Stari Kaštel (Buje). De la prehistoria a la modernidad, pasando por la trufa
Acostumbrados a elegir y buscar por nosotros mismos los restaurantes o bares donde comer estando de viaje, agradecemos cuando alguien organiza el plan y te lleva cual padre a sus vástagos, de la mano, a descubrir rincones desconocidos que nunca hubieras encontrado por ti mismo. Esto fue lo que nos pasó durante nuestra estancia en Portoroz, Eslovenia, cuando unos amigos que nos hacían de Cicerone decidieron llevarnos a la vecina Croacia a conocer algo inesperado.
La prueba consistía en cruzar la frontera (sí, son comunitarios pero siguen pidiendo el pasaporte para cruzar) para entrar en un pueblo, totalmente fantasma, donde un amigo suyo estaba a punto de abrir un restaurante. Según subíamos por la carretera inhóspita y oscura, iban desapareciendo mis esperanzas de pasar una velada agradable. Finalmente el coche paró en un acantilado de terreno irregular donde nos esperaban unas escaleras que darían al misterioso lugar. Estábamos en Buje, población perteneciente a Istria, en un pueblo amurallado que existe desde la prehistoria.
Nada más llegar nos dimos cuenta de que habíamos acertado dejándonos llevar. Stari Kaštel: una tradicional casona de piedra en lo alto de un acantilado totalmente reformada por dentro. Ambiente acogedor, a la vez que moderno, que sorprendía a cada paso que dábamos.
Subimos a la azotea donde tenían montada una terraza con vistas al Adriático (las vistas duraron poco por la hora, pero el ambiente continuó siendo mágico hasta que nos fuimos).
La carta, bastante curiosa. Nos hicieron una degustación de platos, ya que el restaurante estaba abierto sólo para que sus amigos lo probaran y dieran su opinión. Así que, como suele pasar en estos casos, hubo de todo. Su fuerte era el pescado crudo, aunque no al estilo japonés; más bien al mediterráneo. Aliños de cítricos con carpacios de pescado. Incluso hubo un intento de ceviche con pulpo que no triunfó nada. Pero he de decir que algunas de las combinaciones, como la vieira a la trufa y el carpacio de dorada con berenjena, resultaron impensablemente deliciosas.
Finalizaron con la marca de la región: un lenguado a la parrilla con virutas de trufa negra, que es el aderezo favorito en la zona (esa suerte que tienen de que la trufa sea el producto nacional).
Como colofón, nos hicieron un tour por el establecimiento que, curiosamente, también alberga una suite. Sólo una. Cuidada al mínimo detalle y con magníficas vistas. En el sótano, y aprovechando su originaria forma de cueva, han situado la bodega que conserva los vinos más especiales.
Lo malo de esta crítica es que no puedo recomendaros basándome en el precio, ya que el restaurante estaba sin inaugurar y nuestros amigos nos invitaron a cenar. Aunque seguro que en breve se podrá comprobar en alguna web de restaurantes.
Si tuviera que resumiros mi opinión, para que toméis una decisión sobre el lugar, os diría que es perfecto para una experiencia diferente en la costa croata, en un enclave maravilloso, aunque con un estilo gastronómico un poco chocante para nuestro paladar.
(estrena la categoría Croacia, Jarvisey)
Kaštel 85, Buje; 52460 Buje (Croatia)
Cell: : 00 385 993 459 570
Tel: 00 385 52 777 011
Periodista de carrera, que no tanto de profesión, aunque sí de afición. Con el corazón partido por medio Europa, de manera caótica y descompensada. Defensora de causas perdidas, amante de los animales, soñadora empedernida y gastrónoma frustrada. Mis tardes de lluvia y manta las paso acompañada de buen cine. Obsesiones confesables: Allen, Kubrick, Ophüls, Catalina de Rusia, Bowie, Brel y Escandinavia. Inconfesables; el cine y la música de los 80, Truffaut, Gardel y los documentales de guerra. Absténganse aficionados a encuentros deportivos varios, cine de palomitas y hit parades. Soy esa rara avis que siempre cae mal en las primeras conversaciones. Qué le vamos a hacer.
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