Restaurante La Viuda Rica (Toro). Alejado del típico tópico castellano
La hospitalidad de nuestros amigos Miguel y María ha convertido Zamora en uno de nuestros destinos predilectos. Por eso es honda nuestra preocupación y nos surgen muchas preguntas. ¿Se agota el asfalto en Valladolid, utilizan allí tanto alquitrán que no llega para adecentar las carreteras de la provincia vecina? ¿No es aplicable la Ley de Memoria Histórica a los nombres de las calles de Villalonso y del resto de sus pueblos? ¿Cuándo pasó el vino de Toro de ser un brebaje a convertirse en una bebida apreciable e incluso distinguida? ¿Es obligatorio ser del Real Madrid o del FC Barcelona? ¿Son guapas todas las zamoranas? ¿Zamora no se hizo en una hora? ¿Es posible comer allí algo que no sea cocido, garbanzo de Fuentesauco, lechazo, bacalao a lo tío o a la tranca, sopas de pan y, en época de matanza, torta de coscarones?
Bueno, para esta última cuestión sí tenemos respuesta: es posible comer algo diferente si se acude a un restaurante como La Viuda Rica, donde la tradición gastronómica se aborda sin nostalgia, cortapisas ni inmovilismo. Donde se ofrece una carta moderna, algo atrevida y surtida también de pescados que dicen traer de Huelva. ¡Ozú!
El comedor de ese local de Toro, que toma su nombre de un cuadro de la artista local Delhy Tejero, está muy alejado del estereotipo de mesón castellano y el servicio que presta Cristina, una de sus camareras, es excepcional, por afable y profesional, al tiempo. Allí compartimos una tanda de entrantes que, lo dicho, se salía por completo del típico tópico castellano. A saber: ocho croquetas de carabinero (12,50 euros), con salsa «de sus cabezas» al medio; ocho espárragos verdes fritos en tempura (12), junto a dos charcos de ligero alioli; y dos de puritos de morcilla, una preparación crujiente y original, por sabor y presencia, que se sirve apoyada sobre un ‘cenicero’ bien provisto de compota de manzana.
A continuación, nuestros anfitriones no pusieron pegas al lechazo asado (40, dos pax), el menda disfrutó la tierna carrillera de ternera estofada con aromas de la tierra (15) y mi esposa se decantó por un grueso medallón de solomillo «de carne roja» (22, un sólo medallón). Ikertxu, el morrofino, el entendido, se contentó con un trozo de rodaballo de piscifactoria al horno que, pese a su aprobación, nos pareció demasiado caro (19), dada su procedencia y su tamaño.
No olvidaré añadir que la casa nos invitó a un pequeño aperitivo con el que hacer más llevadera la espera (rodaja de pan con mouse de pimiento, anchoa y queso), que la carta de vinos sólo incluye referencias de Toro y que apuramos dos botellas, resultando una mucho mejor que otra: Elías Mora crianza (tinta de Toro; 12 meses en roble francés y americano; 21,84 euros) muy superior a Novellum crianza (tinta de Toro; 12 meses en barricas de roble americano, francés y rumano; 15,80). Conste.
La Viuda Rica es una opción diferente y se come bien allí, aunque me atreveré a decir que no especialmente barato, sobre todo tratándose de Castilla. Nosotros, sumando tres postres y tres cafés, pagamos 233,70 euros (incluyendo dos menús infantiles, a unos 16 euros) de lo cual se desprende un precio medio de 40 euros por adulto. Justo lo que cobran por un menú degustación compuesto por dos tapas, dos entrantes, dos segundos platos y dos postres. Esta fórmula sin vino, eso sí. Lo dicho.
(Igor Cubillo)
Rejadorada, 7; 49800 Toro (Zamora)
980 69 15 81
Detalle de la carrillera con sabores de la tierra de La Viuda Rica (foto: cuchillo)
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
Se me han antojado los puritos (maldito twitter)! Creo que la siguiente cena estacional la tenemos que hacer allí, yo pongo el alojamiento!
Olé, olé y olé. A ésa me apunto. Planazo.