Konoba Marjan (Split). Trozo de cielo de cocina tradicional
Este año hemos hecho una ruta bastante común, por lo que he podido comprobar. Tan común que casi hemos ido pisando los talones a una amiga mía, a la sazón bilbaína y periodista, que viajaba también en pareja por la costa croata. Lo bueno que tienen estas coincidencias, y el wifi en los hoteles, es que te puedes valer de su experiencia previa y decidir con cierto tino dónde ir, o no ir, aprovechando sus vivencias.
Esto nos pasó en Split, donde la oferta hostelera resulta bastante agobiante. Los sudores empapan tu frente debido más a las opciones sobre las que elegir que a los calores propios del verano dálmata. Y, por fin, recibes un mensaje salvador que vaticina lo siguiente: “Tenéis que ir a Konoba Marjan, acierto seguro”.
¿Quién soy yo para dudar de la palabra de una amiga, y más si esa amiga es de Bilbao? Así que nos ponemos a buscar este pequeño trozo de cielo de cocina tradicional, de una manera casi impulsiva y bastante infructuosa, ya que todas las calles son pequeñas y laberínticas, y la palabra Konoba aparece en todos los letreros, viniendo a significar algo así como taberna.
En una calle serpenteante, en cuesta, a la entrada del barrio Marjan (elemental, mi querido Watson), vemos un cartel fosforito, que más recordaba al de un Dönner Kebab, que reza el nombre que buscamos con tanta inquietud. Nos miramos y dudamos…. Hace mucho calor, la terraza es mínima, no corre ni una brizna de viento y justo en frente hay una pizzería que tiene pinta de ser mucho más barata. Y siempre está la duda de que no sea para tanto. Preguntamos si hay sitio y nos colocan en una de sus mesas de fuera. Es bastante pronto, pero en unos minutos empieza a llegar gente y el camarero tiene que pedir disculpas porque están completos. Es entonces cuando respiramos tranquilos. No puede ser tan malo.
Un camarero, bastante agradable y diligente, viene a atendernos y nos recomienda el mix fish, una parrillada de pescado del día que incluye bonito (sí, ellos también lo llaman bonito), lubina, mejillones al vino, gambas a la parrilla, emperador o pez espada, y otro pescado que ahora mismo no recuerdo. Por primera vez en todo el viaje nos miramos con la satisfacción de haber elegido bien. El pescado era fresquísimo, la lubina concretamente espectacular, y el precio era lo mejor de todo. Pagamos 45 euros, incluyendo las bebidas (varias rondas de cervezas y un tercio de vino blanco de la casa) más una ensalada de tomate para acompañar el plato principal.
Después de la cena, y hablando con mi amiga, descubrimos que ellos habían encontrado este lugar gracias a TripAdvisor. Reconozco que, después de varias experiencias truncadas, no confío mucho en este tipo de rankings pero, por una vez, le daremos las gracias a esa gente que compartió su puntuación con medio mundo para que podamos elegir entre la vorágine hostelera de los epicentros vacacionales.
(Jarvisey)
Senjska 1, Split 21000, Croacia
Periodista de carrera, que no tanto de profesión, aunque sí de afición. Con el corazón partido por medio Europa, de manera caótica y descompensada. Defensora de causas perdidas, amante de los animales, soñadora empedernida y gastrónoma frustrada. Mis tardes de lluvia y manta las paso acompañada de buen cine. Obsesiones confesables: Allen, Kubrick, Ophüls, Catalina de Rusia, Bowie, Brel y Escandinavia. Inconfesables; el cine y la música de los 80, Truffaut, Gardel y los documentales de guerra. Absténganse aficionados a encuentros deportivos varios, cine de palomitas y hit parades. Soy esa rara avis que siempre cae mal en las primeras conversaciones. Qué le vamos a hacer.
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