Las Palmeras (Plentzia). Un grato reencuentro
Me apenó el cierre del restaurante Tellagorri, sito en el centro de Algorta. A menudo miraba en su web el menú del día y me relamía imaginando salsas, colores, sabores… Tras cinco años ahí, los que lo dirigían no llegaron a un acuerdo de renovación del alquiler con los dueños del caserón y debieron buscarse las alubias en otra parte. Ahora el caserón está de obras y un cartel advierte que se atiende temporalmente en el cercano bar restaurante Boga, otro sitio molón pero menos.
Un día mi hermano Igor, rector de esta web, me transmitió las siguientes indicaciones: «¿No andas mucho por Plentzia y por ahí? Me han contado que los del Tellagorri han abierto un restaurante que se llama Las Palmeras. ¡Entérate!». Y un día que mi cuñada María, desde Madrid, buscaba un local bueno y barato por esa verde y costera zona vizcaína, para celebrar un cumpleaños entre seis personas, en la Red se topó con que la comunidad virtual ponía de maravilla a Las Palmeras. «¿Lo conoces?», me preguntó. «No, pero me han hablado bien de él. ¡Reserva!». Telefoneó María y, por mail, le mandaron el apetitoso menú degustación de ese fin de semana; seis propuestas más bodega con estas instrucciones: «Agua. Tinto crianza DO Rioja, blanco DO Rueda, rosado DO Rioja o DO navarra (1 bot x 2 personas). 30,00 €, 10% IVA incluido». ¿A que apetece?
Las Palmeras se alza en la carretera Urduliz-Plentzia, en la vía interior, la que discurre entre curvas y bosque. Como quien dice, sólo se puede llegar en coche. Nosotros casi nos perdemos, porque desde el local nos explicaron mal el trayecto, pero el sexto sentido de mi esposa hizo que llegáramos bien. Aparcamos en su parking, donde se alzan las palmeras, y cruzando la barra corta del bar con pinchos entramos en el comedor, para unas 20 personas. Sonaban los Rolling, mi suegra y mi cuñada pidieron que bajaran el volumen y lo hicieron. No se va a comer por ahí a oír música, más bien a hablar con el resto de la mesa, ¿verdad? El figón, aunque pequeño, se veía diáfano. Los manteles individuales eran de caña y las servilletas de papel grueso cuasitextil. El comedor se llenó ese sábado.
La carta de Las Palmeras es suficientemente larga y apetecible, y su carta de vinos es muy corta y a precios normales. Comimos con agua y con el vino del menú degustación, Naturium, fresco, más olor que sabor, con poco cuerpo y cierto posgusto, con cacao y frutas rojas, un caldo riojano de Cenicero, de bodegas Murillo Viteri, del año 2009, de 13º de alcohol y tirada de 16.000 botellas. Bueno, pues esto degustamos en familia:
1.- Aperitivos. Empezamos picando unos bocaditos muy chics y gozosos.
Sopa de boletus, en vaso largo de chupito, caliente y de color marrón; «Excelente», sentenció mi cuñada María. Croquetas, minis y sabrosas, genuinas con su jamón, bechamel y redondez; como observó Itzi: «Una croqueta casera buena no es fácil de hacer». Boquerones aliñados, servidos en latita, grasos, suculentos y especiados; todos untamos de las latas con el pan, de cebolla y de ajo, calientes al llegar y buenísimos.
2.- Ensalada de txangurro y patata confitada con brotes tiernos y crema ligera de soja. 12,60 euros en carta. Bautismo luengo para un macropincho, para una ensalada comprimida para equilibrarla y que no se desmoronara. Se trataba de una base de patatas cocidas, tejavana de lechugas verdes, con adornos de mayonesa y sésamo de sabor punzante para un conjunto más que aparente. A mi suegra no le hizo mucha gracia, pero no estuvo mal.
3.- Arroz marinero con almejas, vieiras y mejillones. 12,40 euros en carta. Yo ya he dicho en esta web que no soy muy arrocero, pero creo que éste fue el pináculo del almuerzo. Habría repetido otro plato de ese genial arroz marinero, caldoso, cremoso y aromático a distancia. Sabroso estaba el mejillón grueso y blanco, y la almeza poderosa (había una cáscara vacía, mala suerte la mía). Dijo mi esposa: «Demasiada comida». Apuntó mi cuñado El Cohete: «Delicioso. Y no me gustan los arroces caldosos, prefiero las paellas secas».
4.- Taco de bacalao confitado con ragout de hongos y salsa ligera de puerros. 14 euros en carta. Muy rico. Me río del bacalao de Portugal. Esa pieza se separaba en lascas fácilmente. La única pega era que la sosa salsa estaba fría y no se apreciaban sus prometidas virtudes. No obstante, manifestó El Cohete: «Me ha superencantado». Con este bacalao el vino aumentaba su vínculo con las frutas rojas. (A Susana y María, que no les agrada el bacalao, les sustituyeron el plato de pescado por un rape rosáceo que estaba aún mejor al paladar, aunque la salsa de acompañamiento llegó igual de fría).
5.- Noisette de solomillo ibérico al PX con salteado de piña al curry. 15 euros en carta. Bueno, a mí no me hace mucha gracia el solomillo de cerdo. No le pillo el sabor ni la suavidad a su textura. Dicho esto, y a pesar de lo lleno que ya estaba, pude acabar mis dos trozos porcinos con holgura y su combinación agridulce, con la piña, pegaba bien con el tinto. Estaban envueltos en tiras de bacón que me gustaron mucho. «Riquísimo», zanjó María. Su hermana Susana no quiso comer la carne, porque estaba ahíta, y se la prepararon para llevar a casa, donde el día después, tras un paso por el microondas, estaba apetitosa pero un poco más tiesa, lógicamente.
6.- Tarta de queso con estofado de frutos rojos y helado de frambuesa. El helado compaginaba con el vino y la tarta parecía un poco cítrica por el factor limón, pero no defraudó el postre, aunque quizá asustó por la cantidad.
Luego tomamos los cafés y las copas en la terraza, y yo hasta fumé cigarrillos de liar. Pagó la suegra, a 30 euros por barba más los extras de la sobremesa. Moló la experiencia, pero necesitaba añadir algunos datos para confirmar la impresión. Así que pensé que probar un menú del día entre el martes y el viernes, pues el restorán cierra los lunes, estaría bien. Debería ir con alguien que tenga coche, pues si no es muy difícil acceder a Las Palmeras, ya se ha dicho. Le propuse a mi hermano Igor, rector de este blog, que si me conducía le invitaba, y ni lo dudó, claro. Telefoneé, reservé a las 14.30 de un jueves, que se llenó también el local. Nos acomodaron en el minicomedor de la entrada, con dos mesitas, casi un semireservado de paso, y ahí degustamos el menú del día con dos platos, postre, aperitivo por doce euros, IVA y bodega incluido. El agua era famosa, cool y en botella azul (Solán de Cabras, que no me acordaba) y el vino cosechero Martínez Alesanco, riojano de Badarán, 12 grados de alcohol, ácido, violáceo y bebestible pero sin magia, el mismo que tenían en el Tellagorri.
De aperitivo nos trajeron un par de bocaditos: unas redondas croquetitas de bacalo bien ricas, más una latita de boquerones con tomate picado en un combinado agrio pero aparente. De primero descartamos la ‘ensalada de tomate de Urdúliz’ y los ‘espaguetis salteados al ajillo con gulas y tiras de calamar’. Igor pidió un competente ‘risotto con verduras, sésamo y virutas de pato’, en cantidad grande, con arroz al punto muy especiado y con numerosos ingredientes: calabacín, pimiento verde, cebolla, setas, el mentado sésamo, zanahoria, brócoli, tomate, espárragos y carne guisada de pato; hace poco leí en Don Manuel que el arroz lo aguanta todo, y sí que sí. Yo pedí ‘cocido de alubias con sus sacramentos y piparras de Ibarra’ (no me dejaron las guindillas y no las pedí; un fallo de la casa y mío), y me acercaron un perol del que me serví unos tres platos hasta acabar esas legumbres muy ricas, cremosas y potentes, con tres sacramentos: morcilla de verdura exquisita, chorizo del bueno y tocino que aplasté con el pan, ñam, ñam. Las acabé sin ayuda, ¿eh? Me comí todo el perol sin colaboración, pues Igor sólo pinchó con el tenedor un par de legumbres y le di una miajita de morcilla para darle envidia.
Para el segundo plato nos cambiaron los cubiertos. Descartamos los ‘escalopines de pechuga de pollo con salsa de queso y puré de manzana’, aunque le dije a Igor que seguramente estarían muy bien porque en el Tellagorri dominaban las salsas. Mi hermano brother dudaba entre los ‘medallones de solomillo de cerdo a la pimienta’ y lo que pidió, inducido por la camarera, ‘ecohuevos de caserío rotos con patatas y chorizo de Orozco’, que olían en la lejanía, con el chorizo ahumado y unas patatas que le encantaron al comensal: «Me mola que las patatas sean buenas, Esto es muy importante. Estoy hasta los huevos de las patatas congeladas», pontificó. Yo, tras las alubias, pedí pescado: ‘bacalao a la plancha con patatas confitadas y salsa bizkaina’, con unas patatas panaderas sositas y sobrantes, pero muy buena y sápida la salsa para un lomo de bacalao enorme, poco hecho, como debe ser, y muy sabroso. Lo probó Igor y sentenció: «Mejor que el bacalao del nuevo restaurante Eme Be Garrote Grill que ha puesto Martin Berasategui en San Sebastián». Yo pensé otra vez que estaba mejor que todos los bacalaos que comí en Portugal en verano.
Los postres eran de elaboración casera y nos cantaron cuajada, tarta de queso, fruta (piña o pera, todo con pe) y lo que pedimos: pudin de calabaza muy sabroso y tipo tarta, y yo arroz con leche, demasiado frío para mi gusto pero bastante aparente. Tomamos dos potentes cafés aparte, a 1,20 cada uno, pagué en total 26,40 y salimos tan campantes. Las Palmeras es un local recomendable, sí, y barato para lo que se estila en el País Brusco. Y, queridos lectores, me podéis llevar entresemana. Pagando a medias, claro, que no todos los días son fiesta.
(está sopesando sacarse el carné de conducir, Óscar Cubillo)
ver ubicación
Carretera Urduliz-Plentzia; Barrio Isuzkiza s/n; Plentzia (Bizkaia)
94 677 51 19
Cierra los lunes
ÓSCAR CUBILLO
Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.
Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.
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- LQCDM: Las Palmeras (Plentzia). Un grato reencuentro | bilbaoenvivo - […] acceder en coche. Así lo comento en la web culinaria ‘Lo que coma Don Manuel’: Las Palmeras (Plentzia). Un grato reencuentro y firmo:…
Muy bueno el restaurante, totalmente recomendable; y de cantidades, sobrado. El menú degustación incluso excesivo para cenar. Arroz con mucho sabor y perfecto de punto; Repetiré en breve. Muy bien de precio el menú degistación y salimos rodando…
Gracias por el comentario.
Añadir que venden, en barra, un queso curado bien rico. A 16€/kg. De Amurrio. Recomendable.
Un saludo!
Finalmente pudimos repetir, cosa complicada; pues de jueves a domingo sin reserva parece mision imposible. Reservamos para el viernes, con un poco de miedito porque queríamos comer el menú del día, pero totalmente injustificado, nos lo ofrecieron directamente. Croquetas y anchoas de aperitivo, Risoto igual de bueno que la anterior vez, los huevos fritos de la foto, y una panchineta que se te saltaban las lágrimas… y por 12´50 iva inc.. acojonante… tripitiremos..
Me encantan los easter eggs que deja OCE en sus textos. En concreto el de hoy, ese País Brusco del que me apropiaré para los restos sin ningún tipo de pudor. Y hablando de huevos, yo también estoy hasta los mismísimos de las patatas congeladas. ¿Qué manía! Con lo poco que cuesta pelar una patata de verdad y freírla. ¡#hombreya!