres y cafés, 21 euros por barba.
Infidelidad con La Gamba de Oro
Y aunque nos costó, hubo alguna ocasión para la infidelidad y en esas descubrimos La Gamba de Oro. Un divertidísimo bar en el que tapeamos una noche hasta la saciedad y donde serás muy afortunado si logras pillar una banqueta de las que están en la calle, dando a la ventana de la barra. ¡Oh! El espectáculo consiste en ver cómo desfilan un sinfín de camareros cantando a las cocineras interminables comandas de tapas y raciones. Y es flipante cómo al final el tema funciona. Flipante y divertidísimo. Las cañas con tapa están a 1,80 y todo estaba muy logrado: mejillones, chanquetes, gambas a la plancha, espeluznaos (pulpitos)… Y, de pronto, como guinda al show, el camarero de mediana de edad y rancio salero que estaba en la barra a cargo de las cañas se enfunda en una camisa negra con trasparencias, pone un temazo de Britney Spears en la megafonía exterior y se marca un play-back con bizarra coreografía por toda la terraza. Culmina pasando la gorrilla. Ja, ja, ja. Dos oasis para tener en cuenta si recalan en la Urbanización de ‘Roqueeeeta’.
(Ana Romera)
Chiringuito Bellavista. Paseo del Mar, esquina con calle Esturión. En la playa. Roquetas de Mar (Almería)
La Gamba de Oro. Avenida Mediterráneo, 10. Urb. Roquetas de Mar (Almería).
Ana Romera, hedonista y disfrutona, estudió Ciencias de la Información (periodismo, vaya) en la Universidad de Navarra, vive en Ontón (Kentucky) y trabaja en la tele.
Muy mal servicio tapas y raciones escasas tardan mucho en servir y los empleados mal encarados con los clientes
Coincido con Gerardo, San José es maravilloso y Mónsul y Genoveses una pasada, No obstante me apunto lo del arroz caldoso de Roqueeeetas, que en esta casa somos fanes de los arroces mojados. El mejor arroz caldoso que he comido, ,después del mío que lo bordo, fue en un chiringuito de Isla Canela, pero la que nos lo aconsejó me prohibió expresamente citar el lugar, porque no quiere que se le llene de gente y se incline peligrosamente hacia el feísmo.
Aaaayyyy, Romerita. Comprendo lo del bolsillo, pero San José es maravilloso. Pequeños restaurantes en el puertecito (hay de todo), el del club Náutico (más posh), y por encima de todos, en El Pozo de los Frailes, el pueblo de al lado, (a 5 min en coche), el estupendísimo La Gallineta, una joya inesperada.