Bienvenidos a Restaurante La Niña (Hendaia)
Cuesta creer que parte de la tripulación de Cristobal Colón se embarcara en un bote de apenas dos metros de eslora, con velas de madera y ruedas bajo el casco, dispuesta a descubrir nuevas rutas comerciales y nuevos mundos. Aunque, si la tierra era plana y finita, mejor le hubieran venido unas alas, algún iluminado contemplaría la barca como un gran ingenio, dado su carácter de vehículo anfibio, pero en dichas condiciones de hacinamiento no extraña que los hermanos Pinzón, Niño y compañía se amotinaran. Y cuesta pensar que no se fuera a pique en la primera tempestad.
La imagen que abre este post no gana atractivo ni recordando los versos del granadino Manuel Benítez Carrasco («Por una quilla de oro y dos remos de esmeralda le vendo… el aire que lleva dentro; por una rosa de nácar… la arena donde se acuesta; y por un timón de plata… ese mar en duermevela en el fondo de la barca, donde estrellas marineras reman de noche a sus anchas), pero hay que reconocer que la cosa molesta. Sí, se distingue del resto del mobiliario urbano de la tranquila Hendaia y hace que exclames «¡¿qué leches pinta esto aquí?!». Enseguida resuelves la duda: da la bienvenida al bar restaurante La Niña y resume su oferta gastronómica. Objetivo cumplido, pues. Aunque el parecido con la carabela original sea inexistente, y nadie haga cola para retratarse junto a ella llevándose la palma de la mano a la sien, imitando torpemente el saludo de los marineros.
(Cuchillo)
* Lo Que Coma Don Manuel destaca en la sección Bienvenidos aquellos ornatos, muñecos, carteles, dibujos y otras decoraciones singulares que, con cierta gracia, nos dan la bienvenida a restaurantes, bares, bistrós, tabernas, chigres, sidrerías, tascas y demás locales hosteleros que tanto nos gusta visitar *
Es el pequeño de los Cubillo Brothers. Nació en 1991, en el mismo Bilbao, es más de salado que de dulce y acostumbra a disociar, con lo cual cambia de apariencia física con frecuencia. Como Robert de Niro antes de rodar Toro Salvaje, pero a lo tonto, por la cara. Él es más de toro tataki. Aprendió pronto que Dow Jones no es un cantante, le incomoda la fama de criticón, pues siempre ha sentido simpatía por el débil, y una máxima guía su proceder: «más vale que zozobre, que no que zofarte…». Católico practicante, que no celebrante, en su bautizo el párroco ofició vestido de Elvis, cantó himnos y salmos, y entonó el ‘Burning Love’. Vio la luz el día que se fotografió con Ferran Adrià y el de L’Hospitalet de Llobregat le puso una mano sobre el hombro al tiempo que decía: «Cuchillo, la gastronomía es el nuevo rock and roll». Amén.
Comenta, que algo queda