Restaurante Porto de Cascais (Cascais): ¿Fletán o lenguado europeo?
Este es el último papeo del que os hago partícipes de mi periplo estival por Portugal con la parienta. Puedo concluir que en España se come mejor y más barato (lo del menú del día de aquí es muy competitivo); que el vino luso no está mal; que el bacalao me ha decepcionado por rústico; que Susana ha pedido carne casi siempre, y como dice ella, acertó siempre por ir a lo seguro; que los quesitos de ahí son muy ricos y alegres y accesibles; y que los locales, los restoranes, en su mayoría desconocen lo que significa el glamour decorador, la elegancia estética e incluso la higiene mínima.
En mi segunda y última excursión en tren a Cascais, paseando vemos en la ‘Casa del Pescador’ (o algo así) que el datófono está estropeado. En teoría el pescado ahí será apetecible, pero no transijo con ciertos comportamientos. Me apetece comer en el Restaurante Paradigma, elegante, no caro, céntrico y con vistas al mar, pero está cerrado por descanso semanal. Mala suerte. Otra vez será, pues me seduce de su carta bacalhau fresco ao vapor com cogumelos e grelos (14) para mí y para ella magret de pato com risotto de cogumelos (13), más sopa de marisco y algún otro entrante. Acabamos sentándonos en la terraza del Restaurante Porto de Cascais, pegada a la lonja de pescadores, porque recuerdo que he leído que lo recomiendan en un grueso libro que descansa en nuestra habitación del hotel de Carcavelos.
Al pararnos frente a la carta del Porto, el camarero se acerca, pero parece tímido y no dice nada. Luego me entero de que es del Este. El negocio lo lleva gente del este, sí. Estamos solos en la ‘esplanada’ y, al final, vendrán dos comensales más. Hace sol pero estamos a gusto. Algunos paseantes hablan a mis espaldas y los menos paran a mirar la carta, pero no se deciden. Nosotros, tras larga conversación con el camarero, empezamos con pulpo, ‘polvo lagareiro’ (13,50), tres tentáculos suaves y crujientes y un trozo de cuerpo braseados y muy ricos, acompañados por unas patatitas cocidas con piel y cilantro, claro (ah, el camarero del este no sabe qué es el cilantro, je, je…). Susana manifiesta cosas como «buenísimo, chaval», o «qué bueno el aceite ése». Para empujar el pulpo ella bebe una caña de cerveza (4,80 me cobran veo ahora en la nota que ‘nao sirve de factura’, ¡qué caro!) y yo con vino verde Muralhas de Monçao (8,50 por una botella de 37,5 cl; luego veo la misma botella grande en el supermercado Pingo Doce por 3,69). Es un caldo de 2012, ácido y burbujeante, y me limpio el morrete con la servilleta de papel.
Como las lubinas y doradas de la carta no son salvajes en el restaurante llamado El Puerto y pegado a la lonja de pescados, cambiamos las previsiones. Susana pide carne, cómo no: bife gorgonzola (15,50), o sea ternera con salsa de queso italiano, pulcramente servido todo cual plato combinado con pedigrí: la carne rica, gruesa, sabrosa y poco hecha, y la ensalada y las patatas también competentes. Yo pido lenguado a la deliciosa (19 euros), fletán según el camarero (quizá lo llama así por ser extranjero, o debido a sus limitaciones idiomáticas), pero creo que es lenguado europeo. Mismo orden pero distintas familias de ambas especies. El que como es un pez blanco que está rico.
Es una pieza grande, escoltada por una estupenda guarnición de verdura: patata, zanahoria, brócoli, vainas… El pez está frito, con un poco de pan rallado para que no salte el aceite, y la ‘deliciosa’ la aportan los trozos de plátano frito, un tanto insípidos, que se posan sobre el lenguado. Me dejan al lado un platito para dejar las espinas. No tomamos postre ni café (luego libamos uno estupendo en la cercana terraza de la recomendable Pastelería A Bijou, sita en la plaza de los pubs ingleses, que también sirve comidas), y por esto que os cuento más el pan (2 euros) abono en total 63,30 euros, con la tarjeta. Ha sido un agradable almuerzo. No maravilloso, pero bueno. A ver si cuando vuelvo a Portugal me maravilla de verdad, que quitando los huevos rotos de cena que zampé en la Taberna Ibérica lisboeta, apenas he flotado al comer.
(esperaba más por menos de Portugal, Óscar Cubillo)
Rua das Flores, 8; 2750-348 Cascais (Portugal)
Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.
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